GOLPE
EN VENEZUELA CONTRA CHÁVEZ
12 de abril del 2002 |
El Caracazo que acabó en golpe de Estado
Página 12
Ayer fue una jornada sangrienta en Venezuela. Después de una
marcha de 50.000 personas que derivó en 10 a 30 muertos y 95 heridos, los
comandantes militares pidieron la renuncia del presidente Hugo Chávez, marcando
el fin de la "Revolución Bolivariana".
"Las Fuerzas Armadas no son para agredir al pueblo. Les ordeno a todos mis
comandantes, que son mi fortaleza y la patria a cumplir con su deber. Esto no es
un golpe de Estado, no es una insubordinación: es una solidaridad con el pueblo
venezolano. Chávez, le fui fiel hasta el final, le serví hasta esta tarde,
pero los muertos de hoy (por ayer) no se pueden tolerar. Me obligan a tomar esta
decisión. Generales, cumplan con su deber. Es un acompañamiento a todo el
pueblo venezolano ante un atropello." Mientras el comandante general del Ejército,
general Efraín Vásquez, decía estas palabras, oficiales de las Fuerzas
Armadas y la Guardia Nacional aparecían en la madrugada en la pantalla de Radio
Caracas Televisión pidiendo a las fuerzas leales a Chávez que no se
resistieran. El ministro general de la Presidencia, Rafael Vargas, dijo desde el
Palacio presidencial de Miraflores, donde se fueron apostando un grupo de
tanquetas en posición defensiva, que "Chávez está aún y para siempre en
el Palacio presidencial. La conspiración ha fracasado". Un golpe de
Estado, uno más en América latina, estaba en marcha y marca el comienzo del
fin de la "Revolución Bolivariana" y de su líder, el teniente
coronel Hugo Chávez Frías. Y vino luego de una jornada con reminiscencias del
Caracazo que en 1989 dejó cerca de 1000 muertos (según cifras extraoficiales):
la manifestación antichavista convocada por empresarios y sindicalistas y su
posterior represión dejaron entre 10 y 30 muertos y 90 heridos.
De acuerdo a versiones del chavismo, cerca de las 21 horas todavía había
alrededor del palacio de Miraflores entre 15 y 20.000 personas, en su mayoría
de origen pobre. Una hora después, la magnitud del asunto quedaba en evidencia.
El diputado Jorge Barreto, del movimiento chavista Quinta República, estaba
haciendo declaraciones en el único canal que podía transmitir al aire: el
Canal 8, canal del Estado, que durante toda la tarde había transmitido desde el
palacio. De pronto, la imagen dejó de salir al aire, y se supo que un grupo del
Ejército había ordenado el desalojo total de las instalaciones. Para esa hora,
varios comandantes de la Guardia Nacional (la cuarta Fuerza Armada) dimitían a
su cargo y le pedían públicamente a Chávez, a través de cadenas privadas,
que renunciara para evitar "un baño de sangre".
Una jornada violenta
América Latina conoce bien lo que comenzó a pasar en la noche de ayer, y
Venezuela, en particular, también conoce de cerca lo que pasó por la tarde: el
Caracazo, esa revuelta que terminó con 1000 muertos (cifras extraoficiales),
ocurrió hace apenas 13 años, y las palabras de Vásquez aludían a eso. Ayer
el país, sobre todo la capital, vivió la repetición de la historia. Si en
1989 los pobres bajaron de "los cerros" y coparon las calles para
rechazar un paquetazo de ajuste lanzado por el entonces presidente Carlos Andrés
Pérez, ayer fue una curiosa alianza entre el empresariado y el sindicalismo la
que llenó el centro de Caracas pidiendo la renuncia del principal emergente de
la Venezuela post-Caracazo, el presidente Hugo Chávez Frías, líder de la
"Revolución Bolivariana", en medio de una huelga por tiempo
indeterminado que ya lleva tres días. Según fuentes extraoficiales, habría
entre 10 y 30 muertos en los enfrentamientos entre los manifestantes, las
fuerzas de seguridad y los "Comités de Defensa bolivarianos" en las
cercanías de Miraflores.
