PROFESIONALES Y COMUNISTAS
TRABAJADORES INTELECTUALES Y CLASES SOCIALES.
DANIEL LACALLE. Fundación de Investigaciones Marxistas.
(versión 1.0 para discusión,
no definitivo, en revisión y futura reedición)
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“Una serie de funciones y actividades envueltas otrora por
una aureola y consideradas como fines en sí mísmas, que se
ejercían de manera honoraria o se pagaban oblicuamente
(como todos los profesionales, médicos, abogados, etc. en
Inglaterra, que no podían o no pueden querellar para
obtener el pago de sus honorarios) se transforman
directamente en trabajos asalariados, por diferente que
pueda ser su contenido o pago”.
Karl Marx 1863-64.
En los últimos años se han lanzado dos ideas básicas frente a la concepción marxista de la sociedad : la irrelevancia de las clases sociales y sus luchas como herramienta de conocimiento y explicación de la dinámica social, por un lado ; y la irrelevancia de la clase obrera como sujeto activo para la transformación social, por otro. La tesis que aquí se mantiene es que las clases sociales no sólo existen, continúan existiendo, sino que son decisivas para la comprensión de la sociedad en que vivimos, y que, a su vez, la clase obrera no sólo existe, continúa existiendo, sino que es una de las claves principales para enfocar un proyecto de transformación social. Y dicho esto conviene, por supuesto, matizarlo. La comprensión de los fenómenos sociales no puede hoy en día reducirse, dada la complejidad de los mismos y los profundos cambios acaecidos, a una explicación exclusiva en términos de clases sociales, ni tan siquiera en última instancia. La clase obrera, a su vez, ha sufrido grandes transformaciones en su composición interna, cambios que invalidan una parte no despreciable de los esquemas operativos de la izquierda ; mientras que, además, la posición clave de la clase obrera a la que se hacía referencia no es, ni mucho menos, identificable a posición dirigente para la transformación social.
De hecho, estas situaciones, no tanto nuevas como cualitativamente diferentes, dado que es evidente que el conjunto de los asalariados ha estado creciendo continuamente y que la clase obrera, incluida la tradicional, nunca ha sido un bloque monolítico y homogéneo, lo son debido a la magnitud de los cambios internos al conjunto salarial. A la que aquí llamamos clase obrera tradicional, actualmente en regresión pero todavía importante en todos los ordenes, se superponen grupos perífericos, como mujeres, jóvenes, precarios y sumergidos (inmigrantes incluidos) y trabajadores intelectuales (TI). Los tres grupos con mayor proyección (peso social, crecimiento) son las mujeres en la población activa, los inmigrantes y los TI, grupos que poseen, considerados a un cierto nivel de abstracción, cuatro características comunes : no pertenecen a esa clase obrera tradicional, son los grupos socio-laborales que más han crecido en la última década, internamente poseen un elevado grado de hetereogeneidad y poseen, además, características definitorias que trascienden a la clase social.
I.- LA COMPOSICION DE LA CLASE OBRERA HOY
“La otra es la clase subordinada en la sociedad capitalista, que
engloba la gran mayoría de su población, compuesta sobre todo,
al menos en las condiciones del capitalismo avanzado, por los
trabajadores y por quienes dependen de ellos; la ‘clase obrera’,
hablando con propiedad, es una clase extremadamente diversa,
dividida según su ocupación, cualificación, sexo, raza, etnicidad,
religión, ideología, etc.
Disminuye, efectivamente, el componente industrial, fabril, de la
clase obrera en su conjunto ..., (la cual) lejos de disminuir, ha
aumentado con los años ... (sus componentes) tengan o no
conciencia de su status ‘proletario’ constituyen una enorme
mayoría de la población”
Ralph Milliband, 1987.
.
Desde la perspectiva expuesta en el párrafo introductorio parece importante el acercarse a la descripción de cual es la actual estructura de la clase obrera, o para ser más exacto (y sin entrar en la discusión de qué se entiende por clase obrera) la actual estructura del conjunto de los trabajadores asalariados (que de una manera muy amplia podrían asimilarse a clase obrera en potencia, o en sí), esta composición interna del conjunto salarial creo que muestra gráficamente la magnitud de los cambios indicados, sobre todo si la comparamos con la idea tradicional, típica de las II y III Internacional, compartida por los marxistas de los primeros tres cuartos del siglo XX.
De acuerdo con el Cuadro I las clases fundamentales en nuestro país serían : burguesía ( 3’5%), pequeña burguesía (13’5%) y asalariados (80’5%), con un remanente de ayuda familiar y similares (2’5%) ; si considerasemos el conjunto de la población activa dependiente incluyendo una estimación de pseudo-autónomos (en realidad dependiente de empresas, o de unidades familiares) junto con los franquiciados (al menos una parte substancial de ellos) esta alcanzaría el 89% del total de los activos en España. Por otro lado es importante conocer que el conjunto de los asalariados no ha dejado de crecer, tanto en términos absolutos como relativos, entre 250.000 y 300.000 personas anuales en la última década. Estas serían las cifras básicas que permiten afirmar que las clases siguen existiendo, que el conocimiento de las mismas es decisivo al conocimiento de la sociedad, y que la clase obrera, una cierta clase obrera, sigue existiendo, y con un importante peso ; de hecho, y de acuerdo con el Cuadro II, los asalariados y los dependientes del capitalismo son el 89% de los activos.
