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Texto del artículo:
La muerte de una estudiante de Medicina de 23 años de edad, el día 29 de diciembre de 2012, después de una brutal violación grupal en un autobús en Nueva Delhi, ha mostrado el problema endémico de violencia sexual en la India. Más o menos, así aparecen los titulares de los muchos artículos dedicados a este brutal suceso.
La sociedad india se ha conmovido como nunca antes lo había hecho por un caso de violencia sexual contra la mujer para exigir justicia ante semejante brutalidad que ha causado la muerte de una joven al ser violada en un autobús por al menos seis feroces fálicos: fanatismo de una fuerza brutal exacerbada, desmedida y tenaz, particularmente del hombre hacia las mujer como consecuencia de varias causas. Según Sigmund Freud una de ellas, la más “noble” es la fase fálica, que consiste en una etapa por la que pasa el desarrollo libidinal infantil y que puede ser temporal o para toda la vida.
Esa conducta infantil, en el caso del varón, mantenida y sostenida de adulto, se trasforma en un brutal deseo sexual desmedido e incontrolado al verse menguado en las posibilidades y que no puede o no sabe o no se atreve a resolver dentro de su conducta psicológica, llevándole a ser culpable de unas perversas y reprimidas consecuencias en ámbito social desde donde realiza su perversa personalidad tanto en su marco ocioso como en el profesional.
En el caso de la fémina, la situación y el concepto es diferente tanto en personalidad como en las consecuencias sociales pero ocasionan también inestabilidad psicológica, separando a la mujer de sus necesidades sexuales en función bien de una creencia religiosa bien de unas rígidas exigencias familiares. Pero, al contrario de lo que ocurre en el varón, no origina violencia, sino recato, intromisión e imposibilidad de realizarse como mujer plena. En ambos sexos supone una violencia desmedida ocasionada por las creencias religiosas y los procedimientos culturales, como demuestra Freud en “El malestar de la cultura”.
La necesidad sexual es innata en la vida, en todo tipo de vida pero, además, en la vida humana es la culminación consciente de la explosión biológica y no puede estar reprimida ni por creencias, ni por culturas, aunque, eso sí, está obligada a ser, a realizar sus actos con respeto, de forma comedida, esmerada, bella y, sobre todo, sin violencia. Esto no lo consigue un desaforado macho que, además es consentido y educado más en una conducta violenta que en el respeto y la igualdad.
Así, teniendo en cuenta la situación de inmadurez y violencia del varón en su conducta sexual, no podríamos decir que tal conducta sea endémica solo de La India, como algún medio viene apuntado en estos días. Por el contrario, es un hecho endémico-enfermizo del varón a nivel mundial por la cultura represiva e hipócrita moral que conlleva su educación que, cuando no sabe elevarse de niño a hombre, lo conduce a una cultura violenta en lo sexual y más allá de ésta.
Un ejemplo claro lo vemos cuando, por costumbre y para prepararlo en la práctica sexual (“aprender a ser un hombre”), el padre o amigos expertos llevan a un joven a un prostíbulo para que aprenda. De esta forma, lo llevan a un escenario que ya no abandonará nunca e incluso, en este escenario, llega en varias ocasiones a encontrar su propia expresión sexual y medio de vida, su propio medio económico o ambos a la vez. Ya en este acto, el varón llega a tal extremo de violencia, sometimiento, humillación y desigualdad contra la mujer, que, mostrando su predominio, hasta le causa la muerte por el mero placer de conformar su poder, su prepotencia, su consumo y su pasatiempo (o hobby).
Estas situaciones tan sumamente indignas, por otro lado, se socializan y se llevan a un medio consentido y de costumbre, llegando a realizar cualquier acto cómico, lucrativo y exagerado de los símbolos sexuales con el objetivo de que se asemeje a un acto como el de comer o como el de lavarse las manos. Ante esta situación cotidiana de ver a la mujer como un uso de los machos varones del mundo, lo tremendo es que exista una cultura de consentimiento sin preocupación por la eliminación de tan vergonzosos y violentos hechos. Y en su denuncia únicamente se producen artículos oportunistas, que dejan ver una débil moral que se expresa sólo cuando truena. Después todo sigue igual. La violencia contra las mujeres lleva consigo siempre semejantes actos feroces a pesar de lo que puedan decir los curas, los obispos, el papa…, la prensa. Aquí tenemos una de las importantes causas: la religiosa-cultural-represiva del patriarcado que, para desgracias de las mujeres del mundo, existe poco interés por hacerla desaparecer.
Estas situaciones requieren profundas trasformaciones consensuadas en las respectivas culturas. Mientras que la forma de actuar sea mediante medios de divulgación o espectáculos sin el más mínimo decoro, se colabora a que los órganos sexuales y sus funciones biológicas pierdan esa entrega compartida y generosa para pasar a ser, tanto en la fémina como en el varón, algo fálico desestimado: y así, el pene o símbolos similares no tiene que ver con el respeto, sino con la chusma y el mal gusto pornográfico. E igual ocurre con los de la fémina: la vagina, los senos u otros simbolismos sexuales femeninos son llevados a tal vulgaridad que hacen que se perciban, sobre todo en caso de la mujer para el hombre, como una cosa que se adquiere y se usa y para lo cual existe hasta el derecho de asesinar a la mujer como un acto de complementación a sus deseos.
