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Secciones: Cuba Socialista -  Rusia, URSS, Centenario Revolución Soviética

Título: Discurso de Fidel Castro de 10/10/1991, cuando se desintegraba la URSS

Texto del artículo:

Fidel, en el mismo momento, que ve desintegrarse a la Union Sovietica:

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DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN LA INAUGURACION DEL IV CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA DE
CUBA, EFECTUADA EN EL TEATRO "HEREDIA", SANTIAGO DE CUBA, EL DIA 10 DE OCTUBRE DE 1991.

( VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO )

Queridos compañeras y compañeros:

Espero que después de tan largo viaje ustedes hayan podido descansar bien para
iniciar las tareas del congreso.
En este caso me salgo de lo convencional y no voy a presentar un informe escrito;
más bien que tomar la palabra para un informe, tomo la palabra para inaugurar el
congreso. He preferido llegar con las ideas al día, con las últimas noticias, con
todos los datos frescos, apartándome de formalismos, para crear las condiciones más
propicias, a fin de que podamos analizar y discutir.
Por lo general, en los informes se trazan líneas, se trazan políticas y aquí,
realmente, lo que vamos es a analizar y a discutir para trazar líneas y para trazar
políticas.
Es nuestro interés que los delegados se expresen con entera libertad sobre los temas
que vamos a discutir de las resoluciones, en los cuales hay cabida para todos los
criterios, o para cualquier tema que pueda surgir. Por eso pienso que tal vez la
clausura tenga más importancia que la inauguración.
Nosotros queremos promover la más amplia discusión. Para llevar a cabo esa
discusión, nos vamos a guiar por las resoluciones en el orden en que fueron
discutidas en las asambleas de las provincias y, además, que hemos mantenido, puesto
que el compañero Machadito expresó otro orden. A nosotros nos parece que debe ir con
un cierto orden de importancia: primero los Estatutos, tal como estaba programado;
después las cuestiones del Programa, el Poder Popular y, por último, las cuestiones
económicas y sociales.
No quiero adelantar opiniones ni ideas sobre estos temas porque, precisamente,
queremos que cada cual se exprese con entera libertad. Pienso que nuestro congreso
es muy democrático, y ha sido organizado de la forma más democrática en que puede
ser organizado un congreso.
Comenzamos por el Llamamiento, en cuya discusión participaron millones de
compatriotas; después, ya elaborados los documentos, fueron discutidos en la
Comisión Organizadora.
Debo decir que no hemos dispuesto de mucho tiempo para el congreso. Debo recordar
que el Llamamiento fue hecho en el primer semestre del pasado año, pero la fecha
estaba por decidir.
En el primer semestre del pasado año, las circunstancias todavía eran bastante
normales, aunque ya se vislumbraban dificultades y problemas. Estaban en
construcción las obras del congreso, ya se había decidido hace años que el congreso
tendría lugar en Santiago de Cuba, las obras tardarían un tiempo, y así estuvimos
pensando en distintas fechas: si sería, más o menos, a raíz del aniversario de la
Protesta de Baraguá, después vimos que estaba apretado ese calendario, y estuvimos
pensando en el 26 de Julio para inaugurar el congreso; pero también aquí se
presentaron algunos inconvenientes, coincidía con los Panamericanos. Las obras del
congreso se estaban haciendo al mismo tiempo que algunas obras de los Panamericanos,
y nos dimos cuenta de que era imposible empezar un congreso el día 26 y unos
panamericanos los primeros días de agosto; no era posible, llegamos a la conclusión
de que tendría que ser después de los Panamericanos el congreso.
Pero debo añadir que por aquellos días no había seguridad de nada, no sabíamos cuál
iba a ser la situación del país, ni tan siquiera si se podrían realizar los juegos
Panamericanos en el mes de agosto, y cómo sería nuestro congreso, porque hemos
vivido un año de mucha incertidumbre, como tendrán que ser inevitablemente estos
años; seguimos trabajando de acuerdo con los planes, y hubo momentos, incluso, en
que teníamos dudas de si era razonable dar el congreso en condiciones de período
especial crítico --porque estamos en período especial, pero todavía no estamos en lo
que pudiéramos considerar la fase más crítica de un período especial; hemos deseado
y hemos luchado porque esa fase crítica no llegue, hemos hecho todo lo posible, pero
no está en nuestras manos evitarlo--, y cuando pensábamos que había que realizar el
congreso, que se había hecho el Llamamiento, nos preguntábamos: En qué condiciones
podremos realizarlo, cómo estará el transporte, cómo estará el combustible, cómo
estará la electricidad de continuar evolucionando, como estaban evolucionando, los
acontecimientos en la Unión Soviética.
Ese fue un problema que tuvimos que plantearnos seriamente en la Comisión
Organizadora; pero llegamos a una conclusión --a mi juicio-- correcta: el congreso
hay que celebrarlo de todas formas, en cualquier circunstancia, aunque sea en el
momento más crítico del período especial, aunque tengamos que reducir el número de
delegados, y decíamos: Si el congreso puede darse en condiciones más o menos
normales --si es que se pueden llamar normales las circunstancias actuales--, pues
podemos celebrarlo, tal y como estaba programado, en Santiago de Cuba, en las
instalaciones que se han creado para ello; pero si ni siquiera esas posibilidades
existieran, tenemos que darlo, si no en Santiago de Cuba, en cualquier lugar de la
república; si no en un edificio tan espléndido como este, en una carpa de circo si
fuera necesario, y marchando hacia el congreso a pie, a caballo, en quitrín o en
bicicleta, pero realizar el congreso; se convirtió para nosotros en una cuestión de
principio fundamental llevarlo a cabo en cualquier circunstancia.
Es que hemos estado viendo, realmente, la evolución de los acontecimientos en la
Unión Soviética, desde antes, y nadie podía tener seguridad de nada. Las cosas
siguieron marchando como hasta ahora; digamos, como hasta ahora, cada vez peor, pero
sin llegar a esas circunstancias supercríticas que nos impidiera realizar el
congreso en las condiciones programadas en la ciudad de Santiago de Cuba y con la
máxima austeridad posible, con el mínimo de gastos en todo: en combustible, en
materiales, en lo que fuera. Vean como esta vez nadie recibió ropa para venir al
congreso.
Tengo entendido que en el I, en el II y en el III había un trajecito, dos
trajecitos, algunas cosas para el congreso, y esta vez: No, cada cual que venga con
lo que tenga, y por lo que veo han venido bien (APLAUSOS), se puede apreciar más
bello colorido cuando cada cual trajo su blusa, o su camisa, o su saco, o su
guayabera, o lo que fuera, mucho mejor que si el compañero Machadito nos hubiera
mandado a diseñar seis o siete modelos de trajes para el congreso, si hubiera tela,
y entonces pareceríamos un cuerpo uniformado (RISAS).
Vimos que había posibilidades de hacer el congreso moviendo el personal en tren, los
que estuvieran más cerca en ómnibus, albergándonos en las mismas instalaciones donde
se albergaron los atletas para los Panamericanos. Así se tomó la decisión y así se
hizo.
No hubo ni siquiera mucho tiempo para preparar los materiales, porque a partir del
momento en que se desencadena la convocatoria, con fecha y todo, quedaban unas
cuantas semanas; fue en el mes de junio que se señaló la fecha del congreso.
Afortunadamente tenemos bastantes fechas en la historia de nuestro país y pienso que
escogimos una excelente.
Para preparar los materiales el tiempo era escaso, sobre todo, compañeras y
compañeros, si se tiene en cuenta que hay un inmenso trabajo para todos los cuadros
en todas partes y en todos los niveles. Nosotros mismos nos planteábamos lo
siguiente: está envuelto el Partido en un inmenso trabajo, el congreso nos va a
llevar tiempo, nos va a llevar incontables horas, ¿cómo nos las arreglaremos para
llevar a cabo todas las tareas que tenemos por delante, inmediatas, urgentes,
apremiantes, y al mismo tiempo hacer todos los trabajos, todos los análisis, todos
los estudios y todas las discusiones previas al congreso? Era un punto que nos
preocupaba, pero llegamos a la conclusión de que teníamos que enfrentar las dos
tareas.