Pero ese conjunto salarial dista mucho de ser un bloque homogéneo, y eso en todos los aspectos, ingresos, niveles educativos, condiciones de vida y trabajo, ideologías, etnias (cada vez más), género, edad. La división fundamental sería la referente al mercado de trabajo (formas de entrada y salida, condiciones de estancia en el mismo), según este sea regulado o desregulado, en donde la condición de fijo-precario es la decisiva. Pues bien, por hacerse una idea de magnitudes, se puede afirmar que “en nuestro país, en los inicios del siglo XXI, entre 6 y 7 de cada 10 trabajadores asalariados se encuentran en condiciones de inseguridad e indefensión (emigración, economía sumergida, trabajo precario o desempleo)”(1), inseguridad e indefensión de diferentes niveles según los colectivos, lo cual hace más compleja la situación.
Si se pasa a la estructura interna por sectores de actividad tal y como aparece en el Cuadro III, vemos que hoy en día los mayoría de los asalariados pertenecen al sector servicios, más de 6 de cada 10, frente a casi 3 y medio de cada diez en la industria, minería y construcción, sector del que forman parte la mayoría de lo que se ha denominado clase obrera tradicional, y sólo 4 de cada 100 en la agricultura. Esto incrementa la heterogeneidad, dado que el sector servicios es un auténtico cajón de sastre en cuanto a profesiones, actividades y condiciones de trabajo, desde los profesionales de alta cualificación a los trabajadores ultraprecarizados de la hostelería o a los mensajeros, desde los funcionarios de carrera a los barrenderos, desde los empleados de empresas de tecnologías de la información al servicio doméstico, todo ello hasta el punto de que para su análisis y comprensión se ha propuesto su división, al menos en dos sectores, con el fin de poder deslindar con claridad que es lo que hay de avanzado y que es lo que hay de atrasado, que es una forma de progreso y qué es una forma de regreso, en la innegable terciarización de la sociedad.
Si se enfoca la estructura ocupacional-profesional expuesta en el Cuadro IV se ve que alrededor de un 20% son técnicos (casi la mitad de ellos titulados), un 15% administrativos y un 65% obreros (de ellos
casi el 60% cualificados). Es decir, la mayoría de los asalariados está en las categorías de obreros (trabajadores cualificados y no cualificados), aunque esa mayoría difiere fundamentalmente de la que se considera como “tradicional”, no poseen un trabajo fijo sino con uno u otro tipo de precarariedad, son mayoritariamente jóvenes, con un porcentaje muy elevado de mujeres, no trabajando en la industria sino sobre todo en los servicios. En esencia, esta nueva clase obrera, en donde junto con ese 65% de cualificados y no cualificados habría que considerar a los administrativos y una gran parte, sino todos los técnicos, es eso, nueva, muy distinta en prácticamente todo.
Finalmente, para acabar quisiera hacer un par de reflexiones en torno a dos colectivos que, junto a los TI, están en continuo crecimiento, las mujeres y los inmigrantes. Con relación a las primeras, que son más del 40% de los asalariados, es de destacar la mayor situación de subordinación al considerar todos los índices que se puedan utilizar, están más asalariadas (84% frente a 78’5% los hombres), son más dependientes (93% frente al 87%), tienen más paro (aproximadamente el doble o más en los últimos 15 años), menos remuneración (entre el 20 y hasta el 40% menos) más precariedad (cerca de 10 puntos más), son una mano de obra sobre todo de servicios (en donde llegan casi al 50%) ; es decir, están alejadas de lo que se entiende por clase obrera tradicional (que entre otras cosas se consideraba sustancial, si no exclusivamente, masculina). En cuanto a las ocupaciones/profesiones, se ve un mayor peso de las mujeres en trabajos no cualificados y, paradójicamente, en técnicos titulados, es decir, en los dos extremos de la estructura ; así, las profesiones/ocupaciones en donde las mujeres son mayoría clara (cerca y más del 60%) son titulados medios, cuadros no titulados (administrativos y sanidad) y empleados administrativos, y son el 65-70% de no cualificados de los servicios y de los empleados en los servicios de restauración, servicios personales y comercio. En cuanto a los inmigrantes, recordar que hemos pasado de ser un país emisor a un país receptor, con cerca de dos millones de inmigrantes extracomunitarios, lo cual puede suponer el 10% de la población activa. Cualquier aproximación a la estructura de clases que no tome en consideración estos dos colectivos, junto con la problemática específica de la edad, que conlleva situaciones mucho peores para menores de 25 y mayores de 50, en los bordes de la marginalidad, llevará, de una forma u otra, a errores irreversibles de apreciación.
II.- LOS PROFESIONALES Y TECNICOS.
“Denota un tipo de observación superficial hablar de
los ‘trabajadores intelectuales’ como una clase homgéneamente
estructurada, dado que puede establecerse dentro de sus filas una
división clara entre opresores y oprimidos, explotadores y
explotados”.
Gyorgy Lukácks, 1919.
En relación con los profesionales y técnicos, yo prefiero referirme a ellos como trabajadores intelectuales (TI), siguiendo al primer Lukácks (2) ; desde luego, y de acuerdo con otros trabajos míos (3) apenas hay nada que nuevo que decir sobre ellos. Son alrededor del 15% de la población activa, cercanos al 20% del conjunto salarial, perteneciendo a uno de los grupos ocupacionales que mayores crecimientos, absolutos y relativos, han alcanzado en los últimos años.
Esto hay que tenerlo presente constantemente : no forman por sí solos una clase, sino que se insertan, con distintos pesos específicos, en las diferentes clases sociales, incluso dentro de cada una de ellas no son grupos homogéneos, la “posición contradictoria de clase” que definió el primer E.O. Wright (4) es lo que mejor les caracteriza. Sus estamentos más altos (profesionales de élite en profesiones de élite) son un porcentaje elevado de los grupos hegemónicos de esta sociedad, entre el 40 y el 50% de los activos de estos grupos, y esos mismos estamentos son los que más probabilidades tienen de ascender socialmente desde el conjunto salarial, del cual pueden ser casi el 10%, o desde los autónomos e independientes. El modelo de profesional liberal moderno juega un importante papel en sus actitudes y expectativas, aún en el caso, más que probable, de que nunca lleguen a realizarse.
