ESTADOS UNIDOS 

Estados Unidos ha enloquecido

John le Carré
The Times, Inglaterra


Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Estados Unidos ha entrado en uno de sus períodos de locura histórica, pero
éste es el peor que yo pueda recordar: peor que el macartismo, peor que la
Bahía de Cochinos y, a largo plazo, potencialmente más desastroso que la
Guerra de Vietnam.

La reacción al 11-S va más allá de cualquier cosa que Osama bin Laden
pudiera haber soñado en sus sueños más crueles. Como en los tiempos de
McCarthy, las libertades que convirtieron a EE.UU. en la envidia del mundo
están siendo sistemáticamente socavadas. La combinación de los serviles
medios de comunicación y de los intereses creados de EE.UU. están
asegurando, una vez más, que una discusión que debería estar estallado en el
centro de cada ciudad se limite a las columnas más sofisticadas de la prensa
de la costa Este.

La inminente guerra fue planeada años antes del ataque de bin Laden, pero
éste la posibilitó. Sin bin Laden, la junta de Bush estaría aún tratando de
explicar cosas tan peliagudas como la manera cómo logró ser elegido para
comenzar; Enron; su desvergonzada preferencia por los que ya son demasiado
ricos; su desvergonzado desdén por los pobres del mundo, la ecología y un
montón de tratados internacionales unilateralmente abrogados. También
podrían estar contándonos por qué apoyan a Israel en su constante desprecio
de las resoluciones de la ONU.

Pero bin Laden corrió un velo sobre todo esto. Los bushíes están en la
cresta de la ola. Actualmente un 88 por ciento de los estadounidenses
quieren la guerra, se nos dice. El presupuesto de defensa de EE.UU. ha sido
elevado por otros 60.000 millones de dólares a unos 360.000 millones. Una
espléndida nueva generación de armas nucleares está siendo preparada, así
que podemos quedarnos tranquilos. Lo que es menos claro es qué clase de
guerra piensa que está apoyando un 88 por ciento de los estadounidenses.
¿Cuánto piensan que va a durar, por favor? ¿Cuál será el costo en vidas
estadounidenses? ¿Cuánto le costará al contribuyente estadounidense? ¿Cuál
va a ser el costo en vidas iraquíes? -porque la mayoría de ese 88 por ciento
son gente perfectamente decente y humana.

El cómo Bush y su junta lograron transferir la cólera de EE.UU. de bin Laden
a Sadam Husein es uno de los grandes trucos conspirativos de relaciones
públicas de la historia.

Pero lo lograron. Una reciente encuesta nos dice que uno de cada dos
estadounidenses cree ahora que Sadam fue responsable por el ataque contra el
World Trade Centre. Pero el público estadounidense no sólo está siendo
engañado. Está siendo intimidado y mantenido en un estado de ignorancia y
temor. La neurosis cuidadosamente organizada podría llevar exitosamente a
Bush y a sus conspiradores a la próxima elección.

Los que no están con Mr. Bush están en su contra. Lo que es peor, están de
parte del enemigo. Lo que es extraño, porque yo estoy totalmente en contra
de Bush, pero me encantaría ver caer a Sadam -pero no a la manera de Bush y
no utilizando sus métodos. Y no bajo la enseña de una tal desvergonzada
hipocresía.

La jerga religiosa que conducirá a los soldados estadounidenses a la batalla
es tal vez el aspecto más nauseabundo de esta guerra surrealista que se
viene. Bush tiene a Dios en su poder. Y Dios tiene opiniones políticas muy
especiales. Dios nombró a EE.UU. para que salvara al mundo de cualquier
manera que le convenga a EE.UU. Dios nombró a Israel para que sea el nexo de
la política de EE.UU. en el Medio Oriente, y cualquiera que quiera objetar a
esa idea es a) antisemita, b) antiamericano, c) partidario del enemigo, y d)
terrorista.

Dios también tiene algunas conexiones de miedo. En EE.UU., donde todos los
hombres son iguales desde Su punto de vista, aunque no sea el de todos, la
familia Bush tiene un Presidente, un ex Presidente, un ex jefe de la CIA, el
gobernador de Florida y el ex gobernador de Texas.

¿Quieren algunas pistas? George W. Bush, 1978-84: ejecutivo superior de
Arbusto Energy/Bush Exploration, una compañía petrolera; 1986-90: ejecutivo
superior de la compañía petrolera Harken. Dick Cheney, 1995-2000: director
general de la compañía petrolera Halliburton. Condoleezza Rice, 1991-2000:
ejecutiva superior de la compañía petrolera Chevron, que bautizó un buque
tanque con su nombre. Y así sigue. Pero ninguna de estas insignificantes
asociaciones afectan la integridad de la labor de Dios.

En 1993, cuando el ex Presidente George Bush estaba visitando al tan
democrático Reino de Kuwait para recibir el agradecimiento por haberlos
liberado, alguien trató de matarlo. La CIA cree que ese "alguien" fue Sadam.
Por lo tanto Bush hijo grita_ "Ese hombre trató de matar a mi papito." Pero
no es algo personal, esta guerra. Sigue siendo necesaria. Sigue siendo cosa
de Dios. Sigue tratándose de llevar la libertad y la democracia al oprimido
pueblo iraquí.

