Secciones: Estados Unidos de América - Mujer / Feminismo - Mundo InsurgenteTítulo: Sobre el Informe de la FDIM en Corea acerca de las atrocidades de EE.UU, U.K., Australia y otros países contra población civil. Y situación actual.- Enlace 1 - Enlace 2 Texto del artículo:
31 de enero de 2019
Por Mikel Vivanko, Delegado Oficial de la KFA y miembro del Grupo de Trabajo de Corea.
Recientemente
hemos publicado en varios medios una traducción del texto “Nosotras
Acusamos. Informe del Comité de la Federación Democrática
Internacional de Mujeres (FDIM) en Corea”, escrito entre el 16 y el
27 de mayo de 1951:
El
propósito de este artículo es hacer un repaso y análisis de este
esclarecedor informe, algo que nos parece de vital importancia para
conocer y entender la Guerra de Corea (1950-1953), la situación
actual de la Península, el desarrollo de la República Popular
Democrática de Corea, el proceso por el cual ha llegado a ser lo que
es actualmente.
La
Comisión Internacional para la investigación de atrocidades de
guerra cometidas en Corea estaba formada por 24 mujeres de 19 países,
de diferentes ámbitos profesionales y académicos, y con funciones
determinadas y lugares a visitar una vez en Corea. El informe
comienza así:
“Nosotras,
mujeres de diferentes países, de diferentes nacionalidades, de
diferentes creencias religiosas y diferentes puntos de vista
políticos, algunas de nosotras miembros de diferentes partidos
políticos y otras sin partido o afiliaciones, teníamos una tarea
común: informarles de manera concienzuda y veraz a las mujeres que
nos delegaron esta Comisión y a todas las personas corrientes y
amantes de la paz del mundo, los hechos tal y como los hemos visto.
Todos los actos que figuran a continuación, las cifras y otros datos
mencionados en este documento, han sido recogidos personalmente por
las componentes de la Comisión. Estos hechos están todos de acuerdo
con las evidencias que las mujeres vieron con sus propios ojos, y con
declaraciones dadas por testigos oculares y funcionarios en Corea.”
Continúa
con una declaración en la que se denuncia que “el pueblo
de Corea está sometido por ocupantes estadounidenses a una
despiadada y metódica campaña de exterminio que está en
contradicción no sólo con los principios de la humanidad, sino
también con las reglas de guerra establecidas, por ejemplo, en los
Convenios de La Haya y de Ginebra.” Y señala cuatro maneras
mediante las cuales se está produciendo lo anterior (ver el enlace
al informe más arriba).
Sigue
con este llamamiento:
La
Comisión solicita a la Federación Democrática Internacional de
Mujeres que envíe este documento a los Gobiernos de todos los países
del mundo, a todas las organizaciones de mujeres de todo el mundo,
independientemente de si son miembros de la Federación o no, al
Consejo Mundial de la Paz, a todas las organizaciones que luchan por
la paz, a todas las organizaciones humanitarias y líderes públicos,
independientemente de su opiniones políticas o religiosas, que
aprecien la causa de la paz.
Tras
seis capítulos en los que se dividen los viajes que realizó la
Comisión, grueso del informe y duro relato de las barbaridades
cometidas por el Ejército de los EEUU, las tropas surcoreanas al
mando del dictador Syngman Rhee, y las llamadas “fuerzas de la
ONU”, el informe termina con una carta a las Naciones Unidas en la
que se exige:
1)
Detener inmediatamente el bombardeo de ciudades, pueblos y civiles
coreanos;
2)
Llegar a una solución pacífica del problema coreano y ordenar la
retirada de todas las tropas extranjeras de Corea;
3)
Conceder la autodeterminación para el pueblo coreano y el derecho a
resolver sus propios asuntos.
El
primer factor que hay que tener en cuenta es que el informe está
fechado en mayo de 1951. Es decir, la Guerra de Corea llevaba ya casi
un año produciéndose, y quedaban aún dos largos años y dos meses
de conflicto. Antes y después del Informe, incluso antes y después
de la guerra, las atrocidades se estaban cometiendo y se iban a
seguir cometiendo. Como ejemplo, el asesinato a manos del llamado
“Séptimo de Caballería” estadounidense de 400 refugiados
surcoreanos, en su mayoría ancianos, mujeres y niños, en No Gun Ri,
mientras intentaban protegerse bajo un túnel ferroviario. Fueron
ametrallados durante cuatro días seguidos.