Los asalariados son indudablemente privilegiados, en prácticamente todos los órdenes, con más salario, menor paro y precariedad, mayor acceso a un puesto de trabajo, con unos niveles educativos mucho más elevados, de procedencia social media y media alta, niveles de consumo mucho más elevados y estilos de vida claramente diferenciados. Se puede detectar en ellos, como grupo de asalariados y no asalariados, la existencia de un doble proceso, de corporativización y de proletarización, que rompe cualquier posibilidad de homogeneidad, proceso que para esos niveles más elevados se ha decantado, en las dos últimas décadas, hacia la primera componente, la corporativa, individualista e insolidaria.
Dentro de su cada vez más indudable importancia, por su peso cuantitativo y por su aportación cualitativa, hay dos características que deben ser subrayadas : la primera es esa consolidación del corporativismo, ya indicada, incluso entre los asalariados, tendencia que si bien es cierta no debe interpretarse como que sea inamovible, ni mucho menos absolutamente asumido por todos los TI ; la segunda es el peso de las mujeres en su estructura interna por géneros (ver Cuadros V y VI), lo que lleva a la presunción lógica de que cualquier planteamiento de freno al corporativismo deberá venir tomando en consideración la cuestión del género, y casi con toda seguridad desde la perspectiva de género. De hecho, y aunque las mujeres están dentro de los TI salarial y profesionalmente discriminadas, forman el grupo de mano de obra femenina que ha adquirido unas pautas con relación al trabajo, y a las formas y estilos de vida, en los que las diferencias por género son mínimas (no abandono del mercado de trabajo, prioridad a la actividad laboral y profesional) ; por otro lado, en los TI de tipo alto y medio se da una fuerte tendencia a la endogamia, lo que refuerza sus identidades de grupo social y sus posiciones privilegiadas dentro de las clases.
III.- LA EVOLUCION DE LOS TI.
“Pensar es un trabajo, y como todo trabajo
necesita un objeto en el cual se externalice”
Joseph Dietzgen, 1869.
El conjunto de los que, desde una perspectiva sociológica (ver Cuadros VII, VIII y IX), pueden ser catalogados como TI, que coinciden básicamente, a efectos estadísticos, con los titulados universitarios y cuadros no titulados de la EPA, creció entre 1988 y 1998 en un 70%, lo que supuso un aumento total de más de 2’1 millones de activos, unos 200.000 por año ; para hacerse una idea comparativa, toda la PA creció durante el mismo periodo un 11’3% (unas 6 veces menos), y en términos absolutos no llegó a los 1’7 millones (menos que los TI), lo cual indica el fuerte proceso de cualificación, al menos formal, que se ha producido en esa década. El porcentaje de los TI en la PA está por encima, muy poco, del 30%, los asalariados son aproximadamente la mitad, el 15’3% (el 20% del conjunto salarial). Dentro de este marco es importante ver las diferencias entre los titulados universitarios y los no titulados. Los titulados han pasado durante el periodo aquí considerado de ser el 48% de todos los TI a casi el 55% ; los titulados asalariados siguen, sin embargo, siendo minoría dentro de los TI asalariados, pero son ya casi el 47% de los mismos. La tasa de salarización del conjunto de los TI es algo superior al 50%, es del 45% para los titulados y llega al 60% para los no titulados. Los titulados han crecido durante el periodo un 126% mientras que los no titulados lo hicieron en poco más del 47% (5).
Los TI asalariados se encuentran en los límites de la clase obrera, o del conjunto salarial si se prefiere ; forman uno de los grupos periféricos al núcleo central, pero a diferencia de los dos descritos en los apartados anteriores (mujeres e inmigrantes), clara y negativamente discriminados, los TI asalariados están en situación de privilegio relativo, operando dentro de mercados internos con importantes barreras corporativas, sobre todo en los titulados y de forma mucho más nítida en las profesiones de élite, con mayores salarios y menor desempleo.
Estas características se dan de forma mucho más acusadas en el subgrupo de los titulados universitarios, que cómo se ha indicado es el que ha experimentado un mayor crecimiento, y que es en el que se van a centrar (no necesariamente de forma exclusiva) los análisis de este apartado. Este subgrupo posee una serie de rasgos que permiten y facilitan ese tratamiento diferenciado ; de entrada conviene destacar dos de ellos : la posibilidad, mucho mayor que para cualquier otro asalariados, de acceso individual a la clase dominante, si no forman ya parte de ella, y a los grupos hegemónicos de la misma, por un lado ; y un origen social de tipo endogámico, ya que “a pesar de la rápida expansión educativa en las últimas décadas, la cualificación de los padres sigues siendo el principal predictor de la educación de los hijos ; más importante aún que la renta familiar” (6).
En la investigación para el CIS realizada a finales de los 70 se llegaba a la conclusión, que sigue siendo válida, de que los TI asalariados están sometidos a un proceso de continuo cambio en el que coexisten elementos de proletarización y elementos de recorporativización, que hacen que su situación social y laboral sea la que de una forma más plena encaje con las “situaciones contradictorias dentro de las relaciones de clase” del primer E.O. Wright (7). Estas contradictoriedad se ve mucho más claramente en el segmento que aquí se esta considerando (los titulados universitarios) en el que, por otro lado, la pertenencia a la clase dominante y a su parte hegemónica, la existencia de salarización encubierta con la consiguiente dificultad de autoubicación en las clases dominadas, la menor salarización (alrededor del 45%), las posibilidades de ascenso, el privilegio relativo (en salarios, en acceso al trabajo, en dominio del propio trabajo), la mayor facilidad para implantar barreras de mercado de trabajo a través de la exclusividad de la titulación (8) son rasgos que refuerzan su estado contradictorio.