Sin embargo, no todo el mundo se podía dedicar, en cuerpo y alma, a la preparación
de los documentos. Trabajaron determinados equipos elaborando, bajo la supervisión
de una serie de compañeros y a través de consultas, y llegaron al fin los proyectos
de resoluciones a la Comisión Organizadora; pero aunque la Comisión Organizadora
dedicó días, no era posible un examen minucioso de cada párrafo, de cada línea, de
cada palabra, de cada coma, y nosotros mismos estábamos conscientes de que la
redacción había sido rápida. Y cuando se va a arreglar una redacción de estas no es
fácil, sobre todo cuando hay decenas y decenas de opiniones; si alguien quiere
añadir un párrafo, hay que encontrar dónde cabe ese párrafo, o una idea, o un
concepto, o una palabra.
A pesar de todo trabajamos largamente en la Comisión Organizadora, y antes que esta
trabajó un pequeño grupo --una pequeña comisión creada por la Comisión Organizadora
en breve tiempo--, se le enviaron los materiales, los analizó, los revisó, les
introdujo arreglos, les añadió cosas, y fueron esos mismos materiales, impresos a
toda velocidad, los que se llevaron a las asambleas provinciales. De modo que
estamos muy conscientes de que están lejos de haber alcanzado una redacción perfecta
y de haberse perfilado de manera óptima; pero pasaron por todas las asambleas los
proyectos de resoluciones principales. No quiere decir que estos sean los únicos
proyectos de resoluciones, en el congreso pueden surgir y surgirán otros.
Estos proyectos fueron analizados en todas las provincias por todos los delegados, y
después volvieron a la Comisión Organizadora. Ya ustedes saben, o pueden comprender,
lo que significa recoger decenas de propuestas, de acuerdos, analizarlos, acogerlos
--aquellos que podían ser acogidos--, ideas, temas que surgieron en las discusiones;
pero a pesar de todo se recogió lo más posible, lo que era posible recoger, y se
imprimieron a toda velocidad los folletos con las resoluciones. Es el material que
se ha traído al congreso.
Son ideas y cuestiones que empezaron a discutirse hace más de un año, en lo cual se
trabajó bastante, todo lo que fue posible, en el corto tiempo de que disponemos,
para llevar a cabo este congreso en armas, porque yo le llamo congreso en armas.
Dije: Bueno, aunque tenga que ser un congreso en armas y aunque estemos en un
magnífico teatro, las circunstancias son de un congreso en armas.
Afortunadamente hemos podido disponer de algún material, de alguna cartulina,
algunas impresiones; quizás hubiéramos tenido que hacerlo en mimeógrafos, y lo
hacemos en mimeógrafos, pero el congreso había que darlo y se está dando.
Pienso que es una prueba de la voluntad, de la decisión del Partido de vencer
obstáculos, de cumplir con sus propósitos, de cumplir con sus ideas.
Estas son las condiciones en que se ha preparado todo este trabajo, y considero un
deber explicárselo a ustedes, que seguramente han podido apreciar algunas de estas
deficiencias que están en nuestros documentos.
Es preciso realmente dar las gracias a los santiagueros y a los trabajadores de
Santiago por lo que han hecho y cómo en condiciones difíciles han podido llevar a
cabo estas tareas.
Creo que este teatro es una maravilla, no hay más que verlo, su concepción por el
arquitecto principal y por el grupo de arquitectos que colaboró con el diseño, en
fin algo de lo cual se puede sentir orgulloso el país. Creo sin duda que este es el
mejor teatro con que cuenta la nación en este momento y que no será un teatro solo
para el congreso. Aquí estamos reunidos hoy, pero este será un baluarte
extraordinario de la cultura para Santiago de Cuba que tanto se lo merece; además,
servirá también para complementar el programa de turismo. No solo proporcionará
bienestar de tipo espiritual a la ciudad de Santiago, a las provincias orientales,
sino también ayudará a recaudar fondos para el país, servirá para eventos
internacionales, servirá para muchas cosas, y este teatro se pagará.
Tenemos también las instalaciones deportivas que se hicieron en tiempo récord. Nadie
creía que se terminaba para los Panamericanos la sala polivalente "Urgellés". Es la
obra que he visto construir más rápido, quiero decir que he visto terminar más
rápido; era la más atrasada y la terminaron y lo hicieron con calidad. El monumento
es impresionante tanto por su concepción como por su ejecución, la plaza, el
hospital de más de 1 000 camas que también debe producirnos un poco de divisas,
porque debemos dedicar un 30% de esas instalaciones hospitalarias al turismo de
salud --que crece-- de personas que vienen a atenderse en Cuba. No se cierra ningún
hospital, se mantienen los que había, pero tenemos que estar preparados para
utilizar una parte de esa nueva capacidad en buscar recursos para el país.
El hotel --no sé si algunos de ustedes lo ha visto, quizás muchos no hayan podido
verlo todavía-- es una de las obras más maravillosas que se han construido en este
país; el primer hotel de cinco estrellas, proyecto cubano, diseño cubano, concepción
cubana, muebles cubanos. Realmente uno se siente orgulloso cuando mira esa obra. Yo
la había visitado cuando estaba en construcción, ayer tuve oportunidad, unos
minutos, de recorrerla, subimos hasta el último piso, allí hay un mirador que es una
maravilla. Desde allí se ve Santiago, qué es el nuevo Santiago. Dicen: Mire, aquella
es la nueva zona tal y más cual, donde viven 80 000 personas; 80 000 personas eran
casi las que vivían en Santiago de Cuba al triunfo de la Revolución. Pero ese hotel
es un orgullo y debe convertirse en una fuente importante de ingresos para el país.
Estamos haciendo asociaciones y negocios con algunas empresas internacionales para
la máxima explotación de esas instalaciones. Las instalaciones que se hicieron en la
universidad son excelentes también y servirán para albergue de los estudiantes
universitarios en el futuro.
De modo que debemos sentirnos profundamente agradecidos a los compatriotas de
Santiago y a los obreros, sobre todo a los obreros de la construcción de Santiago de
Cuba, aunque en esas tareas intervienen no solo constructores, sino fabricantes de
muebles y otros muchos que cooperan para una obra de esta naturaleza. Por eso en una
ocasión dije que, a mi juicio, los contingentes de Santiago de Cuba se habían
convertido en los más productivos y los más eficientes, lo cual es un notable avance
porque antes las obras no se terminaban nunca.
No eran destacados los constructores de Santiago de Cuba; al calor de esta ola
patriótica se han multiplicado, se han triplicado, se han quintuplicado, y he
hablado de algunas de las obras del congreso y de los Panamericanos. Del turismo
están haciendo numerosos hoteles, han construido un Tropicana que dicen que va a ser
mejor que el de la capital, han construido gran número de presas, instalaciones
porcinas, avícolas, etcétera. Ha sido un gran trabajo el de la provincia, que ha
precedido este congreso y ha contribuido a darle calidad y entusiasmo al magno
evento.
Creo, compañeras y compañeros, que nuestro más importante deber, el primero de
todos, es que analicemos con mucho realismo la situación actual de nuestro país, que
comprendamos con mucha claridad que estamos viviendo un período excepcional.
Meditando sobre este congreso, que algunos llaman ya histórico --y no por llamarlo
histórico, sino porque con razón es un congreso histórico y tiene que ser un
congreso histórico, dadas las circunstancias excepcionales en que tiene lugar--,
trataba de recordar otros episodios de la historia de Cuba, trataba de recordar, en
primer lugar, este 10 de Octubre que marca un aniversario más del inicio de nuestras
luchas por la independencia.
Aquel 10 de Octubre de 1868, cuando éramos una colonia, cuando una gran parte de
nuestra población era esclava, cuando la inmensa mayoría de nuestros compatriotas
carecían de derechos políticos y que marcó un momento singular de nuestra historia,
fue como hoy. A estas horas en que estamos reunidos aquí estarían sonando las
campanas, se escucharían los clarines, se organizaban las fuerzas, se iniciaban las
primeras acciones, hace 123 años. ¡Qué momento tan extraordinario de la historia de
nuestro país fue aquel! Diez años después de lucha heroica, incomparable, sin
paralelo en la historia, tuvimos la Protesta de Baraguá. Ochenta y cinco años
después del 10 de Octubre, y setenta y cinco años después de la Protesta de Baraguá,
tuvimos el 26 de Julio.