El
segundo factor importante es que, según informes desclasificados por
Canadá y EEUU en los años noventa (recogidos, entre otros, por
Stephen Endicott y Edward Hagerman en su libro The United States
and Biological Warfare, Indiana University Press, 1998), aún
faltaban siete meses para que el ejército estadounidense iniciase su
guerra bacteriológica contra Corea (diciembre de 1951). En ese
momento, el secretario de defensa de los EEUU ordenó que “los
preparativos pueden ya ser llevados a cabo con la mayor celeridad”
respecto al uso ofensivo de armamento bacteriológico. A las pocas
semanas, el jefe de la fuerza aérea estadounidense informó de que
esto “se estaba materializando rápidamente”. También se lee en
dichos documentos que todo esto tenía un propósito “experimental”.
Los coreanos veían caer bombas que no estallaban, tras lo cual
reportaban ver insectos incluso sobre la nieve, principalmente
moscas, mosquitos, arañas y pulgas. Por poner un ejemplo, hubo un
fuerte brote de cólera en el país cuando toda Corea estaba libre de
esta enfermedad desde hacía sesenta años. Los ataques afectaron a
toda la Península, no solo a la parte norte, y también a China y a
Rusia.
Justo
un año antes de esta orden, el jefe del Estado Mayor Conjunto de los
EEUU apoyó la solicitud del General MacArthur sobre la utilización
de más de treinta bombas atómicas sobre distintos objetivos de
Corea y China. Fue la primera de un total de once veces en las que se
ha propuesto ante el Congreso estadounidense el uso de armamento
nuclear contra la RPDC. Los ensayos de lanzamientos de este tipo de
bombas (conjuntamente con Corea del Sur y peligrosamente cerca de la
RPDC) comenzaron en septiembre de 1951, y han continuado hasta la
actualidad de forma constante.
Volviendo
al informe de la FDIM, nos gustaría destacar los siguientes puntos:
-
Las mujeres que conformaban la Comisión de la FDIM realizaron su
labor informativa sobre el terreno: ellas mismas sufrieron ataques y
alertas de ataques, y se vieron obligadas a huir o a buscar refugio
en numerosas ocasiones.
-
Las personas que informan a la Comisión son sobre todo mujeres,
vecinas de los pueblos y de las ciudades, campesinas o miembros de
organizaciones locales: Comités Populares, colectivos de mujeres,
uniones campesinas, sindicatos, cooperativas de consumidores, grupos
vecinales, etc. En todo momento se dan los nombres, apellidos y la
edad de las y los testigos, así como su lugar de residencia,
provincia, región o distrito, localidad, calle y número.
- El
nivel de salvajismo de las tropas estadounidenses, también
británicas, australianas y canadienses, entre otras nacionalidades,
unidas a las tropas surcoreanas de Syngman Rhee, es sencillamente
indescriptible, incomprensible. Aparte del fuego de ametralladora y
los bombardeos terrestres o aéreos, se describen las siguientes
formas de morir: fusilamientos, disparos, cuchilladas, hachazos,
muertes por bayoneta, ahogamientos, gente que es quemada o enterrada
viva, etc. Se cuentan al menos dos casos de personas crucificadas.
También muchas que murieron de hambre al ser sus pueblos vaciados de
las reservas de comida, al ser bombardeadas las cosechas, al
ametrallar a los pescadores (que se veían obligados a salir por las
noches), etc. Las fosas comunes eran innumerables. Los propios
habitantes que fueron obligados a excavarlas condujeron a la Comisión
hasta ellas. Así se pudieron comprobar las causas de la muerte.
Muchas fosas contenían solo cuerpos de niños, algunos abrazados a
sus madres. Los muertos también eran tirados a los pozos de agua.
Hay casos de niños siendo asesinados solo porque lloraban. Se dan en
todo momento cifras exactas del número de muertos, cifras que
provienen de datos demográficos locales.
- La
tortura era algo habitual. Entre las torturas descritas se constatan
latigazos, apaleamientos con palos de madera, golpes con barras de
hierro, culatazos, tenazas aplicadas en los pies, clavos ardientes en
orejas y entre las uñas, amputación de miembros, de senos, de
lengua y objetos siendo introducidos por la vagina. En la mayoría de
los casos estas torturas terminaban en la muerte de la persona
torturada. En otros casos, la amputación de lengua y de senos se dio
tras morir fusilada la persona, como se relata en el caso de una
mujer que antes de ser ejecutada gritó “¡Viva Kim Il Sung y la
República!”. En lugares destinados a ser usados como prisiones se
ven manchas de sangre en las paredes. A veces las torturas eran
públicas, como las ejecuciones, por eso pudieron ser descritas al
detalle por los supervivientes. Se describen casos de torturas a
niños.