Los TI titulados, evidentemente, no forman tampoco un grupo homogéneo, incluso pertenecen, objetivamente a clases diferentes (independientemente de su conciencia, o no de ello), pero considerados en bloque poseen una característica que trasciende la clase, que podría ser definida como identidad profesional, al regirse por lo que Amando de Miguel llama “modelo de profesionalismo”, que en no pocos casos permiten, si no el ejercicio pleno, una participación importante en el poder social y económico ; como señalan Jaime Martin Moreno y el propio Amando de Miguel “las profesiones liberales clásicas y las técnicamente superiores se destacan sobre las demás porque constituyen un aspecto del poder o al menos se relacionan con él de una manera privilegiada” (9).
Los TI pueden ser analizados como sujetos sociales y como sujetos laborales, es decir, como grupo con características similares, o como parte de una clase social con rasgos propios, desde ambas perspectivas hay una clara diferencia, dentro del capitalismo, entre el TI (titulado sobre todo) tradicional, de finales del siglo XIX y primera mitad del XX y el TI actual, en un sentido que va más allá, incluyéndola, de la oposición planteada por Antonio Gramsci en los 1930 (10) entre el intelectual tradicional y el intelectual orgánico.
La manera más evidente de captar esas diferencias aparece en los fuertes cambios cuantitativos (como grupo social y dentro de las clases), no solo los ya expuestos para la última década, sino los ocurridos en el último medio siglo : incremento constante de su número y de su peso en la población (que podría denominarse ‘masificación’, por relativa que sea), incremento constante, absoluto y relativo, de la salarización (a pesar de formar uno de los grupos sociales menos asalariados) a la que habría que añadir la innegable y cada vez mayor salarización encubierta, figura que se da no sólo entre los trabajadores de la cultura -artistas de todo tipo- sino también, y de forma importante, entre el conjunto de asesores que realizan trabajos de servicios a las empresas y, cada vez más, a las administraciones del estado. De hecho, centrándose en los titulados universitarios, se puede calcular que casi el 55% de los activos son clasificables como empresarios grandes y pequeños, gerentes, altos profesionales, autónomos y cooperativistas, y que, además, son la gran mayoría de la parte hegemónica de la clase dominante, grandes propietarios, gerentes, altos profesionales y altos funcionarios.
En los TI los rasgos específicos, las características interclasistas, son probablemente de los más acusados entre los grupos sociolaborales en ascenso. De ellos son destacables, aún a riesgo de repetir algo ya indicado : la procedencia de clase, generalmente de la clase media tradicional y de los propios TI, de forma muy clara en los titulados universitarios, en donde el carácter endogámico es muy fuerte, y eso a pesar de la ampliación constante de la educación superior ; la existencia de una diferencial muy alta en lo que a educación formal se refiere, a la que se añade, sobre todo en las llamadas profesiones de “elite”, una elevada utilización del “numerus clausus” ; derivado de la anterior, una posición privilegiada en el mercado de trabajo, en multitud de ocasiones mercados de trabajo semicerrados por titulaciones, profesiones, etc. que implican una evidente situación de menor afectación del paro, mayores salarios (no siempre técnicamente justificados) , posición que afecta tanto a los asalariados como a los que no lo son ; unas formas de vida diferenciadas, con acceso a unos niveles de consumo “exclusivos” ; una fuerte endogamia, no solo en el origen social, sino también dentro del propio grupo ; una ideología del “profesionalismo” en donde el profesional liberal es tomado como un modelo a seguir en las pautas sociales y laborales, incluso entre los asalariados que no dejarán de serlo.
En cuanto a las mujeres de este grupo hay que destacar varias características importantes, en primer lugar, su elevado porcentaje, el elevado nivel de feminización de los TI, y en segundo lugar, el que estas mujeres son las que utilizan unas pautas de trabajo, un comportamiento de cara al mercado de trabajo y al propio puesto de trabajo, que apenas mantienen diferencias con relación a los hombres del grupo social, en niveles de actividad, en entradas y salidas del mercado, en la prioridad dada al trabajo para el mercado sobre el trabajo para el hogar. Sin embargo, y como ya se ha expuesto, sigue existiendo hacia ellas una fuerte discriminación, en los salarios y en el acceso a los puesto de poder y decisión.
Los TI se plantean su acción socioprofesional a través de colegios y asociaciones profesionales y su acción sociolaboral a través de los sindicatos. A veces se trasladan las pautas de los primeros a los segundos, planteándose así los sindicatos de corte corporativo (de médicos, de pilotos, de cuadros, por fijarse en algunos de los más conocidos en nuestro país), y otras veces no, sino que participan directamente en los así llamados sindicatos de clase. Su porcentaje de afiliación es muy similar al de los restantes grupos de asalariados, sobre todo a partir del incremento de afiliación en las administraciones públicas a que ha llevado la implantación de la tímida negociación colectiva existente en España en este sector. De este modo su participación en el conflicto, y ahora nos referimos al conflicto laboral, es también doble, unos participan en lo que pudiese llamarse acción de clase solidaria, con el resto de los asalariados, otros en un tipo de conflictividad claramente corporativa, generalmente insolidaria y de defensa de privilegios.