Esta es una constante en nuestra historia, los esfuerzos de nuestro pueblo desde que
se constituyó como nación. Y quién iba a decir entonces, quién pensaría que un día
como hoy, este 10 de octubre de 1991, nos reuniríamos en este congreso, en esta
misma ciudad de Santiago de Cuba, la tierra --como dijo Lazo-- de Baraguá, la tierra
de las luchas por la independencia, la tierra donde yacen los restos de Martí, la
tierra donde nacieron los Maceo, la tierra de tantos y tantos héroes y mártires, la
tierra del Moncada.
Conversando con Lazo y con otros compañeros ayer por la tarde, les decía: "¿Qué
haría Martí si estuviera presente aquí en este congreso en este momento? ¿Qué harían
los Maceo si estuviesen presentes aquí en este momento? ¿Qué harían los combatientes
de Baraguá en este momento? ¿Qué harían nuestros héroes y mártires de este siglo,
qué haría Mella, qué haría Frank País, qué harían nuestros héroes internacionalistas
si estuvieran aquí?"
Pienso que en realidad tenemos muchos Maceo y tenemos muchos Martí, tenemos muchos
héroes, tenemos muchos internacionalistas y muchos combatientes que hoy se llaman
socialistas, que hoy se llaman comunistas (APLAUSOS PROLONGADOS).
Yo los veo, y digo: Estos hombres y estas mujeres no pueden ser distintos que
aquellos. Yo los veo y en su temple veo el temple de aquellos. Digo: ¿Tanto temple?
Sí, tanto temple como el de aquellos. ¿Tanto espíritu, tanta valentía? Sí, tanto
espíritu y tanta valentía como el de aquellos. ¿Es una tarea tan difícil por
delante? No, una tarea más difícil por delante (APLAUSOS). ¿Una responsabilidad
histórica como la de aquellos? No, una responsabilidad histórica mayor que la de
aquellos. No es que aquellos fuesen incapaces de afrontar estas tareas, estoy seguro
de que las habrían afrontado tanto o más que nosotros, pero es que la historia le
asignó a cada cual su tarea, a cada generación y a cada época, y a nosotros nos
asignó una más difícil, una de mayor responsabilidad.
Antes eran las luchas por los destinos de nuestro pueblo, aunque ya eran en parte
también las luchas por los destinos de América, sobre todo cuando Martí escribió en
su última carta que todo lo que había hecho y haría era para impedir a tiempo con la
independencia de Cuba que los Estados Unidos se extendieran como una fuerza más
sobre los pueblos de América. Ya la prédica y el pensamiento martiano tenían un alto
contenido universal, un alto contenido internacionalista y se proclamaba la lucha
por la independencia de Cuba y de Puerto Rico --que todavía está allí en manos de
los yankis--, un país que no tiene ni derecho a invitar a un visitante. Ya Martí se
preocupaba por toda la América, ya Martí continuaba los sueños de Bolívar, ya Martí
pensaba en la unidad latinoamericana y en la independencia de América Latina frente
al coloso del Norte, el monstruo en cuyas entrañas vivió.
Hoy nos corresponde a nosotros una responsabilidad universal. Somos el único país
socialista en medio del occidente, de todo el occidente y de una parte del oriente,
el único. Y qué odio nos tienen algunos por la capacidad de nuestro pueblo, de
nuestra patria de aceptar ese desafío y de mantener en alto sus banderas y su
disposición a defender esas banderas; como hemos dicho otras veces, las más justas y
las más humanas que han existido en la historia de la humanidad.
Hoy luchamos no solo por nosotros mismos, no solo luchamos por nuestras ideas, sino
luchamos por las ideas de todos los pueblos explotados, subyugados, saqueados,
hambrientos de este mundo; luego, nuestra responsabilidad es mucho mayor.
Si meditamos esto, comprendemos que tenemos razones para calificar de histórico
nuestro Congreso, porque se trata precisamente de saber, de analizar y decidir cómo
vamos a defender esas ideas y hasta qué límites estamos dispuestos a defender esas
ideas, que no son simplemente ideas, es nuestro destino, es nuestra independencia,
es nuestra Revolución, es nuestra justicia social, como no existe en ningún otro
país de la Tierra; y nos vemos obligados a defenderla en condiciones
excepcionalmente difíciles, solos, solos, aquí, en este océano de capitalismo que
nos rodea.
Claro está que mientras existía el campo socialista, mientras no existían los
problemas que han ocurrido en la Unión Soviética, nosotros teníamos sólidos
baluartes en que apoyarnos, en los cuales nos hemos apoyado durante estos 30 años, y
esos sólidos baluartes hoy no existen; el baluarte somos nosotros mismos y todos
aquellos que en el mundo simpatizan con nuestra causa, admiran nuestra causa, y
admiran el heroísmo y la determinación de nuestro pueblo.
Por eso, me parece muy importante no solo que comprendamos estas cosas en abstracto,
sino que comprendamos estas cosas en concreto, cuáles son los problemas del período
especial y qué debemos hacer para superarlos.
Hay muchos que entienden el período especial: "sí, estamos en período especial";
pero hay algunos que dicen: "estamos mejor en período especial", cuando muchas cosas
que se distribuían por el mercado paralelo se distribuyen ahora por la libreta,
cuando a muchas casas llegan algunos productos que antes no llegaban, que eran los
coleros, los que cobraban por hacer colas y otras cosas, los que los recibían.
Hay muchas personas que todavía no comprenden lo que es el período especial y los
problemas del período especial. Hay muchos que todavía sueñan con cosas que veníamos
haciendo, que veníamos resolviendo, y que de repente nos vemos obligados a
interrumpir cuando llevábamos a cabo un tremendo programa, a partir del proceso de
rectificación, en una serie de campos. Estábamos levantando la construcción de
viviendas tremendamente; habíamos reorganizado el movimiento de microbrigadas, para
citar un ejemplo. Le estábamos dando un impulso enorme a la producción de materiales
de construcción; habíamos hecho considerables y aceleradas inversiones en la
recuperación de la capacidad de cemento, en la ampliación de las capacidades de
cabilla, en la producción de bloques, de ladrillos, de cemento, de arena, de
baldosas. Hubo numerosas fábricas que estaban en cajas hacía más de 10 años, y en
cuestión de meses las construimos. Había un molino de piedra en Villa Clara que
llevaba no se sabe cuánto tiempo sin montarse, y en un tiempo récord un contingente
de Villa Clara lo construyó, el famoso molino de El Purio. Hubo cemento para todas
las obras sociales, para viviendas, para las obras económicas, para hoteles, para
todo.
Es decir, a partir del proceso de rectificación se abordaron cantidad de problemas
para resolver muchas de las dificultades materiales que teníamos. La voluntad
hidráulica fue recuperada, alcanzando un nivel que no había alcanzado nunca,
organizados en contingentes muchos de los constructores. Se elaboraron planes de
producción agrícola, se trasladaron áreas de la producción cañera a la producción de
viandas y vegetales. Se elaboraron programas, se reunieron equipos en estos años
para organizar más de 200 brigadas de riego y drenaje parcelario en la caña, decenas
y decenas de brigadas de construcción de presas y canales, sistemas de riego,
construcción de vaquerías, construcción de centros integrales porcinos, de naves
avícolas, de sistemas ingenieros en el arroz.
No se perdió un minuto, con los escasos recursos de que disponía el país para
impulsar todos estos planes; se construyeron círculos, escuelas especiales,
policlínicos, se terminaron hospitales. Solamente en la Ciudad de La Habana se
construyeron 110 círculos en dos años, y el ritmo creo que era cinco por quinquenio;
había miles y miles de mujeres esperando el círculo para poder incorporarse al
trabajo. Y ya en una situación difícil, en que no había créditos capitalistas que
durante años se pudieron obtener con facilidad por parte de todos los países, en
circunstancias muy difíciles, se le dio impulso a un conjunto de programas antes de
que ocurriera la debacle en el campo socialista.