-
Las violaciones a mujeres eran habituales. En las ciudades ocupadas,
los soldados estadounidenses reservaban siempre un edificio para
convertirlo en burdel (en la capital, Pyongyang, se usó para ello la
ópera). Las mujeres eran raptadas por la calle y obligadas a
prostituirse, y se escogían de entre ellas a las más jóvenes, a
veces menores de edad. En las prisiones, las violaciones se producían
a diario. También era habitual desnudar a las mujeres en público o
pasearlas así por las calles. Por ello nos resulta cuando menos
chocante el informe de “Human Rights Watch” sobre las supuestas
violaciones en Corea, obviando lo anteriormente dicho en este
párrafo. A este respecto ya publicamos un artículo en su día:
- La
Comisión toma nota y transcribe las inscripciones que encuentran en
los casquillos y en las carcasas de las bombas. Los caracteres están
en inglés y hacen referencia al tipo de bomba, número de serie,
unidad, etc.
- En
varias ocasiones se describen efectos de armas hasta el momento
desconocidas. Bombas de tiempo (que obligan a la gente a huir sin
saber cuándo regresar a sus poblaciones), napalm, líquidos
abrasivos, otros que prenden al entrar en contacto con la luz del
sol, etc.
- Se
describen también los refugios donde vive la gente que ha conseguido
sobrevivir a la destrucción. Ruinas de ciudades, agujeros en el
suelo, cuevas, etc. A veces son verdaderas “ciudades”
alternativas, contando incluso con espacios destinados a cuidados
médicos. Estos refugios son también bombardeados o atacados, y a
veces aprovechados por las tropas de ocupación como lugares de
ejecución en masa. Hay cuevas y pasadizos donde la gente ha sido
quemada viva. La Comisión refiere un fuerte olor a gasolina allí.
- Se
relata cómo ciudades y pueblos fueron sistemáticamente destruidos
sin ser objetivos militares y sin tener infraestructuras o fábricas
destinadas a la industria bélica. A veces las localidades son
destruidas sin razón aparente al marcharse los soldados yankis de
allí, y tras haber “limpiado de rojos” el lugar.
-
Hospitales con cruces rojas pintadas en los tejados y perfectamente
visibles a muchos metros son atacados y destruidos. También iglesias
con cruces cristianas pintadas en el tejado. Existe tradición
cristiana en Corea. Hay coreanos católicos, protestantes, o
simplemente creyentes, que se preguntan cómo es posible que los
norteamericanos puedan ser capaces de tales barbaridades. Comentan:
“Pensamos que los estadounidenses eran caballeros cristianos. No
pensábamos que matarían a la gente con semejante brutalidad.”;
“Los estadounidenses creen en Cristo; entonces, ¿cómo pueden
matar a la gente?”; “Los estadounidenses son bestias salvajes.
Vinieron a nuestro pueblo y mataron a todos.” En ocasiones, los
norteamericanos intentan bautizar por la fuerza a los niños y
jóvenes, maltratando e incluso llegando a matar a los que se
negaban. Una mujer declaró que, antes de que los estadounidenses
llegaran a su pueblo, ella había sido cristiana e iba a la iglesia
regularmente, pero que ya no podía creer en nada.
-
Los museos fueron totalmente saqueados. Algunas obras de arte
imposibles de transportar (por ejemplo, mosaicos) son destruidas. Se
relata al menos un caso en el que un asentamiento arqueológico,
compuesto por tumbas antiguas, es utilizado para cometer actos de
tortura.
- En
varias ocasiones se comenta cómo todos los males del pueblo y las
atrocidades contra la localidad en cuestión terminan automáticamente
al ser liberados por el Ejército Popular de Corea. Se cuentan casos
de gente que huye de los ocupantes para unirse a los partisanos.
También se cuenta al menos un caso de un soldado surcoreano que,
arrepentido, deja huir a un prisionero. Vemos en varios casos
personas que apelan al hermanamiento de los coreanos, a la unidad de
la nación, etc.
-
Entre las acusaciones a la hora de arrestar a la gente, se encuentran
las siguientes: pertenecer a cualquier organización local (más
arriba se han mencionado algunas), “ser rojo”, pertenecer o tener
familiares en el Ejército Popular y “ser patriotas”.
Por
último, ¿cuál es la actitud de los coreanos, y sobre todo de las
coreanas, ante estas atrocidades? Ellas mismas nos lo cuentan: piden
directamente ayuda a las miembros de la Comisión para poder
“vengarse”: preguntan sobre todo si saben dónde están las
posiciones del Ejército Popular para poder unirse a él. Y por otro
lado, el trabajo: sencillamente, ponerse a trabajar, al máximo, para
poder alimentar y vestir a los revolucionarios, para que puedan
continuar la lucha de liberación del Pueblo Coreano, hacia la
victoria y el socialismo.