De todos modos y para terminar, en palabras de Paul Bouffartigue, “todo hace pensar que se afirma un continuum de posiciones sociales en el mundo del trabajo contemporáneo” (11) en donde los TI titulados asalariados estarían en la parte más alta, pero en donde la clara situación de “asalariado de confianza” que poseían, sometida a multitud de tensiones contradictorias, estaría dejando de ser un hecho inamovible tanto para los empleadores como para los propios TI.
IV.- TI INDEPENDIENTES Y SEMIDEPENDIENTES.
“La doble escapatoria de establecer, por un lado, relaciones de
trabajo, no sólo con un único empresario, sino con un grupo
(que es siempre un grupo de profesionales y no una sociedad de
capitales) y, por el otro, de considerarse ‘liberales’, es decir,
sujetos a las limitaciones ordenancistas”
C.G.I.L. 1986
De los datos vistos en apartados anteriores (y sobre todo de los incluidos en los Cuadros VII a IX) y si organizamos la estructura de clases de la siguiente forma :
1.- Grandes y medianos empresarios, gerentes, altos funcionarios, altos profesionales.
2.- Pequeños empresarios.
3.- Trabajadores independientes, autónomos, cooperativistas, franquiciados.
4.- Asalariados en pequeñas empresas.
5.- Asalariados en grandes empresas.
se puede calcular que prácticamente el 50% de los TI están entre los grupos 2, 3 y 4, con condiciones de vida y trabajo muy similares entre todos ellos, más del 40% en el grupo 5 y el resto en el grupo 1. Es decir, de los TI la mitad son asalariados, pero, a su vez, alrededor de la mitad pertenecen a un conglomerado que podríamos denominar como independendientes y semidependientes, formando todo un bloque fuera de la gran burguesía y fuera, a su vez, de las grandes empresas ; de este modo, los TI son la gran mayoría de lo que la central sindical italiana CGIL calificó como “terciario avanzado” buscando formas organizativas y fórmulas reivindicativas propias (12). Es decir, dentro de este conglomerado es decisivo el predominio, cuantitativo y sobre cualitativo, de los TI, asalariados y no asalariados, dado que son casi el 70% de sus personas activas (Ver Cuadro X).
Por lo tanto, cuando nos referimos a los TI estamos hablando de un colectivo de más de 6 millones de personas activas en este año del 2003, de los cuales más de 3’5 millones serían titulados universitarios ; y entre ellos que estén fuera de la clase dirigente y que no sean asalariados en las grandes empresas o en la administración, o sea, el grupo de TI al que en principio se catalogado como independientes y semidependientes, serían más de 3 millones, de los cuales los titulados universitarios serían casi 1’8 millones.
Las actividades cubiertas por este singular grupo de trabajadores (asalariados y no asalariados, empleadores, en este caso siempre pequeños, autónomos, profesionales liberales, etc.) se encuentran, fundamentalmente, en lo que puede llamarse la cabeza y la cola de un proceso productivo, cubriendo
sobre todo las áreas financiera, comercial, diseño, investigación-desarrollo, marketing, publicidad, promoción, importación y exportación, consultoras de organización, formación, soporte logístico, asistencia técnica, informática y otras. Y cuando se habla de proceso productivo, está referido tanto a la producción de bienes materiales, como a los servicios esenciales (sanidad, bienestar, enseñanza, administraciones públicas) o los servicios culturales de todo tipo, informativos y de ocio y turismo. Lo más destacable, en cualquier caso, es la estrecha relación que se produce entre estas actividades, pertenecientes al sistema de servicios, y el sistema productivo.
Se trata de ocupaciones y trabajos en sectores y áreas nuevos, básicamente censadas en el sector terciario pero, como ya se expuesto anteriormente, estrechamente ligadas al sistema directamente productivo y llevadas a cabo por miembros de nuevas profesiones. Localizados en las grandes ciudades, y sobre todo en las muy grandes (como de hecho con la gran mayoría de los TI), con un elevado grado de feminización (que habría que concretar área por área y actividad por actividad), provenientes una gran proporción de las clases medias-altas, con una instrucción y escolarización muy alta, con una importante dependencia de la formación permanente y dominando una o dos lenguas extranjeras.
La variación esencial que se ha producido entre la situación de hace 20 años (época en la se hizo el seminario de la CGIL) y la que ahora vivimos, es que, aunque en ambas se da un predominio aplastante en todos los procesos y actividades de las grandes empresas y conglomerados, ahora éstas concentran toda su atención en el control exhaustivo del diseño, proyecto e investigación-desarrollo y en todos los aspectos de la comercialización, incluidos todos los aspectos del soporte logístico integral (control que no significa el hacerlo directamente por sí mismas), y tienden a limitarse a la gestión (generalmente de la subcontratación) de la producción en sí. Ello ha llevado a un aumento muy importante de la dependencia (en mucho casos indirecta) de todos estos trabajadores, en teoría dependientes o semidependientes y en su gran mayoría TI. Pero lo que sí se sigue manteniendo es que son los problemas de tipo profesional y contractual, junto con el ya indicado de la formación continua, los que más afectan a las condiciones de vida y de trabajo de todos estos trabajadores.
Desde luego, para hacer un planteamiento serio y riguroso sobre la incidencia que estos TI pueden tener en los planteamientos de transformación social habría que ir más allá de las cuantificaciones y reflexiones aquí expuestas, excesivamente vagas y generales. Habría que intentar una cualificación social de las ramas de actividad afectadas, del peso de los TI cada una de las mismas, de las formas de contratación e inserción en los puestos de trabajo. Desde luego, y a tenor de lo ya visto, los TI activos en ellas son cuantirativamente bada despreciables, más de 3 millones, alrededor de la sexta parte de todos los activos, y la mitad de todos los TI. Formalmente, la mayoría de ellos, casi 2’5 millones, no son asalariados, supuestamente independientes, aunque una gran parte de los que aparecen como profesionales liberales y autónomos realmente no lo son, sino que dependen de las `pequeñas empresas con las que trabajan o colaboran como asociados, autónomos o de cualquier totra forma, pequeñas empresas que a su vez, y esto ya se ha indicado, dependen en todos los órdenes de las grandes empresas y conglomerados que dominan los procesos productivos.