No es, a mi juicio, todavía el momento de hacer lo que Carlos Marx llamaría un
examen concienzudo --ustedes saben que Marx utilizaba esos términos de examen
concienzudo, y se tomaba mucho tiempo para hacer un examen concienzudo; bueno, el
estudio de "El Capital" le llevó toda la vida, y algunos de los materiales le
llevaron mucho tiempo, por querer hacer las cosas bien. Digo que todavía no ha
llegado el momento de hacer un examen concienzudo y profundo de todos los factores
que condujeron a esa debacle, independientemente, desde luego, de los factores
subjetivos, independientemente de los factores externos, independientemente de la
batalla ideológica perdida en el seno de esas sociedades, bajo el influjo abrumador
de la propaganda de las sociedades de consumo occidentales que salieron intactas de
la Segunda Guerra Mundial, que atesoraban todo el oro del mundo con que entablaron
su competencia económica, política, ideológica con el naciente campo socialista;
independientemente de errores e independientemente de las responsabilidades de los
hombres y de los líderes. Falta tiempo para hacer un examen profundo de todos esos
factores.
Sí estamos conscientes de muchas cosas que hicieron y que nosotros no hemos hecho.
Quizás nosotros aquí, cara a cara al enemigo, a 90 millas, a unas pulgadas ahí de la
base de Guantánamo, no protegidos por ninguna sombrilla nuclear, elaboramos nuestras
ideas, elaboramos nuestros pensamientos y desarrollamos nuestro espíritu para
enfrentar esa tremenda situación de estar en el pleno corazón de Occidente y a las
puertas del imperio más poderoso de la Tierra. Y eso tiene que habernos ayudado,
pero no ha llegado todavía el momento de hacer ese examen.
Ahora tenemos que atenernos a los hechos y, sencillamente, el campo socialista se
derrumbó, Estados enteros fueron tragados por otros Estados, la clase obrera perdió
el poder y se inició un camino de regreso al capitalismo. Los hechos reales son que
en la Unión Soviética se ha producido prácticamente una debacle; los hechos reales
son que en la Unión Soviética hoy no se habla de socialismo, se habla de economía de
mercado; en dos palabras, las voces prevalecientes son voces en favor del
capitalismo y del capitalismo más clásico.
El hecho real tristísimo es que hoy en la Unión Soviética no hay un partido
comunista, está fuera de la ley el partido comunista, ha sido disuelto por decreto.
El hecho real es que la URSS se ha debilitado extraordinariamente y sufre grandes
riesgos de desintegración. Esos son los hechos reales.
¿Es que podemos suponer que tales hechos reales no influyen en nuestro país? ¿O es
que nosotros vivimos en otro planeta, o es que estamos en la Luna, o es que no
vivimos en la Tierra? ¿Es que acaso se ha desarrollado la Revolución en una urna de
cristal, independiente del resto del mundo y de los problemas del resto del mundo?
¿Es posible que podamos olvidarnos de eso?
Por ello es de gran importancia que sepamos cómo estos acontecimientos nos han
afectado de manera material, directa. Pero estos acontecimientos no solo influyeron
de una manera material, directa, estos acontecimientos influyeron ideológicamente,
hubo mucha gente que se confundió en los primeros momentos de aquel proceso, incluso
con cierta lógica, porque las primeras palabras eran interesantes, bonitas,
agradables, se trataba de perfeccionar el socialismo. ¿Y quién no añora, quién no
desea, quién no quiere perfeccionar el socialismo? Por grandes que hayan sido los
avances de una sociedad, por grande que sea la justicia que haya traído al seno de
una sociedad, ¿quién no desea ver perfeccionado el socialismo? Y así algunas ideas
similares ganaron la simpatía de mucha gente.
Esto influyó ideológicamente, no solo las buenas intenciones o las bellas palabras
iniciales. También influyeron ideológicamente los desastres, la increíble evolución
de los acontecimientos afectó la confianza, el ánimo, la conciencia de mucha gente;
pero, sobre todo, nos ha afectado de una manera terrible en lo material, puesto que
desde que surge la Revolución recibimos de la URSS y el campo socialista la primera
cooperación, los primeros actos de solidaridad que tanto hemos agradecido y
agradeceremos siempre, porque se agradece a los pueblos, se agradecen los
acontecimientos históricos, se agradecen los sentimientos de solidaridad, y esos no
pueden olvidarse nunca.
Cuando caímos bajo el férreo bloqueo de Estados Unidos, dueño de este hemisferio,
que no quería saber de nada que se pareciera a una revolución, y mucho menos a una
revolución socialista; cuando, incluso, nos cortaron los suministros de petróleo y
recibimos la garantía de que nuestro país recibiría el petróleo que necesitaba, y
que el azúcar para adquirir ese petróleo tendría mercado en la Unión Soviética;
cuando recibimos solidaridad en todos los campos, desde el campo de la defensa hasta
el campo del desarrollo económico; y cuando el bloqueo, el aislamiento, nos
obligaron a trabajar en una dirección, solo había un camino, el camino de la amistad
y la colaboración con los países socialistas, fundamentalmente la Unión Soviética.
Sobre esa base se elaboraron los planes de la Revolución durante 30 años; sobre esa
base resistimos el bloqueo, las amenazas, las agresiones; sobre esa base nos hemos
defendido. Cualesquiera que hayan sido las altas y bajas, Crisis de Octubre,
etcétera, nuestro pueblo solitario, en medio de años y años de bloqueo, trazó su
pauta y trazó su camino apoyado sobre aquellos sólidos pilares que eran el campo
socialista y la Unión Soviética, pilares que hoy se han derrumbado mientras el
bloqueo permanece más férreo que nunca.
Así que nosotros tenemos que trabajar hoy sobre los restos, sobre las ruinas de los
que fueron aquellos pilares. No es que estén destruidos los vínculos económicos
entre la Unión Soviética y Cuba, es que en este momento nadie puede asegurar si la
Unión Soviética sigue existiendo como gran Estado multinacional, o si sus
componentes se desintegran. Muchos de aquellos Estados han declarado la
independencia, se habla de distintas formas de unión, de una nueva unión, de un
espacio económico común; pero lo que es aquel país, aquel grande y poderoso Estado
multinacional, tal y como nosotros lo conocimos, no existe en este momento. Las
adaptaciones y readaptaciones que hay que hacer son infinitas; antes los acuerdos y
las relaciones se desarrollaban con un gobierno en representación de todo ese
inmenso país, hoy hay que desarrollar relaciones con repúblicas, con empresas, con
decenas, cientos, miles de empresas, y con las diversas repúblicas en un momento
incierto.
Ahora, es necesario que nosotros conozcamos esto, que --como se dice
corrientemente-- cada uno de nosotros interiorice esto, que cada uno de los
ciudadanos interiorice esto --y qué trabajo cuesta la famosísima frase "interiorizar
los problemas"--, y no que lo interioricemos solo los cuadros, aunque los cuadros
mismos tenemos que interiorizarlo. Es necesario que todos los ciudadanos lo
interioricen, o el máximo de ciudadanos posible, porque sabemos que,
desgraciadamente, hay ciudadanos que ni ven la televisión, ni oyen las noticias, ni
leen el periódico, ni se enteran de nada. Esos los hay por ahí, ustedes se los
encuentran, yo me los encuentro.
Si no empezamos por esto, no estaremos enfocando bien los problemas, no estaremos
elaborando bien nuestra estrategia, no estaremos enfocando bien la situación para
enfrentarla, para superarla.
Es duro tener que hablar de estos temas, es mucho más agradable pintar cosas en el
aire, hacernos ilusiones, endulzarle la vida a cada cual trayendo informaciones,
noticias superoptimistas, agradables. Creo que nuestro primer deber como
revolucionarios y como comunistas en este congreso, es analizar esas realidades.