La sociedad india no se había manifestado antes como lo ha hecho en esta ocasión y esto es algo muy a tener en cuenta. Pero, a la vez, sabemos que ni la prensa, ni las movilizaciones, ni las leyes van a resolver este enraizado y universal problema. El movimiento social acaba cansado y la ley sanciona pero no erradica el mal. Lo efectivo pasa por un cambio educacional que anule los valores machistas (en el caso de la India con más dificultad, dada la pervivencia de su sociedad de castas) y que consiga pasar a un modelo de coeducación: vernos como iguales, educarnos en igualdad. Esto sería efectivo no de inmediato, sino a medio plazo y, sin necesidad de leyes, y nos proporcionaría una conducta social de coeducación, conseguida mediante un cambio psicológico, empírico y empático de entre iguales con rechazo a semejante violencia.
En los últimos años, en Nueva Delhi solo se han dado unos 560 casos de violación que hayan sido denunciados. Pero no podemos decir que estos hechos sean endémicos sólo en el caso de la India. Es endémico en el caso de Europa, de Latinoamérica, de África de EE.UU, de Indonesia (…) Así es la tragedia que origina la fuerza brutal del pene.
Decálogo sexual de la mujer en la India
1.- Pocas mujeres policías: Los estudios demuestran que las mujeres policías son más propensas a reportar delitos sexuales. La India ha tenido, históricamente, un porcentaje mucho menor de mujeres policías que otros países asiáticos.
En Nueva Delhi, sólo el 7% de los agentes de seguridad es de género femenino y tiene funciones que no implican patrullaje, según el “Times” de India. Además, de las 161 comisarías de distrito de Delhi, sólo una tiene una oficina especial para atención a mujeres.
2.- Insuficientes policías en general: No existen los elementos de seguridad necesarios para la protección de los ciudadanos comunes, argumenta un artículo del “Brookings”, y los oficiales que están disponibles a menudo carecen de formación de investigación y equipo.
Delhi, por ejemplo, es el hogar de una de las fuerzas más grandes de la policía metropolitana del mundo, con unos 84,000 agentes; sin embargo, sólo un tercio está involucrado en algún tipo de actividad policiaca verdadera, y el resto proporciona servicios de protección a políticos, burócratas, diplomáticos y otras élites.
3.- Ropa provocativa: Existe una tendencia a considerar a las víctimas de violencia sexual como las provocadoras del crimen. Una encuesta realizada en 1996 a jueces de la India reveló que el 68% dijo que la ropa provocativa era una invitación a la violación.
En respuesta al reciente incidente de la violación colectiva, un legislador en Rajastán sugirió prohibir las faldas en los uniformes de las niñas en las escuelas privadas, citando su existencia como la razón del aumento de casos de acoso sexual.
4.- Aceptación de violencia doméstica: El grupo “Reuters Trust Law” calificó a la India como uno de los peores países para las mujeres este año, debido a que la violencia doméstica es un “acto merecido”.
Un informe del 2012 de UNICEF encontró que el 57% de los niños indígenas y el 53% de las niñas de entre 15 y 19 años piensa que golpear a la esposa es un acto justificado. Una reciente encuesta nacional de salud familiar informó de que un porcentaje considerable de mujeres se culpan por las palizas de sus maridos.
5.- Falta de seguridad pública: Las mujeres, por lo general, no están protegidas fuera de sus hogares. La violación en grupo se produjo en un autobús, e incluso las autoridades indias argumentan que los lugares públicos del país pueden ser peligrosos para las mujeres. Muchas calles están mal iluminadas y hay una falta de baños para mujeres, reveló un informe del Ministerio de Desarrollo Infantil y de la Mujer.
6.- Estigmatización de la víctima: Cuando el acoso verbal o los manoseos se producen en áreas comunes, los presentes ante dichos hechos con frecuencia miran hacia otro lado en lugar de intervenir para evitar un conflicto, debido a que en algún nivel culpan a la víctima.
7.- Fomento de que las víctimas de violación se comprometan con el agresor: En un caso reciente de violación, una menor india de 17 años de edad se suicidó cuando la policía la presionó para que abandonara el caso y se casara con uno de sus atacantes.
Las víctimas de violación son, a menudo, alentadas por los ancianos del pueblo y los consejos del clan para comprometer a la familia de los acusados e incluso a casarse con el agresor. Estos compromisos están dirigidos a mantener la paz entre las familias o grupos de clanes. Lo que es más, los prospectos de una niña para el matrimonio son más importantes que llevar un violador ante la justicia.
8.- Un sistema judicial lento: El sistema judicial en La India es dolorosamente lento, en parte debido a la escasez de jueces. El país solo tiene cerca de 15 jueces por cada millón de personas. Un juez del Tribunal Superior de Delhi, estimó que se tardaría 466 años en resolver el retraso sólo en la capital.
9.- Pocas condenas: La tasa de condena por violaciones no supera el 2.6% y tampoco hay una ley que contemple el acoso sexual que sucede cotidianamente. La aprobación de un proyecto de nueva norma de asalto sexual se ha retrasado durante siete años.
10.- El bajo estatus de la mujer: Tal vez el mayor problema en La India es el bajo estatus en el que se encuentra la mujer. Para las familias pobres, la necesidad de pagar una dote matrimonial puede hacer que las hijas sean vistas como una carga. Para muchas familias, los hijos se alimentan mejor, tienen más probabilidades de ser enviados a la escuela y mejores perspectivas de carrera.
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Artículo de www.profesionalespcm.org insertado por: El administrador web - Fecha: 28/01/2013 - Modificar
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Actualizado a 12/09/25
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