Por la mañana, envalentonados por un notable éxito en la convocatoria de una
huelga que comenzó en la principal empresa del país, Petróleos de Venezuela (PDVSA),
el presidente de Fedecámaras, Pedro Carmona Estanga, y el líder de la poderosa
Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), Carlos Ortega, llamaron a
salir a la calle para exigir la renuncia de Chávez. "Pido la renuncia de
Chávez y no descarto que este río humano se dirija hoy hasta Miraflores",
declaró Carmona antes de que la manifestación marchara hacia el palacio
presidencial. El "río humano" eranunas 50.000 personas, que venían
del acomodado este de la ciudad, a las que se fueron sumando otras cientas. Fue
en ese momento cuando corrieron rumores de todo tipo: que Chávez ya estaba
detenido en Fuerte Tiuna, la principal guarnición militar de Caracas, que un
grupo de militares lo obligaron a renunciar, que había enviado a hablar a los
medios a su ministro de Defensa, José Vicente Rangel, porque ya no manejaba los
hilos. Por la tarde, cuando la manifestación marchaba en dirección a
Miraflores, Chávez hizo su demostración de fuerzas. Primero, el alto mando
militar se reunió ante las cámaras en el Ministerio de Defensa para señalar
que apoyaba al gobierno. Y minutos más tarde, el mismo Chávez, que había
desaparecido misteriosamente en los últimos tres días, dio un discurso a la
nación, con el retrato de Simón Bolívar detrás, la bandera venezolana a su
derecha y en su mano una versión de bolsillo de la Constitución bolivariana
que él llevó a aprobar hace dos años, cuando era un líder popular
indiscutible. El presidente venezolano dirigió toda su furia contra los medios:
"Han instigado una conspiración, quieren crear la impresión de que
Venezuela es ingobernable". Respecto de Ortega y Carmona, dijo que junto
con los medios "están en un plan insurreccional que es riesgoso pero que
no va a tener éxito", y dispuso la suspensión inmediata de las
frecuencias de casi todas las cadenas privadas de televisión, amparándose en
una ley de radiodifusión, de los tiempos del Caracazo, que prohíbe la
transmisión de hechos violentos. Una de las cadenas había impreso sobre las imágenes
de las calles la leyenda "Ni un paso atrás". Era una guerra que el
gobierno y los medios habían librado hace días, en ocasión del paro en PDVSA
por la decisión de Chávez de remover su cúpula.
Para entonces, las cercanías de Miraflores eran un caos. Mientras hablaba Chávez
dentro del palacio, fuera de él se acercaba la manifestación. El presidente
había dispuesto que unos 1000 soldados custodiaran el palacio. Además de la
Guardia Nacional y la Policía, los "comités bolivarianos" se habían
ubicado en las inmediaciones del lugar. La manifestación no podía acercarse a
más de dos cuadras de Miraflores. "Llamo al pueblo a que no caiga en
provocaciones", declaró el presidente. Pero los disparos, piedrazos y
gases lacrimógenos comenzaron a dominar la escena. En ese momento, casi todos
los medios televisivos dejaron de transmitir en Venezuela y sus imágenes sólo
eran captadas fuera del país. Fuentes próximas a Chávez aseguraban que varios
de los muertos eran simpatizantes del presidente y explicaban que la Policía
Metropolitana había disparado contra la multitud que rodeaba el Palacio de
Miraflores. Entre los muertos, se encontraba el chofer del vicepresidente
Diosdado Cabello, con un disparo en la frente.
Anteayer, mientras la huelga general se extendía por tiempo indeterminado, un
general, en actividad y de su propia arma, Néstor González, lo acusó de
"traidor" y de permitir que las FARC operaran en Venezuela. Gran parte
del generalato de la Guardia Nacional criticó al gobierno por "la forma
parcial" en que se reprimió a los manifestantes respecto de los chavistas
y el general Alberto Camacho renunció al cargo de viceministro de Seguridad
Ciudadana y llamó a que asuma "una junta provisional". Esta acumulación
de "deserciones" finalizó por la noche con la declaración del
general Vásquez.
