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Texto del artículo:
Tomado de Diagonal PeriódicoLa Sociedad Española de Neurología
(SEN) calcula que la enfermedad de
Alzhéimer presenta ya unos 800.000
casos en el Estado español, lo que
afecta al 10% de las personas mayores
de 65 años y al 30% de las mayores
de 85 años. De acuerdo con organismos
oficiales, como la ONU o
Alzheimer’s Disease International,
en torno a 35,6 millones de personas
mayores sufrían algún tipo de demencia
relacionada con la vejez en
todo el mundo en el año 2010, y esta
cifra podría duplicarse cada diez
años. De forma más concreta, en
Andalucía las muertes por demencia
senil se presentaban como el 6,6%
del total de la mortalidad en los últimos
cuatro meses de 2011.
En las sociedades occidentales técnico-
científicas, la mayor longevidad
de sus poblaciones se alaba como un
gran logro y se muestra como una
evidencia causal de desarrollo, a pesar
de que la realidad se torne más
compleja si añadimos otros factores
al análisis. Esta mayor longevidad no
ha sido acompañada de una mayor
calidad de vida en la ancianidad. No
son pocos los estudios que señalan el
paulatino empobrecimiento de las
personas mayores a nivel global, la
estigmatización y la escasa estima
social de este colectivo, principalmente
por las lógicas productivistas, o
el aumento de personas enfermas y
dependientes con edad avanzada.
Hasta la fecha, el alzhéimer no tiene
causa reconocida y las investigaciones
que se realizan van más encaminadas
a buscar causas genéticas o
algún medicamento milagroso que a
buscar causas más relacionadas con
problemas ambientales, alimenticios
o sociales.
Detrás de estos análisis, sin embargo,
se esconden una serie de desigualdades
estructurales que reflejan que la crisis
de cuidados se torna más hostil
con las personas mayores, sus cuidadoras
y sus necesidades. Las mujeres
son las mayores afectadas por
problemáticas relacionadas con la
vejez. “Las mujeres mayores viven
más, pero están más solas, son más
pobres y tienen peor salud”, destacan
desde el Instituto de la Mujer. El
69% de la población con alzhéimer
son mujeres, como también lo son el
70% de personas que las cuidan. La
precarización laboral (por no decir
vital) de las internas inmigrantes sin
papeles que realizan trabajos domésticos
es prácticamente exclusiva de
las mujeres. Resultan datos paradójicos
cuando son ellas las que siguen
aportando socialmente los elementos
fundamentales para garantizar la
calidad de vida.
Dependencia y crisis
La coyuntura actual no ayuda a eliminar
estos problemas, sino que más
bien viene a incrementarlos: los recortes
en la Ley de la Dependencia
disminuyen la ayuda a personas cuidadoras
y el sistema de Residencias
y Estancias Diurnas tiende a la concertación
público-privada o a la privada
directamente, con la consiguiente
dificultad de acceso de las
personas con rentas bajas a estos
servicios. Los efectos de la crisis están
generando asimismo nuevas situaciones
hasta ahora desconocidas,
como la reagrupación de las familias
en torno a alguna persona mayor y a
su mínima pensión económica (en
ocasiones personas dependientes
con serias dificultades para que les
cuiden) o la existencia de familias
desahuciadas a cargo de personas
mayores con demencia.
Para la UE, el 2012 es el Año
Europeo del Envejecimiento Activo
y la Solidaridad entre Generaciones.
Dos desafíos surgen en este sentido.
De un lado, los movimientos sociales
más críticos y con un amplio nivel de
conciencia sobre problemáticas sociales
suelen atender poco a los
asuntos relacionados con las personas
de edad avanzada, más allá de la
privatización de las pensiones o el
aumento de la edad de jubilación.
Además, como señala Carlos Taibo,
los últimos grandes movimientos como
el 15M o el 25S están compuestos
eminentemente por personas jóvenes
con escasa intergeneracionalidad. La
diferencia de acceso a las nuevas tecnologías
entre la gente joven y la mayor
deja fuera, asimismo, a mucha
gente del segundo rango de edad con
dificultad de acceso a ordenadores y
redes sociales como Facebook o
Twitter.
De otro lado, los colectivos de personas mayores
o que representan de
algún modo los intereses de esta población
(como asociaciones de familiares
de alzhéimer o de cuidadoras)
no suelen realizar un análisis de la
realidad y las actuaciones entendidas
de manera holística y con compromiso
social, por lo que muchas
veces ejercen un papel asistencialista
y poco movilizador, salvando excepciones
como los yayoflautas, las
trabajadoras domésticas y cuidadoras
organizadas en Territorio
Doméstico, algunos casos de autogestión
o los mayores ‘okupas’ en su
hogar en el centro de Berlín.
Una vez escuché decir a un viejo
anarquista que el primer paso para
luchar es tener conciencia. El alzhéimer
trae así una nueva paradoja.
Uno de los primeros y más flagrantes
síntomas de la enfermedad
es precisamente la pérdida de conciencia
de la realidad, lo que convierte
a la persona en dependiente.
Con estos mimbres sólo queda una
pregunta: ¿quién debe tomar la
conciencia luchadora de las personas
que han perdido la conciencia?
Suponemos, por lo atareada que
está en otros menesteres, que no
será la Unión Europea.
Por Paulino Ramos
Factores de riesgo
de la enfermedad
EDAD. Existe una mayor probabilidad
de sufrir la enfermedad en edades
avanzadas. No obstante, el alzhéimer
conocido como ‘presenil’ afecta a personas
de entre 30 y 50 años.
GÉNERO. Hay mayor prevalencia
entre las mujeres. Una de las hipótesis
es que se debe a que las
mujeres viven más años.
FACTORES GENÉTICOS. La presencia
del alzhéimer en familiares multiplica
el riesgo de aparición en dos o tres
veces, aunque no es concluyente.
CONDICIONES MÉDICAS. Las lesiones
craneales, altos niveles de colesterol,
hipertensión y la falta de vitamina
B12 están relacionadas. Las
personas con síndrome de Down que
superan los 40 años de edad suelen
padecer esta enfermedad.
ACTIVIDAD MENTAL Y EDUCACIÓN.
Algunos estudios señalan que unos
niveles intelectuales más activos previenen
su aparición.
FACTORES AMBIENTALES. Se han
realizado pocos estudios en torno a
las condiciones del entorno. Se sugiere
como perjudicial la presencia de
toxinas, algunos metales o campos
electromagnéticos.
Desde los primeros despistes hasta
la dependencia física de las últimas
fases, las personas con alzhéimer
necesitan a otras para las actividades
cotidianas. El perfil de la cuidadora
suele ser la de una familiar de
40 a 65 años. No pocas veces,
estas personas se dedican en exclusiva
a cuidar a la persona enferma,
acarreando en muchas ocasiones
problemas físicos, como dolores articulares,
cansancio, insomnio; o psicológicos,
como depresión o ansiedad.
El cuidado del alzhéimer es si
cabe más severo cuando las relaciones
de cuidado se establecen en el
seno familiar; no es fácil asumir que
un padre o una madre se olvide de
su propia descendencia. Evitar lo
que se ha dado a conocer como el
Síndrome del Cuidador (curioso
nombre cuando casi todas son
mujeres) depende en gran medida
de la capacidad de éstas para conciliar
equilibradamente los cuidados
con el resto de facetas vitales, de
una red social de apoyos amplia y
de unos recursos institucionales asequibles
y adaptativos.
Artículo de www.profesionalespcm.org insertado por: El administrador web - Fecha: 07/11/2012 - Modificar
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Actualizado a 12/09/25
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