Muchas veces por razones diplomáticas, por razones de alta política o porque son
temas que se están discutiendo, no exhibimos públicamente o brindamos información
detallada de las dificultades o de los problemas; pero creo que aquí, en este
congreso, hay que hablar así, hay que hablar de cuáles son los problemas, cuál es la
situación de nuestras relaciones económicas con la URSS y con los países
exsocialistas de Europa en este momento, qué recibimos y qué no recibimos, cómo se
ha comportado el comercio entre nuestros dos países, cómo se han comportado esas
relaciones económicas, aunque no es agradable abordar el tema. Y quiero hacerlo hoy
como contribución inicial a los debates y al desarrollo del congreso, por eso traje
algunos materiales --nadie se asuste, que no va a ser muy extenso todo esto--, aquí
están. Les dije que ni tiempo hubo, realmente, de elaborar un largo y tradicional
informe para hacer un balance, como se suele hacer en los informes de lo que hizo
cada cual, cada organización de masa, el país, todos. Ese no es el problema, el
problema es el que está en esta frase, cuál es la situación, qué hay que hacer para
salvar la patria, la Revolución y el socialismo en estas excepcionales
circunstancias.
Aquí, revisando todos estos materiales que no voy a leer, ni mucho menos, sino tomar
algunas partecitas, algunos datos, algunas observaciones, que con letra menudita
--porque aquí en uno de estos materiales no se puede escribir con letra muy grande--
he ido haciendo anotaciones para tratar de sintetizar y, sobre todo, para tratar de
hacerlos comprensibles, porque a veces estos materiales son difíciles de comprender,
son enredados, yo me decía: ¿Cómo le explico al congreso de manera que todos
entiendan?
Hasta el año 1989 las cosas iban marchando bastante normalmente en las relaciones
económicas con la URSS y con los países socialistas, hasta que ya comienza el
desastre, en 1989, por los países de Europa del Este; pero quedaba la URSS todavía
bastante estable. Por eso en la primera parte me voy a referir, fundamentalmente, a
las relaciones económicas con la URSS.
Voy a tener que usar algunos números, con perdón de ustedes. A veces hablo en pesos
o en rublos, pónganlos, más o menos, equivalentes al peso; otras veces tengo que
hablar en dólares, porque ya a partir de 1991 el comercio se mide en dólares, no en
rublos. Por decisión de la parte soviética, los cálculos había que hacerlos en
dólares. Pónganlos, más o menos en rublo, en el cambio internacional, para medir.
Con la URSS teníamos el grueso de nuestro comercio. Con los países socialistas en su
conjunto el 85% del comercio, pero con la URSS la mayor parte. Con la URSS teníamos
precios preferenciales en el azúcar. ¿Qué quiere decir esto? Que la URSS no nos
pagaba al precio del basurero del azúcar, que es el precio mundial. El azúcar que
sobra por ahí se vende en un basurero que se llama mercado mundial, porque casi
todos los países que compran azúcar lo pagan a otros precios.
Históricamente, cuando Estados Unidos nos compraba el azúcar, eran precios
acordados. Estados Unidos era un gran importador de azúcar, hoy importa el 20% de lo
que importaba antes de la Revolución Cubana. Primero nuestra cuota la repartió por
el mundo y después se la fue quitando a todos, desarrollando la producción sobre la
base de caña, remolacha, fructosa, que viene del maíz, que sirve para endulzar
licores. De manera que de 5 millones de toneladas que importaba, actualmente importa
alrededor de un millón de toneladas. El mercado que nos quitó y repartió entre mucha
gente para conquistar su apoyo frente a Cuba, ya después lo quitó y prácticamente se
autoabastecen de azúcar.
Nosotros recibíamos un precio preferencial en la URSS. Eso no fue casualidad, fue
resultado de la experiencia, de la historia. Los acuerdos con la Unión Soviética los
hacíamos quinquenales, por cinco años. Desde cinco años antes se calculaban las
mercancías que se habrían de recibir de la URSS cada año o en el quinquenio, después
se discutía año por año, cantidades de azúcar a enviar por Cuba, níquel, cítricos.
Nosotros observábamos que a medida que pasaban los años los productos de la URSS
aumentaban de precio y los productos del azúcar mantenían el mismo. Fue cuando
nosotros ideamos y propusimos la fórmula de precio resbalante.
En los primeros años la URSS nos compró el azúcar al precio del mercado mundial,
pero por este fenómeno llamado del intercambio desigual, todos estos productos
industriales que producen los países desarrollados se venden cada vez más caro,
mientras los productos de los países en desarrollo, de los países del Tercer Mundo,
se mantienen al mismo precio o tienden a disminuir.
El azúcar subía y bajaba, hubo un momento en que adquirió un precio alto. Entonces
los soviéticos nos dieron un precio por el azúcar. Variaba, varió distintas veces
desde los primeros años de la Revolución, hasta que en un momento dado llegamos al
concepto de los precios resbalantes, y cuando el precio de los productos que ellos
nos exportaban subía, subía proporcionalmente el precio de los productos que
nosotros les exportábamos a ellos. Por eso es que el azúcar adquiere en un momento
un precio alto, 600, 700, 800, hasta 900 rublos.
En la década del 80, esos precios sufrieron alguna rebaja, pero no de consideración,
y los soviéticos decían: "Bueno, rebajamos un poco el precio del azúcar y
compensamos con créditos cualquier desbalance comercial." Por eso nuestro azúcar
tenía un precio de 800 rublos, o más de 800 rublos.
Pero también el petróleo era un producto muy barato al triunfo de la Revolución,
valía dos dólares el barril, de 14 a 15 dólares la tonelada; no se había producido
el boom de los precios del petróleo con motivo de la guerra en el Medio Oriente, que
dio lugar a un boicot comercial. La OPEP entonces se puso de acuerdo, vio todas las
ventajas de aquella situación, redujeron las producciones de petróleo y elevaron los
precios considerablemente; a partir de esa guerrita, y a partir de las acciones que
vinieron después, el hecho real es que el petróleo subió extraordinariamente, y muy
por encima de su costo de producción; hubo momentos en que alcanzó 200 dólares la
tonelada, 28, 29, 30 dólares el barril. De modo que con lo que se compraba un barril
de petróleo a mediados de los años 70, en el año 1959 se compraban dos toneladas que
tienen siete y tantos barriles aproximadamente. Vean qué subida descomunal sufrió el
petróleo.
Como el petróleo era el principal producto de exportación de la URSS a Cuba, en
virtud del acuerdo de los precios resbalantes, subió también el precio de nuestro
azúcar, después subieron el níquel y otros productos, buscábamos una compensación.
Esos son los famosos "subsidios" de que hablaba tanto Occidente, cuando no se
trataba más que de un acuerdo justísimo, que ha sido la aspiración de todos los
países del Tercer Mundo: cese del saqueo, cese del intercambio desigual y pago de
precios razonables por los productos que exportan los países del Tercer Mundo. Ese
es el origen de los altos precios del azúcar de Cuba en la URSS; pero quiero que
sepan que cuando nosotros le suministrábamos a la URSS el azúcar a 800 rublos,
producir una tonelada de azúcar en la URSS valía 1 000 o más de 1 000 rublos. Nos
pagaban un precio alto, pero un precio por debajo del que le costaba a la URSS
producir con remolacha una tonelada de azúcar, ¿está claro?
Si no alcanzaba, teníamos dos créditos: créditos comerciales para equilibrar las
importaciones y las exportaciones; y, además, créditos de colaboración económica
para construir plantas eléctricas, fábricas, industrias mecánicas, distintos
objetivos que hemos construido con la Unión Soviética.
Aquí mismo en Santiago de Cuba se han instalado plantas termoeléctricas de la Unión
Soviética, plantas mecánicas, una gran planta textil, se ha modernizado y ampliado
la refinería de petróleo con equipamiento de la Unión Soviética. El programa del
desarrollo ferrocarrilero fue con colaboración económica de la Unión Soviética.
Explico estos antecedentes para que se puedan comprender un poco mejor los números.
Les decía que en 1989 la situación fue, más o menos, normal. Ahora, para 1990 ya
empezaban los problemas, pero todavía se hizo un buen acuerdo con la URSS, se
acordaron exportaciones soviéticas por valor de 5 131 millones de rublos, ¡cinco mil
ciento treinta y uno!, de las cuales se embarcaron hasta el 31 de diciembre de ese
año 3 828 millones de rublos, para un 75% de lo protocolarizado, quedando un volumen
de productos por embarcar ascendente a 1 300 millones de rublos; es decir, de los 5
131 acordados no se embarcaron alrededor de 1 300 millones. Eso es en 1990.