V.- LOS TI COMO SUJETOS DE TRANSFORMACION SOCIAL.
“Es díficil que los trabajadores hagan una revolución
éxito sin los intelectuales, menos todavía contra ellos.
...los trabajadores por sí solos son capaces de superar
el orden social, mientras que los intelectuales por sí
solos no”.
Eric J. Hobsbawm 1973.
Quisiera cerrar estas notas con unas reflexiones a propósito del papel de los TI como sujeto de transformación social, y para ello volveré a la aproximación sobre el tema realizada en 1980 en un ciclo sobre “Los intelectuales y la sociedad actual” (13). Para ello conviene partir de un hecho, que ya ha sido señalado de forma recurrente en la argumentación anterior : los TI, como grupo social, son un conjunto, un conglomerado de grupos en realidad, completamente heterogéneo. Desde la perspectiva de la transformación social ocupan posicioness y poseen intereses no comunes, entre diferentes colectivos y a nivel individual, posiciones e intereses que en muchos casos son contrarios ; por lo tanto es difícil, si no imposible, referirse a ellos como el sujeto de transformación, aunque sí se ha mostrado evidente que colectivos importantes de TI, o TI a título individual, formen, o puedan formar, parte del sujeto de transformación.
Planteando el problema, en un primer acercamiento, desde la óptica de las clases sociales, los TI, como ya se ha visto en el aparato documental y estadístico utilizado en este trabajo,. Son un conglomerado de grupos y capas sociales que pertenecen a diferentes clases : una parte no despreciable de ellos, un 10%, pertenecen a la clase dominante, son hecho son la abrumadora mayoría dentro de esa clase dominante, un 90% de la misma ; gran parte de ellos, un 40%, de la pequeña burguesía, de la cual también son la inmensa mayoría, el 90% ; y finalmente la mitad de ellos están en el conjunto salarial, del cual son una minoría, casi el 20%, si bien importante y cualificada. Quizás la posición de clase, y la consciencia de clase, más clara y definida se de entre el primer grupo, aquellos que pertenecen a la clase dominante ; en el resto se encuentarn los mejores ejemplos de aquellos que, en el decir de E.O. Wright, tienen una “posición contradictoria de clase” (14), dentro del permanente proceso de proletarización y corporativización al que están sometidos (15). Vistas así las cosas, y en una interpretación optimista, el 90% de los TI pueden ser considerados como posible parte del sujeto de transformación social en nuestros días.
Por otro lado, como conglomerado de grupos sociales en sí, poseen una serie de características que atraviesan, por así decirlo, a las clases sociales, y que son comunes, si bien en diferentes grados, a todos ellos. Los elevados porcentajes de feminización, los altos niveles de escolarización y educación, las formas peculiares de vida, consumo y trabajo,, los intereses profesionales, tanto estrechos (corporativos) como de amplitud social, están entre otras de esas características comunes. De nuevo en una interpretación optimista, en una visión positiva de estos rasgos, muchos de ellos les permiten ser más sensibles a aspectois esenciales de la denominada crisis de civilización que atraviesa nuestra sociedad, y que configuran las bases de los nuevos movimientos sociales, llevando a los Ti, por lo tanto, a una mayor comprensión y un mayor compromiso con los mismos. Por ejemplo, de cara a los problemas ecológicos, a los derivados de la irrupción de la mujer como sujeto activo político, social y laboral, frente a los problemas de la injusticia y las desigualdades en este mundo globalizado por, y en beneficio de, el capital, el pacifismo (movilizaciones contra la guerra, contra la OTAN, contra el imperialismo USA) y un largo etc. El papel que han jugado, y juegan, los TI en la creación, impulso y mantenimiento de los movimientos ecologista, feminista, pacifista, pro derechos humanos, solidarios y antiglobalización, sin ir más lejos, es a todas luces decisivo, y de su aportación como expertos a ellos se puede decir lo mismo.
Pero, en su vertiente negativa, dentro de esas características comunes están : su procedencia mayoritaria burguesa y pequeño burguesa, por mucho que en porcentaje esta mayoría haya ido decayendo en las últimas décadas ; su posición social privilegiada, o si se quiere semiprivilegiadas, tanto en el mercado laboral (menos paro, menos precariedad, mayor salario), como en el acceso a los bienes y servicios sociales (muy claramente en materia de educación y sanidad, pero tambien en otros terrensos, como el acceso a la justicia, por ejemplo) ; sus posibilidades de utilización de títulos y créditos como elementos de cierre para la defensa de esos y ortos privilegios ; y sus posibilidades no desdeñables, si bien cada vez menos seguras, de entrar a formas parte de los círculos dominantes, sus capacidades para transmitir todo ello a sus hijos. Todo este grupo de rasgos les lleva a conformar un interés en el mantenimeinto del orden social existente, y no en la transformación del mismo. Como decía Gyorgy Lukácks refioriéndose a los asalariados y semidependientes, por lo anterior los TI poseen una “consciencia no clara” (16) de su situación objetiva, proletarizada en los asalariados, y de proletarización con límites en los independientes y semidependientes (y utilizo el término proletario y sus derivados en un sentido estrictamente técnico).