Recordamos
que, aunque la parte norte de la Península fue liberada de las
fuerzas hostiles yankis, a día de hoy la nación coreana sigue
dividida, la paz no ha llegado jamás a firmarse, la parte sur de
Corea sigue ocupada por los Estados Unidos, y su amenaza contra la
RPDC se mantiene constante.
N

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El humo ambiental del tabaco mata. No fumes en lugares comunes 
APÁRCALO PARA SIEMPRE
INFORME DE 1951: NOSOTRAS ACUSAMOS
Ver ENLACE 2Nosotras acusamos
Publicado en por GEIJ Madrid
Informe del Comité de la Federación Democrática Internacional de Mujeres en Corea, 16-27 de mayo, 1951.
La Delegación
Comisión Internacional para la investigación de atrocidades de guerra cometidas en Corea.
Habiendo recibido la invitación de la Federación Democrática Internacional de Mujeres, hemos sido delegadas por diferentes organizaciones de mujeres, algunas de ellas miembros de FDIM y otras no, para unirse a una Comisión Internacional de Mujeres que investigará las atrocidades cometidas por los norteamericanos y por las tropas de Syngman Rhee (presidente surcoreano) en Corea. Representamos a diecisiete países de Europa, América, Asia y África.
Las miembros de la Comisión son:
– Nora K. Rodd (Canadá), presidenta.
– Liu Chin-yang (China), vice-presidenta.
– Ida Bachmann (Dinamarca), vice-presidenta.
– Miluse Svatosova (Checoslovaquia), secretaria.
– Trees Soenito-Heyligers (Holanda), secretaria asistente.
– Dra. Monica Felton (Gran Bretaña).
– Maria Ovsyannikova (URSS).
– Bai Lang (China).
– Li K’eng (China).
– Gilette Ziegler (Francia).
– Elisabeth Gallo (Italia).
– Eva Priester (Austria).
– Hilda Cahn (República Democrática Alemana).
– Lilly Waechter (República Federal Alemana).
– Dra. Germaine Hannevard (Bélgica).
– Li-thi-Quê (Vietnam).
– Candelaria Rodríguez, Dra. en Derecho (Cuba).
– Leonor Aguilar Vázquez, Dra. en Derecho (Argentina).
– Fatma ben Sliman (Túnez).
– Abassia Fodil (Argelia).
– Pak Den Ai (Corea).
– Kate Fleron Jacobsen (Dinamarca), observadora.
– Ilyana Dirnitreva (URSS), intérprete.
– Laia Fierovskaya (URSS), intérprete.
Nosotras, mujeres de diferentes países, de diferentes nacionalidades, de diferentes creencias religiosas y diferentes puntos de vista políticos, algunas de nosotras miembros de diferentes partidos políticos y otras sin partido o afiliaciones, teníamos una tarea común: informarles de manera concienzuda y veraz a las mujeres que nos delegaron esta Comisión y a todas las personas corrientes y amantes de la paz del mundo, los hechos tal y como los hemos visto. Todos los actos que figuran a continuación, las cifras y otros datos mencionados en este documento, han sido recogidos personalmente por las componentes de la Comisión. Estos hechos están todos de acuerdo con las evidencias que las mujeres vieron con sus propios ojos, y con declaraciones dadas por testigos oculares y funcionarios en Corea.
El informe en sí fue completado y firmado entre el 16 y el 27 de mayo de 1951, en territorio coreano, en algún lugar cerca de Pyongyang.
Declaración
Después de las observaciones hechas por las miembros de la Comisión en diferentes partes de Corea, la Comisión ha llegado a las siguientes conclusiones:
El pueblo de Corea está sometido por ocupantes estadounidenses a una despiadada y metódica campaña de exterminio que está en contradicción no sólo con los principios de la humanidad, sino también con las reglas de guerra establecidas, por ejemplo, en los Convenios de La Haya y de Ginebra. Esto está siendo hecho de las siguientes maneras:
a) Por la destrucción sistemática de alimentos, tiendas de alimentos y fábricas de alimentos. Bosques y cosechas maduras son quemadas sistemáticamente por bombas incendiarias; los árboles frutales son destruidos y los campesinos que trabajan en sus campos con sus animales son asesinados por disparos de ametralladora efectuados desde aviones en vuelo rasante. Por estos medios, el conjunto de la gente de Corea está condenada a la inanición.