Para ser miembro del equipo uno también tiene que creer en el Bien Absoluto
y en el Mal Absoluto, y Bush, con mucha ayuda de sus amigos, su familia y de
Dios, está presente para decirnos cuál es cuál. Lo que Bush no nos dice es
la verdad sobre el motivo por el que vamos a la guerra. Lo que está en juego
no es un Eje del Mal -sino el petróleo, el dinero y las vidas de personas.
La desgracia de Sadam es que se encuentra sobre el mayor campo petrolífero
del mundo. Bush lo desea, y el que le ayude a conseguirlo recibirá un trozo
del botín. Y el que no lo haga, no.

Si Sadam no tuviera ese petróleo, podría torturar a sus ciudadanos todo lo
que le dé la gana. Otros gobernantes lo hacen todos los días -piensen en
Arabia Saudí, piensen en Pakistán, piensen en Turquía, piensen en Siria,
piensen en Egipto.

Bagdad no representa un peligro evidente ni presente para sus vecinos, y
ninguno para EE.UU. o Gran Bretaña. Las armas de destrucción masiva de
Sadam, si es que aún las posee, serían una bagatela en comparación con lo
que Israel o EE.UU. podrían lanzarle dentro de cinco minutos. De lo que se
trata no es de una amenaza militar o terrorista inminente, sino del
imperativo económico del crecimiento de EE.UU. De lo que se trata es de la
necesidad que tiene EE.UU. de demostrar su poder militar ante todos
nosotros -ante Europa y Rusia y China, y ante los pobres pequeños lunáticos
de Corea del Norte, así como ante el Medio Oriente, para mostrar quién
gobierna EE.UU., y quién es gobernado por EE.UU. en el extranjero.

La interpretación más piadosa del papel de Tony Blair en todo esto es que
creyó que, al montarse en el tigre, podría controlarlo. No puede. En lugar
de hacerlo, le dio una falsa legitimación, y una voz suave. Ahora temo que
el mismo tigre lo haya acorralado en un rincón, y que no se puede escapar.

Es terriblemente ridículo que, siendo que el discurso de Blair lo ha llevado
contra las cuerdas, ninguno de los dirigentes de la oposición de Gran
Bretaña pueda tocarlo. Pero ésa es la tragedia de Gran Bretaña, igual que la
de EE.UU.: mientras nuestros gobiernos deforman, mienten y pierden su
credibilidad, el electorado simplemente se encoge de hombros y para otro
lado. La mejor posibilidad que tiene Blair de sobrevivir personalmente debe
ser que, en el último instante, la protesta mundial y una ONU con un coraje
inverosímil obligara a Bush a guardarse su pistola sin dispararla. ¿Pero qué
pasa si el mayor cowboy del mundo retorna sin la cabeza del tirano para
mostrársela a los muchachos?

La peor posibilidad para Blair es que, con o sin la ONU, nos arrastre a una
guerra que, si jamás hubiera existido la voluntad de negociar enérgicamente,
podría haber sido evitada; una guerra que no ha sido discutida más
democráticamente en Gran Bretaña de lo que ha ocurrido en EE.UU. o en la
ONU. Al hacerlo, Blair habrá dañado nuestras relaciones con Europa y con el
Medio Oriente por décadas. Habrá contribuido a provocar represalias
imprevisibles, malestar en el interior, y un caos regional en el Medio
Oriente. Bienvenidos a la fiesta de la política extranjera ética.

Hay un camino intermedio, pero es duro: Bush se lanza a la guerra sin
aprobación de la ONU y Blair se queda en casa. Adiós a la relación especial
con EE.UU.

Me estremezco cuando escucho a mi Primer Ministro prestando sus sofisterías
de monitor jefe a esta aventura colonialistas. Sus muy reales ansiedades
sobre el terror son compartidas por todas las personas cuerdas. Lo que no
puede explicar es cómo asocia un ataque global contra al-Qaeda con un ataque
territorial contra Irak. Estamos en esta guerra, si tiene lugar, para
asegurar la hoja de parra de nuestra relación especial, para agarrar nuestra
parte del botín de petróleo, y porque, después de darse tanto la mano en
Washington y en Camp David, Blair tenía que aparecer ante el altar.

-¿Ganaremos, papá?

-Desde luego, hijito. Todo pasará mientras estás en cama."

-¿Por qué?

-Porque de otra manera los votantes de Mr. Bush se pondrán terriblemente
impacientes y podrían decidir no votar por él.

-¿Pero morirá gente, papá?

-Nadie que tú conozcas, querido. Sólo extranjeros.

-¿Podré mirar en la tele?

-Sólo si Mr. Bush está de acuerdo.

-¿Y después, volverá todo a lo normal? ¿Nadie podrá hacer algo horrible,
nunca más?

-Cállate niño, y duerme

El viernes pasado un amigo mío en California condujo al supermercado local
con una pegatina sobre su coche que decía: "La Paz también es Patriótica".
Cuando terminó sus compras había desaparecido.

15 de enero de 2003
Copyright 2003 Times Newspapers Ltd

Gentileza:: Cristina Castello [ cristinacastello@fibertel.com.ar ]


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