Resumiendo, los TI no son el sujeto de la transformación social, como decía Eric Hobsbawm no pueden superar el orden social por sí solos, pero partes mi`portantes de ellos, cuantitativa y cualitativamente, pueden hacerlo con el resto de los trabajadores, superarlo y transformarlo, que es el significado de la revolución, aportando sus capacidades de consciencia crítica y sus conocimientos de experto al sujeto, múltiple, transformador, desde las perspectivas y visiones optimistas que aquí se han indicado, desde sus intereses solidarios, y no individualistas ni corporativos.
Hace unos días ha fallecido nuestro admirado camarada Manuel Vazquez Montalbán, en su homenaje quisiera acabar con el final de su intervención en el ciclo sobre los intelectuales (17) en el que basado este apartado. Perdonad la extensión de la cita, pero merece la pena. “Los objetivos históricos de la clase obrera siguen siendo vigentes para que la Historia tenga sentido, y el vínculo orgánico entre intelectuales y clase obrera debe restablecerse desprovisto de pasados dramatismos sacramentales, resituado según las nuevas condiciones de la realidad, recuperada la confianza en la validez del compromiso político. Durante una larga etapa el intelectual aún tendrá que cumplir la empresa prometeica como poseedor del lenguaje. Aún es preciso que quite el fuego a los dioses para dárselo a los hombres. Pero, cada vez más, esta función traduce las propias necesidades históricas y existenciales del intelectual afectado, como todo ser humano, por el dilema O SOCIALISMO O BARBARIE, complementado por el CAPITALISMO O SUPERVIVENCIA. La crisis civilizatoria pone en cuestión incluso la idea de progreso, como si progreso solo hubiera el que conecta con la visión histórica del capitalismo. Para el cambio de sentido cualitativo de progreso, de la superación de limitaciones humanas, es indispensable el cambio histórico. Nunca como ahora la conciencia del intelectual ha tenido tantas facilidades para identificarse con la conciencia de la clase ascendente. Y recupero esta vieja adjetivación consciente de que siembro el pequeño escándalo de recurrir a un lenguaje precipitadamente enterrado por obsoleto, con esa precipitación de entierro que suele darse en todo intento de crimen perfecto”.
NOTAS.
(0).- Los datos están tomados de la EPA, básicamente de la del cuarto trimestre de 1998, salvo que se diga explícitamente lo contrario. La cita que abre este trabajo es de K. Marx, “El capital. Libro I. Capítulo VI (inédito)” (Siglo XXI, Madrid, 1973) y la del apartado I es de R. Milliband, “Divided Societies” (Oxford University Press, Oxford, 1987).
(1).- Ver D. Lacalle, “Políticas neoliberales para el mercado de trabajo” en “Papeles de la FIM” nº15 dedicado a “Neoliberalismo, balance desde la izquierda” (FIM, Madrid, 2000)
(2).- G. Lukácks “’Intellectual Workers’ and the Problem of Intellectual Leadership”, incluido en “Political Writtings 1919-1929” (New Left Books, London, 1972). De allí está tomada la cita que abre éste apartado.
(3).- Ver, por ejemplo, D. Lacalle, “Técnicos, científicos y clases sociales” (Guadarrama, Madrid, 1976), “El conflicto laboral en profesionales y técnicos” (Ayuso, Madrid, 1976), “Profesionales en el estado español” (de la Torre, Madrid, 1977), “Sobre los trabajadores intelectuales” en “Materiales” nº 4 (Barcelona, 1977), participación en “Los intelectuales y la sociedad actual” (FIM, Madrid, 1980), “Los trabajadores intelectuales y la estructura de clases” (CIS, Madrid, 1982), “Clases sociales y capitalismo” (Endymion, Madrid, 1990), “La estructura de clases en el capitalismo” (FIM, Madrid, 1995).
(4).- E.O. Wright, “Clase, crisis y estado” (Siglo XXI, Madrid, 1983).
(5).- J. San Segundo y A. Valente, “El capital humano en España” en “Economistas” nº 86 (Colegio Economistas, Madrid, 2000). La cita que inicia el apartado es de J. Dietzgen, “La esencia del trabajo intelectual y otros escritos” (Grijalbo, México, 1973).
(6) .- Ver nota 5, pg. 125.
(7) .- Ver nota 4, pp. 64-92.
(8) .- “los especialistas profesionales y técnicos, aún sin autoridad explícita para tomar decisiones, tienen
una considerable influencia por su habilidad para definir, como ‘expertos’, los problemas técnicos que existen o los que hay que tener en cuenta, y por lo tanto qué número de especialistas y con que cualificaciones se necesitan”. R. Collins, “La sociedad credencialista” (Akal, Madrid, 1997), pg. 63.
(9).- A. de Miguel, “Diagnóstico de la Universidad” (Guadarrama, Madrid, 1973), Cap. VII “La crisis de las profesiones liberales en el trasfondo del malestar universitario” y J. Martín Moreno y A. de Miguel, “Sociología de las profesiones en España” (CIS, Madrid, 1982).
(10).- A. Gramsci, “La formación de los intelectuales”, (Grijalbo, México, 1967).
(11).- P. Bouffartigue, “La crise d’un salariat de confiance. Les cadres destabilisés” en “Actuel Marx” nº26, “Les nouveaux rapports de classes” (PUF, París, 2001).
(12).- A. Pizzinato y otros.- “CGIL e terziario avanzato”, (Ediesse, Roma, 1986). La cita que abre el apartado está tomada de este volumen y corresponde al documento preparatorio del seminario organizado por la CGIL redactado por Pier Luigi Albini. En la mayoría de este apartado se siguen muy de cerca las reflexiones hechas en el seminario de 1986 por el sindicato italiano.