b) Por la destrucción sistemática de una ciudad tras otra, de una aldea tras otra, muchas de las cuales no podrían considerarse, ni haciendo un esfuerzo de imaginación, como objetivos militares o incluso centros industriales. El objetivo de la destrucción sistemática es, claramente y en primer lugar, romper la moral de la población coreana; y en segundo lugar, desgastarlos físicamente. En estas incesantes redadas, viviendas, hospitales, escuelas, etc., están siendo destruidas deliberadamente. Incluso ciudades que ya se han convertido en montones de cenizas y en las que los habitantes que sobreviven se ven obligados a vivir en refugios, continúan siendo bombardeadas.
c) Empleando sistemáticamente contra los habitantes pacíficos las armas prohibidas por las convenciones internacionales, es decir, bombas incendiarias, bombas de gasolina, bombas de napalm, bombas de tiempo, y también disparando constantemente a civiles desde aviones en vuelo rasante.
d) Exterminando atrozmente a la población coreana en los distritos temporalmente ocupados por los estadounidenses y las fuerzas de Syngman Rhee; en el período de ocupación, cientos de miles de civiles, familias enteras, desde viejos hasta niños pequeños, han sido torturados, golpeados hasta la muerte, quemados y enterrados vivos. Miles de otros han perecido por hambre y frío en prisiones superpobladas en las que fueron arrojados sin cargos presentados contra ellos, sin investigación, ni juicio, ni sentencia.
Estas torturas masivas y asesinatos en masa superan los crímenes cometidos por los nazis de Hitler en tiempos de la ocupación en Europa.
Las pruebas aportadas por todos los civiles cuestionados señalan que casi todos estos crímenes fueron perpetrados por soldados y oficiales de los EE. UU., o por orden de oficiales de los EE. UU. Por tanto, la plena responsabilidad de estas atrocidades recae en el Comando Supremo de los Estados Unidos en Corea, es decir, en el General MacArthur, el general Ridgeway y otros comandantes de las fuerzas invasoras que se hacen llamar Fuerzas de la ONU. Aunque estas atrocidades se han realizado bajo el mando de generales de campo, la plena responsabilidad de ellas también debe recaer en los gobiernos que enviaron sus tropas a Corea y a sus representantes en la ONU, los cuales dieron sus votos a favor de la guerra en Corea.
La Comisión expresa su convicción de que los responsables de los delitos cometidos contra los coreanos deben ser acusados de criminales de guerra como se define en la Declaración Aliada de 1943, y deben por tanto ser procesados por los pueblos del mundo, tal como se define en la misma Declaración.
La Comisión hace un llamamiento a todos los pueblos del mundo en nombre de la humanidad común para que insten por todos los medios posibles a poner fin a la guerra en Corea sin demora, y para que las tropas extranjeras invasoras se retiren inmediatamente de Corea.
La Comisión también insta a todos los pueblos del mundo a organizar ayuda inmediata para el pueblo coreano, amenazado por el hambre y la enfermedad como resultado de los atroces crímenes cometidos por las fuerzas invasoras americanas en territorio coreano.
La Comisión solicita a la Federación Democrática Internacional de Mujeres que envíe este documento a los Gobiernos de todos los países del mundo, a todas las organizaciones de mujeres de todo el mundo, independientemente de si son miembros de la Federación o no, al Consejo Mundial de la Paz, a todas las organizaciones que luchan por la paz, a todas las organizaciones humanitarias y líderes públicos, independientemente de su opiniones políticas o religiosas, que aprecien la causa de la paz.
La Comisión solicita con urgencia a la FDIM que reenvíe el informe de la Comisión para la investigación de las atrocidades cometidas por las fuerzas de EE. UU. y Syngman Rhee en Corea, a la Organización de las Naciones Unidas.
Firmado en Corea por todas las delegadas. 27 de mayo de 1951.
CAPÍTULO I
La Comisión visitó Sinyju, una ciudad en la frontera entre Corea y China. Esta ciudad ha sido casi completamente destruida. Todas las construcciones que quedan están destrozadas. La ciudad ha sido bombardeada muchas veces, pero la mayor parte del daño se hizo en tres incursiones: la noche del 8 de noviembre de 1950, y el 10 y 11 de noviembre. El día en que la Comisión visitó Sinyju hubo tres alertas.