Por qué
"Chávez es un presidente legítimo. Si quieren que Chávez se vaya,
existen muchos mecanismos constitucionales, entre ellos un referéndum
consultivo y otro revocatorio, para que lo intenten. La democracia se mide con
los votos y no con la gente en las calles", dijo a Página/12 Eladio Hernández,
director del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Central de
Venezuela. "Estamos presenciando un autogolpe de Chávez. Tiene las manos
ensangrentadas y quiere ganar tiempo con un autogolpe", declaró a este
diario el politólogo Aníbal Romero. El autogolpe, según parece, no llegó. Más
bien parece un golpe a secas después de una jornada con ecosdel Caracazo. Justo
a él, a Chávez, que en 1992 intentó un golpe de Estado contra la cúpula política
que se mantuvo contra viento y marea. Justo a él, que ganó popularidad con su
intento golpista. Y justo a él, la crisis le llegó a principios de febrero con
cuatro militares, ninguno de ellos del Ejército, que lo criticaron públicamente
por "su autoritarismo".
Según el analista político Juan Vicente Gómez Gómez, "la suerte del
gobierno dependía de lo que hiciera el Ejército, ya que la Guardia Nacional se
había pasado a la contrarrevolución (sic) y la Fuerza Aérea se acuarteló por
la noche en la base aérea de La Carlota, en los alrededores de Caracas. La
Armada no podía influir demasiado en este contexto. Sobre los motivos que habrían
provocado la caída de Chávez, Gómez Gómez aseguró que "el gran
problema de este gobierno fue la falta de una política comunicacional. Todos
los medios estaban en contra del presidente". Además, el analista
considera que hay un complot similar al que derrocó a Salvador Allende en Chile
y que se habría activado cuando hace pocos días asumió el nuevo embajador
norteamericano en Venezuela, de apellido Shapiro, quien según Gómez Gómez
estuvo "metido en la guerra sucia en Centroamérica".
Luis Miquilena, ex ministro venezolano del Interior y ex mentor de Chávez,
exhortó ayer a "buscar vías institucionales" para conducir a
Venezuela por la "nueva etapa de transición" ante la grave crisis que
afronta. Miquilena, que alguna vez fue el sostén político más claro y
contundente de Chávez, declaró que "el jefe del Estado es el principal
responsable de todo lo ocurrido y de esa responsabilidad no lo salva
nadie".
"La caída de Chávez desgraciadamente será con violencia. Hoy se abrieron
las armas de fuego. Hay muertos y heridos. Se quitó la máscara de la
dictadura, pero Chávez va a salir a una cárcel", declaró el ex
presidente venezolano, el mismo contra el cual se dirigió el Caracazo, Carlos
Andrés Pérez. Pérez señaló que la solución de la crisis venezolana no se
dará "de un día para otro", pues Chávez "destruyó las
instituciones y dividió al país entre pobres y ricos". "La comunidad
internacional ya sabía quién era Chávez, pero el cierre de los canales y los
ataques contra los manifestantes ayudarán a conocerlo más", expresó el
ex mandatario.
Hugo Chávez Frías alguna vez fue un huracán. Tenía un apoyo masivo: llegó a
sacar el 60 por ciento de los votos. Pero ahora lo masivo, por primera vez, fue
la manifestación en su contra, una manifestación que empezó en las zonas más
acomodadas de Caracas pero que de todos modos se extendió a gran parte de la
ciudad. Y lo que vino después es historia conocida en América Latina, quizás
menos en Venezuela: un golpe de Estado. "Ya una vez los pobres bajaron de
los cerros", dijo Chávez en referencia al "Caracazo".
"Ahora volverán a bajar, pero porque vienen a soñar, a rezar, para que
esto no se detenga". Parece que eso es lo único que le queda a Chávez:
rezar y esperar que vuelvan a bajar de los cerros.
Acta Moderna - Antiglobalización - Bienvenida -
Congresos - Contactos -
Convocatorias - Cuba -
Documentos - Documentos del militante
- Enlaces - Organigrama -
Plan de Trabajo - Prensa -
Profesionales y Comunistas - Resoluciones -
Rincón de la fotografía