Algunos compañeros conocen una parte de estos datos, porque en reuniones con el
Partido, con las organizaciones de masa se explicaron estas cosas, una parte; en
reuniones que tuvieron lugar en el mes de junio se informó cuál era la situación
hasta mayo de 1991, aunque no se dieron a la publicidad, pero ahora estoy hablando
de 1990.
De estos 1 300 millones que quedaron pendientes, hasta mayo del año siguiente --es
decir, de 1991-- se habían embarcado, con cargo a los suministros pendientes de
1990, unos 300 millones de rublos; repito, de los 1 300 que no llegaron en 1990,
llegaron 300 en la primera parte del año 1991, quedándose sin embarcar en esa fecha
unos 1 000 millones de rublos, de los cuales alrededor de 559 millones correspondían
a los 3,3 millones de toneladas de combustible dejados de recibir.
En el segundo semestre de 1990 se produce pues un déficit en los embarques de
combustible, una reducción en el año de 3,3 millones sobre el combustible que
debíamos recibir y esto nos obligó a reducir drásticamente el consumo de combustible
a finales de 1990. Era la primera vez que eso ocurría en la historia de nuestras
relaciones económicas con la URSS, por primera vez falló el combustible, que fue una
de las cosas que más religiosamente y más rigurosamente se cumplieron siempre, y
tuvimos 3,3 millones menos. De modo que fue necesario un reajuste serio en la
economía, ya a fines de 1990. Pero estaba pendiente el año 1991, qué iba a pasar en
el año 1991.
Tradicionalmente, desde el año anterior, se venía discutiendo el convenio para el
quinquenio, en el año 1990 tenía que discutirse cuáles iban a ser las relaciones
económicas y los convenios de 1991 a 1995, porque eran acuerdos que se hacían por
cinco años, pero transcurría el año y no se discutía el problema. Esto dio lugar,
desde luego, a numerosas comunicaciones, intercambios, cartas mías al jefe del
gobierno, cartas mías al compañero Gorbachov, presidente de la URSS, intercambio de
comunicaciones, gestiones de toda clase, porque era incierta la situación de 1991:
qué acuerdos íbamos a hacer, qué mercancías íbamos a recibir. Y como resultado de
todos estos intercambios y conversaciones, se logró un acuerdo para 1991 ya no por
cinco años, sino por un año; se había cambiado todo, el método, la fecha de los
acuerdos, etcétera. En estos acuerdos ya se introducían una serie de cambios.
Nosotros habíamos explicado con mucha claridad, sinceridad y franqueza las
consecuencias que tendrían para nuestra economía tanto los incumplimientos del año
1990 como los acuerdos de 1991, y al final de 1990 se alcanzó, realmente, un acuerdo
que podíamos llamar razonable. No eran los anteriores, no eran los de 1990, ya se
reducía considerablemente el precio del azúcar, ya se comenzaba a medir en dólares,
no en rublos, y de más de 800 dólares el precio del azúcar se reduce a quinientos y
tantos, se reduce en más de 300 dólares el precio del azúcar; pero se llega a un
acuerdo comercial, razonable, dadas las condiciones existentes en la Unión
Soviética, que es lo más que puede lograrse. Ese acuerdo significaba una pérdida de
más de 1 000 millones de dólares para Cuba en su capacidad de compra, por la
disminución de los precios de nuestros productos, porque también junto con el azúcar
se incluyeron disminuciones del níquel y otros productos. Perdíamos más de 1 000
millones de dólares ya.
Si en 1990 se habían acordado exportaciones a Cuba por 5 131 millones de rublos, que
no se cumplieron totalmente, para 1991 se acordaron exportaciones por 3 940
millones, más de 1 000 millones menos.
De petróleo, que veníamos recibiendo tradicionalmente 13 millones, se acordaron 10
millones como el máximo que podía entregar la URSS a Cuba.
En tales condiciones, ¿qué decisión adoptó nuestro país? Si hay una rebaja
considerable en los precios y en las exportaciones, lo razonable es dedicar esto a
las cosas esenciales: combustible, alimentos, materias primas esenciales y piezas de
repuesto; todo lo que fuera suntuario o no esencial dejó de adquirirse. Ya desde
fines de 1990 tuvimos que limitar ventas de televisores, radios, refrigeradores,
porque si teníamos que racionar la electricidad, no tenía sentido seguir
distribuyendo equipos electrodomésticos, los que se tenían se guardaban para
campamentos de movilizados, para cosas que tuvieran una incidencia muy grande en la
producción; ni ventiladores, ni radios, ni televisores, ni automóviles, etcétera.
Todos los años nos vendían alrededor de 8 000 ó 10 000 automóviles que se utilizaban
como taxis --a veces de turismo--, servicios de distintos tipos, se repartía una
cantidad de ellos por fábricas y se vendían barato, se les daba créditos a los
trabajadores --usted no podía sacar automóviles a la calle en venta libre para
recaudar dinero a base de que los compraran los merolicos, porque por cualquier
automóvil de esos dan 20 000, 25 000 ó 30 000 pesos--, se vendían casi a precio de
costo y con un pequeño interés para la parte de pago diferida; se le daba hasta
siete años a un trabajador de una fábrica para que comprara un automóvil.
Naturalmente, con esta situación del combustible y de los recursos disponibles, se
redujo a cero la importación de automóviles, la importación de artículos de uso
doméstico, se redujo la compra de muchos productos que no eran esenciales, y se
limitaron nuestras compras a lo más esencial. ¿Está claro? Se comprende, ¿no?
Los equipos agrícolas se redujeron casi a cero, algunos cientos; se compraban miles
de tractores y se redujeron a unos pocos cientos para ciertos equipos que hay que
construir sobre ellos en el país: excavadoras para hacer drenajes para sistema de
riego, un mínimo de tractores.
Los equipos de transporte se redujeron al mínimo. De camiones, un mínimo
indispensable, porque si no íbamos a tener suficiente combustible, ¿para qué estar
comprando tractores y equipos de transporte? ¿Si íbamos a tener que empezar a
domesticar bueyes por falta de combustible para qué invertir en muchos de esos
equipos?
Los de la construcción se redujeron al mínimo, lo indispensable para algunas
brigadas de riego y drenaje parcelario, sistemas ingenieros en el arroz,
construcciones de presas, para los planes alimentarios. Es decir que lo primero que
se hizo fue una reducción drástica de todas las importaciones en el convenio
comercial de este año 1991.
Ahora, ¿cuál fue el comportamiento de las importaciones soviéticas correspondientes
al convenio de 1991 hasta el 31 de mayo de este año? Yo lo he tenido que dividir en
dos partes: el momento en que hicimos el primer análisis, que fue explicado a un
número de compañeros, en el mes mayo, y el segundo momento el 30 de septiembre, unos
días antes del congreso, de cómo se habían comportado los suministros soviéticos.
Hasta ese momento fue el combustible lo que mejor funcionó.
Para 1991 se conveniaron 10 millones de toneladas de petróleo y derivados --porque
no solo es petróleo, parte es petróleo, parte es diesel, puede ser gas-oil, puede
ser fuel-oil, ya que nuestras refinerías no producen exactamente todos y cada uno de
estos derivados en la proporción en que son necesarios; eso les ocurre a todos los
países, a veces intercambian unos por otros--, de los cuales en forma proporcional
debían embarcarse 4 160 000 toneladas hasta mayo 31.
En combustible se cumplió casi al ciento por ciento hasta el 31 de mayo. Del resto
de los productos esenciales, nada o cifras insignificantes. De manera que teníamos
petróleo, las luces se encendían, los transportes caminaban y todo parecía muy
normal.
¿Cómo se comportó, en cambio, el suministro acordado en algunos de los productos más
importantes aparte del petróleo? Voy a citar algunos que son esenciales.