Según declaraciones oficiales de los representantes del Comité Popular de la ciudad de Sinyju, en julio de 1950 había 126.000 habitantes viviendo y trabajando en 14.000 edificios. La comisión fue informada de que la ciudad no tenía industrias que contribuyeran de alguna manera a la producción de guerra. Tenía solo industria ligera: el procesamiento de soja y tofa (un derivado de la soja), fabricación de calzado, fósforos, sal y palillos. El 8 de noviembre de 1950, la ciudad fue bombardeada por 100 aviones adscritos a las llamadas Fuerzas de la ONU en Corea. En esta ocasión, 2.100 edificios estatales y municipales fueron destruidos de un total de 3.017; de más de 11.000 viviendas, 6.800 fueron destruidas. Más de 5.000 habitantes fueron muertos, de los cuales aproximadamente 4.000 eran mujeres y niños. De 17 escuelas primarias, 16 fueron destruidas, y 12 de las 19 escuelas secundarias de la ciudad también fueron destruidas por bombas incendiarias. De 17 iglesias de diferentes denominaciones, solo quedaron dos. Dos hospitales municipales fueron destruidos por bombas incendiarias, aunque cada uno de ellos tenían marcados en el tejado una gran cruz roja, de acuerdo con lo dispuesto en la Convención Internacional. Los miembros de las Comisión vieron estas cruces en los restos que quedaron de los tejados. En un hospital ardieron hasta la muerte 26 pacientes a causa de las llamas de las bombas incendiarias.
Se le dijo a la Comisión que cuando la iglesia protestante más grande recibió un golpe directo, 250 personas murieron. Entre otros episodios, se informó a la Comisión de 30 madres con sus hijos e hijas que murieron mientras estaban a cubierto tras el bombardeo de un comedor municipal. En el densamente poblado distrito del mercado, 2.500 personas fueron muertas y otras muchas heridas. El número total de heridos en Sinyju el 8 de noviembre fue de 3.155. Miembros de la Comisión examinaron los restos de bombas que se estaban extrayendo de los escombros y tomaron nota de las siguientes marcas: “Amm. (munición) Lot (lote) RN 14-29 shell (casquillo) MJ for (para) M2 a (un) MFL 1 Lot-GL-2-1 16 1944 MJBCA 2 ACT 464”.
La abrumadora mayoría de los habitantes vive en excavaciones hechas de tierra sujeta con trozos de madera que se han podido rescatar de los escombros. Algunas de estas excavaciones tienen techos de tejas y madera, también rescatadas de edificios destruidos. Otros viven en bodegas que permanecieron después del bombardeo, y otros en tiendas de campaña dentro de las estructuras de edificios destruidos, y en chozas de ladrillo y escombros. Algunas miembros de la Comisión visitaron una de estas chozas, que estaba habitada por la familia de Kwon Mun-Su. La familia estaba formada por una madre, un padre y tres hijos pequeños. La choza estaba dividida en secciones, una para vivienda y dormitorio y la otra para cocinar; la vivienda mide 3 por 2 metros, y el espacio para cocinar medio metro por 3 metros. Los miembros de la familia fueron considerados afortunados por los vecinos, tanto debido a la cantidad de espacio que tenían como a que contaban con una manta.
Las evidencias recibidas indican que los tres ataques más grandes consistieron principalmente en el lanzamiento de muchas bombas incendiarias; las miembros de la Comisión no pudieron entender al principio por qué el daño había sido tan extenso. Pesquisas extraídas tanto de funcionarios municipales como de miembros del servicio público que se reunieron en una conversación informal mostraron el motivo. Todos los que fueron entrevistados declararon que, cuando la primera oleada de bombas hubo sido lanzada, aquellos que salieron a la calle para intentar apagar los incendios fueron sistemáticamente ametrallados por aviones volando a baja altura.
La quema casi total de la ciudad fue causada por el sistemático ametrallamiento de civiles que intentaban apagar los fuegos.
Una mujer del pueblo, Chang Yun-Cha, declaró que su padre y su esposo fueron asesinados por disparos de ametralladora efectuados desde aviones de bajo vuelo cuando intentaron ir a buscar agua para extinguir los incendios de sus casas. Otra mujer, Kim-In-Tan, dijo que perdió a sus tres nietos y a su hija en el ataque del 8 de noviembre. Los niños fueron asesinados por disparos de ametralladora desde aviones de bajo vuelo mientras huían de sus hogares en llamas. Le dispararon a la hija después de haber arrastrado a su hermano menor lejos del fuego. Kim Hon-Yun afirma que su esposa fue asesinada por disparos de ametralladora mientras salía corriendo de su casa incendiada por las bombas.
En el curso del viaje de Sinyju a Pyongyang, la Comisión observó que las ciudades y aldeas habían sido completamente o casi completamente destruidas. Las localidades eran Namshi, Chengchu, Anju, Sukchen y Sunan. Las aldeas en ruinas eran demasiadas como para ser enumeradas todas. Lo anterior fue firmado por todas las delegadas el 18 de mayo de 1951.