(13).- Publicado por la FIM con ese título de “Losintelectuales y la cociedad actual”. Mi contribución se titulaba “La participación de los intelectuales en la lucha por el socialismo” y estaba fundamentada en el trabajo de G. Lukácks señalado en la nota y en E.J. Hobsbawm, “Intellectuals and the Class Struggle”, incluido en “Revolutionaries” (New American Library, New York, 1975), de donde está sacada la cita que abre éste apartado.
(14).- Ver nota 4.
(15).- En mi trabajo para el CIS sobre los TI se llegaba a la siguiente conclusión : “se está produciendo un proceso de proletarización, a veces de forma acelerada, de determinados grupos que se encuentran en la escala más baja del colectivo de TI, aquellos cuyo trabajo es más fácil de parcelar... Para el resto ... existen límites objetivos... Paralelamente, grupos e individuos se van sumando a las clases dominantes a través de un sistema de promoción-cooptación siempre abierto, aunque cada vez más estrecho.. En estas condiciones, la corporativización es efectiva”. D. Lacalle, “Los trabajadores intelectuales y la estructura de clases” (CIS, Madrid, 1980), pg. 264.
(16).- Ver nota 2.
(17).- M. Vazquez Montalbán, “Intelectuales y compromiso político” en FIM, op. cit. en nota 13.
CUADRO I. ESTRUCTURA DE CLASES EN ESPAÑA
(A partir de las EPA, en % PA)
MUJERES HOMBRES TOTAL
Empresarios, gerentes, altos profesionales 1’50 5’00 3’50
Pequeños empresarios. . . . . . . . . . . . . . . . 1’00 1’00 1’00
Autónomos, cooperativistas. . . . . . . . . . . 9’50 14’00 12’50
TOTAL. . . . . . . . . . . 12’00 20’00 17’00
Asalariados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84’00 78’50 80’50
Otros (ayuda familiar, etc.). . . . . . . . . . . 4’00 1’50 2’50
TOTAL. . . . . . . . . . 88’00 80’00 83’00
CUADRO II. POBLACION ACTIVA DEPENDIENTE
(en %PA, estimación)
MUJERES. . . . . . . 93’00
HOMBRES. . . . . . 87’00
TOTAL. . . . . . . . . 89’00
no considera a sumergidos, marginales, etc.
CUADRO III. ESTRUCTURA INTERNA.
CONJUNTO SALARIAL.
(sectores de actividad, %)
AGRICULTURA. . . . . 4’00
INDUSTRIA, MINERIA,
CONSTRUCCION. . . 34’00
SERVICIOS. . . . . . . . . 62’00
TOTAL. . . . . . . . . . . . 100’00
CUADRO IV. ESTRUCTURA INTERNA. CONJUNTO SALARIAL.
(Ocupaciones/profesiones, en %)
MUJERES HOMBRES TOTAL
Técnicos titulados. . . . . . . . . . . . 9’50 7’00 9’00
Técnicos no titulados. . . . . . . . . . 9’00 10’50 10’00
Administrativos. . . . . . . . . . . . . 15’00 16’00 15’50
Trabajadores cualificados. . . . . . 36’50 40’50 38’00
Trabajadores no cualificados. . . . 30’00 26’00 27’50
CUADRO V. TI. PROFESIONES/OCUPACIONES CON MAS MUJERES QUE HOMBRES
PROFESION/OCUPACION % MUJERES
Titulados medios. Sanidad 80,5
Titulados medios. Enseñanza 71,5
Cuadros no titulados. Sanidad 62,6
Titulados medios. Total 59,7
Cuadros no titulados. Administración 59,4
Gerentes sin asalariados. Comercio 55,7
Titulados superiores. Enseñanza 53,3
CUADRO VI. TI. PROFESIONES/OCUPACIONES EN DONDE LA MUJER ESTA
ENTRE EL 35-50%
PROFESION/OCUPACION % MUJERES
Titulados. Superiores+medios 49,9
Gerentes sin asalariados. Total 48,3
Titulados superiores. Total 42,3
Cuadros no titulados. Total 37,9
CUADRO VII.- TI CRECIMIENTO 1988/1998
Titulados universitarios 1.439.000 (88)
2.800.000 (98)
1.361.000
126%
Cuadros no titulados 1.574.850 (88)
2.318.100 (98)
743.250
47’2%
Total TI 3.013.850 (88)
5.118.100 (98)
2.104.250
70%
Población activa 1.658.400
11’3%
CUADRO VIII.- INSERCION DELOS TI EN LA
ESTRUCTURA DE CLASES
TI Tit. Univ. (en %PA) 16’54%
Cuadros no tit.
13’7%
Total TI
30’24%
TI Tit. Univ. (en % burguesía) 55 %
Cuadros no tit.
34%
Total TI
89%
TI Tit. Univ. (en % asalariados) 9’4%
Cuadros no tit. 10’3%
Total TI 19’7%
TI Tit. Univ. Prop. medios produc. 56 %
Asalariados 44 %
Cuadros no tit. Prop. medios prod. 42 %
Asalariados 58 %
Total TI Prop. medios prod. 50 %
Asalariados 50%
CUADRO X.- TI EN LA ESTRUCTURA DE ACLASES
Empresarios, gerentes, etc. (Grupo 1) el 90% de ellos son TI
suponiendo el 10% de los TI
Independientes, autónomos etc. (Grupos 2 y 3) el 90% de ellos son TI
suponiendo el 40% de los TI
Asalariados pequeñas empresas (Grupo 4) el 6% de ellos son TI
suponiendo el 10% de los TI
Resto asalariados (Grupo 5) el 24% de ellos son TI
suponiendo el 40% de los TI
Terciario avanzado (Grupos 2, 3 y 4) el 68% de ellos son TI
suponiendo el 50% de los TI
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