De cereales para consumo humano y animal se protocolarizaron 1 500 000 toneladas
para 1991; se importa una cantidad de cereales que se dedica al consumo humano y
otra se dedica a la producción de pienso para el huevo, la carne de ave, leche,
etcétera. De harina de trigo 170 000 toneladas; esa se importa para consumo humano
totalmente, ya que nuestros molinos no producen el ciento por ciento de la harina
que consumimos. ¿Está claro? ¿Van comprendiendo los compañeros la explicación que
les voy dando? (Le responden que sí). Solo a finales de mayo de este año comenzaron
a arribar al país los primeros embarques de estos cereales conveniados, a finales
del quinto mes del año.
Arroz y chícharos, dos productos muy conocidos por nuestro pueblo, de tal manera que
ya a algunos muchachos acostumbrados en las escuelas secundarias y preuniversitarios
no hay quien les ponga otra cosa que no sean chícharos, porque se acostumbraron, y
si les ponen lentejas, si aparecen lentejas, no quieren saber de ellas, a pesar de
que dicen que es tan gran alimento que, según cuenta la Biblia, alguien vendió sus
derechos por un plato de lentejas; dicen que son muy ricas en proteínas y otras
cosas. Para 1991 se protocolarizaron 90 000 toneladas de arroz, que es lo que
recibíamos tradicionalmente de la URSS, la mayor parte de nuestro consumo es de la
producción nacional --recibimos una parte de la URSS y otra parte de China--, y 60
000 toneladas de chícharos, de los cuales hasta el 31 de mayo no se había recibido
nada, o sea, estábamos casi a la mitad del año y nada.
Grasas comestibles. Para 1991 se protocolarizaron 70 000 toneladas de aceite vegetal
crudo y 49 000 toneladas de manteca, también eran cifras tradicionales. Ya les
expliqué que en alimentos no rebajamos nada de lo que íbamos a comprar, pero hasta
la fecha indicada no se había recibido ningún embarque. Estamos hablando del 31 de
mayo de este año.
De otros alimentos, como leche condensada, mantequilla, carne en conserva, leche en
polvo, que tradicionalmente venían en parte de la URSS, el 31 de mayo no se había
recibido ni una tonelada; son cantidades no muy grandes pero sí importantes. Durante
más de 20 años hemos recibido unas 16 000 toneladas anuales de mantequilla que se
utilizaban en parte para reconstruir la leche en polvo --la leche en polvo viene sin
mantequilla, se vende en los mercados mundiales y hay que añadírsela--, y en parte
se distribuían a la población y a la industria. De estos productos alimenticios para
esa fecha no se había recibido nada.
En fertilizante, algo tan importante para la agricultura y para el programa
alimentario, se habían acordado 1 100 000 toneladas, de las cuales para esa fecha se
habían embarcado solamente 41 000 toneladas, menos del 5%. Es la fecha en que
tenemos que estar fertilizando caña y muchas cosas, y había llegado solo el 5% de
los fertilizantes.
Azufre. El azufre es muy importante en distintas industrias, pero sobre todo en la
del níquel. Se habían recibido en el primer semestre 25 000 toneladas pendientes de
1990, pero de las 170 000 acordadas para 1991 no se había recibido el 31 de mayo ni
una tonelada.
Madera aserrada. Tradicionalmente de la URSS recibíamos 550 000 metros cúbicos de
madera; se acordaron 400 000 metros cúbicos para 1991, de los cuales el 31 de mayo
solo se habían embarcado 15 000 metros cúbicos.
De sosa cáustica, otra materia prima muy importante --este producto es indispensable
para la producción de bagazo predigerido para la ganadería, el bagacillo; la
limpieza de numerosas industrias, entre ellas la azucarera; la producción de
papeles, cartones, jabones, que escasea tanto, detergentes, etcétera--, el pasado
año 1990, de 35 000 toneladas conveniadas se recibieron solo 6 000; es una de esas
producciones que se incumplieron que mencioné anteriormente. Para 1991 --en que,
repito una vez más, dejamos solo las cosas esenciales-- se conveniaron 35 000
toneladas; el 31 de mayo no se había recibido ni una sola.
Carbonato de sodio, otra materia prima importante, esencial para las producciones de
vidrio plano y sobre todo envases de vidrio relacionados con alimentos y
medicamentos --el envase no se consume, pero es indispensable para empaquetar
alimentos y medicamentos--, para el año 1990 se habían protocolarizado 17 000
toneladas y solo se suministraron 3 000. Para 1991 conveniamos 17 000 toneladas y el
31 de mayo no se había recibido ni una sola.
Pulpa de madera para papel y cartones. Nosotros mezclamos la pulpa de madera con
pulpa de bagazo --hay que echarle un poquito--, se acordaron 15 000 toneladas, y
para esa fecha, 31 de mayo, no se había recibido una.
Papeles y cartones --algo importante para muchas cosas, libros, prensa, cajas de
envases para producciones nacionales y para exportaciones--, se protocolarizaron 110
000 toneladas; solo se habían embarcado 400 de papel gaceta hasta el 31 de mayo. Por
eso cuando ustedes ven "Granma", "Juventud Rebelde", "Trabajadores", la prensa
nacional ha tenido que reducir al mínimo las tiradas, y menos mal que están
funcionando las escuelas y hay un poco de libros para las escuelas.
Laminados de acero --tiene que ver con la construcción de combinadas, arados,
montones de equipos--, se acordaron 550 000 toneladas, de las cuales el 31 de mayo
no se había recibido una tonelada.
De hojalata, algo tan importante para una salsa de tomate como para una leche
condensada o evaporada --y algunas de estas cifras habían sido rebajadas ya--, se
acordaron 40 000 toneladas, de las cuales, para esa fecha, no se había efectuado
embarque alguno.
Sebo, detergentes y jabones --de allí venían materias primas y algunas cantidades de
productos elaborados, históricamente; mientras, ampliábamos nuestras capacidades y
hacíamos inversiones, precisamente, con equipamiento soviético. De sebo se acordaron
28 000 toneladas principalmente para la producción de jabón; de jabón elaborado, 6
000 toneladas; de detergente se acordaron 12 000 toneladas, y hasta el 31 de mayo de
todo esto solo habían llegado 1 400 toneladas de sebo.
Neumáticos, caucho, negro de humo. Para 1991 se acordaron 270 000 neumáticos, porque
una parte importante del neumático la importamos y otra parte la producimos aquí.
Estábamos, precisamente, enfrascados en un proceso de ampliación de nuestras
fábricas de neumáticos; pero una parte venía de países socialistas y de la URSS, que
los produce de muy buena calidad. El caucho y el negro de humo son para la
producción nacional. Hasta el 31 de mayo no se había recibido ni un neumático, ni
una tonelada de caucho sintético, ni una tonelada de negro de humo.
Algodón y otros productos textiles. Para 1991 se acordó el suministro de 30 000
toneladas de algodón; hasta esa fecha no se había recibido ni una tonelada.
Por otra parte, de los productos tradicionales en las exportaciones soviéticas, como
los sacos de yute y las fibras de kenaf, no se pudo acordar su suministro en el
presente año.
Amoníaco. Este se utiliza en la industria del níquel, aunque también en la
producción de fertilizantes; es decir, el suministro de este renglón, conjuntamente
con el azufre y la antracita, está destinado fundamentalmente a la industria
niquelífera y, por tanto, de ello dependen los suministros de productos de níquel a
la URSS. Sin embargo, de las 100 000 toneladas acordadas, solo en mayo se recibió el
primer embarque.
Metales y laminados no ferrosos. Para 1991 se acordó el suministro de 28 630
toneladas de lingotes y laminados de cobre, aluminio, plomo y zinc. Esto es muy
importante, como ustedes saben, para puertas, industria de materiales de
construcción, envases, artículos para el hogar, trabajos de todo tipo, de
mantenimiento, de plomería, etcétera, y hasta el 31 de mayo no se había recibido
absolutamente nada.
Equipos y piezas de repuesto. Aunque la cantidad de equipos, como les indiqué, se
redujo al mínimo, nada se había embarcado en esa fecha. En el total de piezas de
repuesto, solo se habían embarcado 3,3 millones de dólares de 101,7 millones de
dólares conveniados.