CAPÍTULO II
La Comisión en Pyongyang, la capital temporal de la República Popular Democrática de Corea.
Antes de la guerra, Pyongyang tenía una población de 400.000 habitantes. Había muchos grandes edificios modernos construidos en ladrillo y hormigón armado. También había muchos bloques de pisos modernos que, como se puede ver de entre los restos, estaban completamente equipados con modernos métodos de calefacción y saneamiento.
La ciudad también tenía un gran número de fábricas. Las industrias principales eran la fabricación de textiles, calzado, diversos productos alimenticios, tabaco, vino, cerveza y fertilizantes.
Entre sus edificios principales, Pyongyang contaba con una ópera, nueve teatros, 20 cines y una universidad moderna, que había sido construida y equipada después de 1945; también 73 escuelas primarias, 20 escuelas secundarias, seis institutos de educación superior y cuatro escuelas técnicas. También había veinte escuelas para adultos y un gran instituto politécnico, que casi se había completado cuando estalló la guerra.
La ciudad es ahora una ruina total. La mayoría de las zonas más antiguas están arrasadas, pero aquí y allá solo las paredes de las casas destruidas se destacan contra una masa de cenizas y escombros. Algunos de los modernos edificios aún se mantienen en forma de esqueleto, sin techo y sin paredes internas; otros no tienen más que unos pocos muros fragmentarios que indican dónde se encontraban los edificios. De los edificios mencionados anteriormente, muchas iglesias fueron destruidas, además de todos los hospitales de la ciudad. Miembros de la Comisión examinaron las ruinas de la escuela primaria más grande de la ciudad. En una de las paredes exteriores estaba marcada la inscripción “Reservado para la Artillería de Campo número 77”. El ochenta por ciento de la ciudad fue, según comprobó la Comisión, destruida cuando los estadounidenses abandonaban la ciudad (es importante tener en cuenta que los estadounidenses la evacuaron sin que hubiese combate, destruyendo la ciudad sistemáticamente y de acuerdo a un plan). La destrucción fue virtualmente del cien por cien. Pero a pesar de esto el bombardeo aún continúa. En la ocasión en que la Comisión pasó todo un día en la ciudad, hubo cinco alertas, y en el transcurso del mismo día, tres bombas de tiempo, que fueron lanzadas aproximadamente una semana antes, explotaron a intervalos de 10 minutos a corta distancia del lugar donde las miembros hablaban con representantes de organizaciones locales.
Las miembros pudieron conocer algo sobre los métodos por los cuales la ciudad había sido destruida. Les dijeron que la ciudad había sido atacada desde el comienzo de la guerra. La peor de estas incursiones se llevó a cabo el 3 de enero de 1951. En esa ocasión, la ciudad fue bombardeada por 80 B-29 estadounidenses. Llegaron en oleadas, a intervalos de 15 o 20 minutos, a partir de la tarde del día 3, continuando hasta el mediodía del día siguiente. El ataque comenzó con incendiarias. Luego vinieron una serie de bombas que fueron descritas como globos llenos de gasolina. A continuación, una ola de explosivos de alta potencia, y después una serie de incendiarias intercaladas con bombas de tiempo. Los fuegos causados por las incendiarias, y las explosiones causadas por las bombas de tiempo, impidieron sistemáticamente a los habitantes realizar cualquier tipo de trabajo de rescate, con lo que innumerables personas que fueron enterradas vivas finalmente murieron de asfixia. Muchos de los cuerpos aún no han sido desenterrados.
Entre los edificios destruidos el 3 y el 4 de enero se encontraban la mayoría de los hospitales de la ciudad. Estos hospitales tenían techos planos, y cada uno estaba marcado con una gran cruz roja que se estimaba era visible desde una altura de 6.000 a 8.000 metros. Cada uno de estos hospitales recibió al menos un impacto directo. Las miembros de la Comisión vieron los restos del Hospital Regional y examinaron tres grandes cráteres, dos de ellos de aproximadamente cuatro metros de profundidad, y uno de siete metros de profundidad. Se nos dijo que el Hospital Central de la Ciudad había sido destruido por los bombarderos que llegaban hasta una altura de 30 metros en caída picada.
Ya se ha dicho que no todos los edificios de la ciudad fueron destruidos por los bombardeos. De hecho, muchos de ellos fueron volados con explosivos o incendiados por las tropas estadounidenses cuando se iban retirando. Entre los edificios destruidos de esta manera estaban la Universidad Kim Il Sung, la escuela secundaria de niños, la Casa de la Ópera, instituciones municipales, la mayoría de las fábricas de alimentos y todas las instituciones gubernamentales. También se informó a la Comisión que cuando las tropas estadounidenses abandonaron la ciudad, incendiaron sistemáticamente todos
los tranvías de la ciudad. Se dijo que también volaron varios puentes y el sistema de agua principal.