Piezas de repuesto para bienes de consumo. En el convenio del año 1991 se acordaron
17,4 millones de dólares en piezas de repuesto para televisores, refrigeradores,
relojes, máquinas de coser, ventiladores, lavadoras, bicicletas y otros, y ni una
pieza se había recibido hasta fines de mayo.
Otro tanto ocurrió con las piezas de repuesto para el níquel, otras industrias y
equipamientos soviéticos.
Hasta aquí una información que me parece se debe brindar a toda la población, ¿no
les parece a ustedes?, de cómo se cumplió el plan hasta el 31 de mayo. Calcularán
ustedes los dolores de cabeza, los trastornos, la búsqueda de fórmulas, milagros,
correcorres para conseguir un poco de carbonato de sodio por ahí en cualquier
mercado, con los pocos recursos en divisas del país, para hacer un número de
botellas aunque sea para la leche de los niños. Se explicarán ustedes los problemas
en la fabricación de botellas para cerveza, ron y todo el conjunto de cosas que se
hacen con estos productos acordados, conveniados, sobre mercancías que siempre
llegaron. Podía haber algún atraso de un año para otro, pero llegaban y se
coordinaba con alguna existencia.
Ahora paso a la segunda parte, que se refiere a cómo se ha cumplido hasta el 30 de
septiembre, y añadiré luego algunas cosas relativas a los otros países socialistas.
Con relación a lo cumplido hasta septiembre. Como ya se dijo, para el año 1991 se
acordaron exportaciones soviéticas por valor de 3 940 millones de dólares, cifra que
fue reajustada a mediados de año por convenio entre las partes, para saldar deudas
que no pudieron ser renegociadas y por ajustes de precio en el combustible, a 3 363
millones de dólares en productos a recibir por Cuba.
Por eso les decía que a veces se hace un poco complicado explicar estos datos,
porque una cosa es lo que se firma a principios de año --que fue 3 940--, luego hay
que observar su comportamiento durante el año, lo que ocurre hasta el 31 de mayo, y
después lo que tiene lugar a mediados y a final del año. Para que se comprenda,
cuando hablo de deudas es porque nosotros, a partir de la política trazada de
cumplir estrictamente con la URSS, en los últimos años, cuando el azúcar no ha sido
suficiente, la hemos comprado en el mercado para cumplir con la URSS. Es una
política trazada hace algunos años, como cuestión de principios, como cuestión de
honor, pero siempre por una razón o por otra, aun con zafras de 8 millones, no
alcanzaba, teníamos que entregar 4 millones y tantos a la URSS, más otros
compromisos, y en esos casos adquiríamos azúcar para cumplir, lo que daba lugar a
deudas en azúcar, que tienen que irse pagando más tarde en azúcar que los propios
soviéticos garantizaron. Al no poderse renegociar --es decir, posponer--, fue
necesario entregar determinadas cantidades de azúcar para saldar esas deudas. De
modo que disminuía de nuevo nuestra capacidad de compra. Y mencioné reajuste de
petróleo, porque en el petróleo al precio actual como está, según el mercado
mundial, había algunos reajustes, había algunas reducciones; eso no quería decir más
petróleo, pero significaba un valor menor de los 10 millones de toneladas a
exportar.
Por eso la cifra que a principios de año era de 3 940 millones de dólares se reduce
a mediados de año, por las dos razones mencionadas: saldo de deudas anteriores que
no pudieron renegociarse y, por lo tanto, menos azúcar a entregar para precisamente
saldar esas deudas, y alguna rebaja en el precio del combustible. Por eso, de 3 940
millones a recibir, la cifra se reducía a 3 363.
Siempre ocurren estos fenómenos, que tal como aparecen en los papeles no se
entienden muy claramente si no se explican así, como he tratado de explicárselos a
ustedes.
Si hasta el 31 de mayo se habían embarcado productos por 710 millones de dólares,
hasta fines de septiembre --es decir, cuatro meses después-- la cifra ascendía a 1
305 millones de dólares, equivalentes al 38% del valor de los productos a embarcar
durante el año; es decir que, habiendo transcurrido las tres cuartas partes del año,
se había recibido el 38% de los productos. En primer lugar, hasta mayo, de los 710
millones recibidos, 650 millones eran de combustible y solo 60 millones para el
resto de las cosas.
El 30 de septiembre, de los 1 305 millones recibidos o embarcados, 985 millones eran
de combustible; es decir, el 76% del valor total de lo embarcado en mercancías. Casi
todo era combustible y las demás cosas esenciales de que hemos hablado aquí,
mínimas.
Ahora voy a referirlas también una por una brevemente.
Habiendo transcurrido el 75% del año hasta el 30 de septiembre, en combustible se
cumplió el 95% de lo acordado hasta la fecha. Es decir que en combustible, hasta
septiembre 30, se cumplió bastante bien. Hubo solo incumplimiento de un 5%, que
equivale a varios cientos de miles de toneladas. A fines de ese mes se produjo pues
un déficit de 400 000 toneladas.
Se me olvidó un dato antes, y es que se había cumplido hasta septiembre el 95% de lo
acordado en combustible y el 71% del total del año. Había una diferencia, que son
las 400 000 toneladas mencionadas, que nos afectará sensiblemente a partir de este
mes de octubre, sobre todo, si se tiene en cuenta que el consumo había sido reducido
ya este año en 3 millones de toneladas. Así que a los 3 millones de toneladas se
suma ahora lo que empezó a reducirse en septiembre, y lo que se pueda reducir en
octubre, noviembre y diciembre. Es una incógnita a cuánto ascenderá eso. Pero ya el
plan con 10 millones de toneladas se hizo bastante tenso, y por eso este déficit de
ahora hace más tensa la situación con el combustible.
De cereales de consumo humano y animal y harina de trigo se ha embarcado
aproximadamente el 45% de lo correspondiente al presente año; es decir, con el 75%
del año se ha recibido el 45%, de acuerdo con los protocolos firmados, un poquito
mejor.
De arroz hasta el 30 de septiembre se ha recibido el 0%, de chícharos el 50%, de
aceite vegetal crudo hasta septiembre 30 el 16%, de manteca el 7%, de leche
condensada el 11%, de mantequilla el 47%, de carne en conserva el 18%, de leche en
polvo el 22%, de pescado fresco y de conserva el 11%. De fertilizantes el 16%, de
azufre el 0%; de maderas aserradas, después de reajustada la cifra de 400 000 metros
cúbicos a 200 000 metros cúbicos, se ha recibido el 47%. Ya les dije que antes
recibíamos más de 500 000.
Expliqué antes el reajuste que se había hecho por deudas en azúcar y la rebaja del
precio del petróleo, pero debo añadir algunas cifras que rebajamos de las que
habíamos acordado. Así vimos que en madera se cumplía tan poco lo acordado que
dijimos: Bueno, vamos a rebajar a la mitad, y la diferencia que sirva para ayudar a
saldar también las deudas mencionadas en azúcar que no habían podido renegociarse.
Por eso ahí se rebajó de 400 000 a 200 000 metros cúbicos, y de esos 200 000 se ha
recibido el 47%.
De sosa cáustica 0%, de carbonato de sodio 0%, de pulpa de madera para papel 0%, de
papeles y cartones 2%; de laminado de acero, después de reajustada igualmente la
cifra original que se redujo de 550 000 a 350 000 toneladas, solo se ha recibido el
1,9%.
De hojalata el 15%, de sebo el 13,5%, de detergentes el 0%, de jabones el 5%, de
neumáticos se ha embarcado el 1,6%. De cada 100 neumáticos no llegan a dos.
De caucho sintético el 11%, de negro de humo el 0%, de algodón y otros productos
textiles el 0%. Hemos trabajado con algunas reservas que quedaban de algodón.
De amoníaco, después de reajustada la cifra inicial de 100 000 a 70 000 toneladas,
se ha recibido el 54%; de metales y laminados no ferrosos el 26%, de ladrillos
refractarios --no los había mencionado antes-- el l0%. Estos son para fábricas de la
industria sideromecánica, cemento y otras muchas cosas.
De equipos agrícol

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