A las afueras de la ciudad, las miembros de la Comisión vieron las ruinas del famoso templo de Buda, Yen Myen Sa, que se encuentra en la cima de una colina con vistas a una amplia extensión del río. Este templo, el cual ha sido objeto de veneración por parte del pueblo coreano durante veinte siglos, también fue destruido por los bombardeos; y, a juzgar por la situación del templo, que se encuentra en un parque abierto, es difícil creer que los bombarderos estuvieran apuntando a cualquier otro objetivo. Según los testimonios de testigos oculares, el templo estaba intacto cuando las tropas estadounidenses se retiraron de Pyongyang en diciembre de 1950. El 3 de enero de 1951, sin embargo, los aviones lanzaron contra el templo una gran cantidad de bombas incendiarias y de alto explosivo, y recipientes llenos de un agente incendiario.
Las miembros también visitaron el célebre museo de la ciudad, que, aunque escapó a la destrucción, sus tesoros habían sido robados, incluyendo dos famosas estatuas de Buda, las cuales tienen una antigüedad de más de dos mil años. El Sr. Ri Ye-Seng, eminente arqueólogo, mostró a las miembros una larga lista de los artículos saqueados. Añadió también que lo único que dejaron los estadounidenses fueron unas copias de frescos coloreados a mano de un valor incalculable, que se habían descubierto en treinta tumbas antiguas de Corea del Norte. Seis de estas tumbas fueron utilizadas para torturar a mujeres coreanas, y los frescos fueron destruidos cuando las tumbas fueron voladas con granadas de mano.
Se informó repetidamente a la Comisión de casos de ataques de artillería contra civiles desde el aire. (Ellas mismas se vieron obligadas a refugiarse en una zanja estando en campo abierto, a causa del ataque de aviones en vuelo rasante que estaban rociando con fuego de ametralladora campos donde trabajaban campesinos. Esto ocurrió a varios cientos de kilómetros del frente, y muy lejos de cualquier ciudad u objetivo militar). Caminando a través de los escombros de Pyongyang, las miembros encontraron muchos proyectiles usados de ametralladoras de aviones, que yacían entre los restos de edificios. También encontraron evidencia del uso de nuevas armas destructivas. Una de ellas es una bomba que, cuando llega al suelo o entra en contacto con un edificio, se abre sin explotar. Al abrirse, arroja una masa de alguna sustancia que se adhiere a los ladrillos, a la madera o a cualquier otro material con el que entra en contacto y que, tan pronto como es golpeada por la luz del sol, estalla en llamas para luego prender fuego a todo un edificio.
Ya se ha hecho referencia al uso de globos de gasolina. Miembros de la Comisión inspeccionaron los restos de uno de esos misiles. Medía unos 3 metros de largo, 1 metro de ancho y tenía una altura cónica de 50 cm es su punto más estrecho y 1 metro en su punto más ancho. Las marcas en el globo eran solo parcialmente legibles. Las marcas legibles eran: PA RA contract (contrato) HOAF 33/5077-40 -OaN4 888. Se informó a las miembros de que, aparte del uso de bombas de este tipo en Pyongyang y en otras ciudades, la misma arma había sido utilizada el año pasado durante la temporada de cosecha para destruir los cultivos maduros que se encuentran en los campos, y que el daño que se hizo a los suministros de alimentos de esta manera fue inmenso.
Las bombas de tiempo, a las que ya se ha hecho referencia, también parecen ser de un nuevo tipo, y los detonadores que las activan no pueden ser encontrados y eliminados.
Las miembros de la Comisión también encontraron una carcasa de bomba marcada como “high explosive (explosivo de alta potencia) GB 5143”. Esta bomba fue una de las utilizadas para destruir el santuario de Mo Ran Bon.
Los supervivientes que viven en Pyongyang viven en refugios de construcción primitiva, o en refugios que se las han arreglado para construir en bodegas o entre los muros que han quedado en pie de edificios bombardeados. Las miembros de la Comisión, que se dividieron en cuatro grupos para este fin, pasaron casi cuatro horas visitando diferentes secciones de la ciudad, y ninguna de ellas, en el transcurso de este recorrido, vio una sola casa que todavía tuviera cuatro paredes y un techo. Sin embargo, se encontraron con una serie de familias cuyos miembros supervivientes vivían entre los escombros. Por ejemplo, la familia de Kang Bok-Sen, consistente en cinco personas en total, incluido un niño de 3 años y otro de 8 meses, fue encontrada
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