ECOLOGÍA
ECONOMÍA Y ECOLOGÍA:
¿Para qué sirve la Utopía?
Víctor Manuel Casco Ruiz (*)
2º Congreso de Derechos Humanos de Extremadura
Facultad de Derecho
Se sabe que una célula viviente está compuesta de unas dos
mil enzimas específicas. Los biólogos han calculado que la probabilidad de que
se produzca una
combinación única de estos elementos para que se pueda producir
una célula viviente al cabo de un millón de años de evolución es
del orden de 1/10 1000 (uno partido por diez
elevado a mil).
Estos niveles increíbles de azar nos llevan a una
única conclusión de largo alcance: que
nuestra existencia es fruto de
una improbabilidad
infinita de existir.
(…) Resulta cada vez más claro que, por medio de la
lógica económica imperante (nuestros conceptos de valor, progreso,
beneficio, y
todo lo demás), nuestra capacidad de destruir lo
infinitamente improbable se está convirtiendo
en una certeza
Manfred Max-Neef
Cuando escribo estas líneas, tengo bien presente la invitación hecha de escribir sobre diez problemas, diez avances y diez propuestas con relación a la ecología y la economía en Extremadura.
Por otra parte, soy plenamente consciente de que voy a incumplir el compromiso. Y antes de abordar la realidad de la economía y la ecología en Extremadura, conviene plantear los problemas globales a los que nos vemos enfrentados y las lógicas imperantes que condicionan nuestra realidad económica y medio ambiental. Lo explico de una manera más directa: la degradación del medio ambiente es un fenómeno global, con ramificaciones locales o regionales y propio de un modelo económico basado en la lógica de la acumulación, el capitalismo.
Esto tiene una consecuencia directa: que el ecologismo consecuente debe ser anticapitalista. En palabras de Manuel Sacristán "no es posible conseguir mediante reformas que se convierta en amigo de la Tierra un sistema cuya dinámica esencial es la depredación creciente e irreversible. Por eso, lo razonablemente reformista es, también en esto, irracional".
Veamos rápidamente la situación global de la economía, analizando sus implicaciones ecológicas y sociales.
Modernidad versus crecimiento:
La modernidad, entendida como centralidad humana y búsqueda de la dignidad y bienestar del hombre –"entendida", lo que no significa "realizada"-, concibió las ciencias y las tecnologías como el instrumento idóneo para alcanzar la felicidad universal. En el siglo XVIII la confianza en el poder faústico de las tecnologías alentó la concepción de un mundo futuro sin enfermedades, sin trabajos pesados y sin ataduras.
Han pasado tres siglos y la realidad mundial desdice aquella confianza: hoy hemos llegado a cuotas de crecimiento económico y desarrollo tecnológico sin parangón y se ha globalizado la economía: el capitalismo recorre cada uno de los rincones de la tierra. Y ha sido la combinación de esos tres fenómenos: crecimiento, capitalismo globalizado y revolución tecnológica quienes han delineado una sociedad donde las desigualdades económicas aumentan, donde el hambre y la miseria han alcanzado cuotas inimaginables y donde las agresiones generalizadas al medio ambiente están provocando cambios ecológicos con consecuencias difíciles de imaginar.
No en vano, Fausto Bertinotti ha hablado de modernización versus modernidad, el progreso social se cancela en beneficio de la acumulación del capital en pocas manos y las innovaciones científico – técnicas se conciben al servicio de un modelo económico depredador. Por ello, las investigaciones en agricultura no persiguen eliminar el hambre, sino que, monopolizadas en grandes transnacionales como Novartis, buscan el máximo beneficio; vemos como los países del sur se rebelan contra una medicina que les niega el acceso a las vacunas, pues la investigación médica busca patentar todo avance y comerciar con las miserias de los otros; y frente a la idea de un mundo unificado, basado en criterios de paz y dignidad universales, la guerra infinita e indefinida se constituye en gestión diaria de los problemas, con toda una tecnología punta a su servicio. Este es nuestro mundo.
Hay una palabra mágica que pretende dar justificación a este delirio: el crecimiento. El principal mito de la globalización: se decía, se justificaba todo acto, en lograr mayores cuotas de crecimiento: tener más para poder repartir más. Pero el crecimiento económico del pasado, alentado por instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la Organización Mundial del Comercio, no ha eliminado la pobreza. Antes bien, ésta ha aumentado. No hay relación directa entre crecimiento y redistribución, y si la hay entre crecimiento y acumulación en pocas manos. El mercado no redistribuye: no es un mecanismo democrático, sino que impera en él la ley del más fuerte.
Los economistas también han buscado justificaciones en la sociedad de consumo (del norte): desde los años 50 hemos entrado en una carrera de consumo intensivo de bienes materiales imposible de seguir manteniendo. Una sociedad del consumo que supone que el 20% de la humanidad se apropie del 80% de los recursos. Y una sociedad de consumo que, a priori, tiene un límite claro: que dichos recursos son agotables.
Esta sociedad tiene demasiadas prisas, exige tener más en el menor tiempo posible. El ocio entra a formar parte de ese circuito del consumo. Georgescu lo explicó con una metáfora: "el circúndrome de la máquina de rasurar":
Rasurarse más rápidamente para tener más tiempo para trabajar en una máquina que rasure con mayor rapidez para tener más tiempo para trabajar en una máquina de resurar aún más rápida y así ad infinitum.
Resumiendo, nuestro modelo económico actual, nuestra sociedad capitalista, ha gestado un mundo con cuatro características:
El aumento imparable de las desigualdades entre el Norte y el Sur, cuya consecuencia inmediata es la inmigración, y la precariedad laboral y social en el propio norte, lo que implica, a su vez, inseguridad creciente.
Una sociedad menos democrática, con gestores de la economía – y por tanto, que van a condicionar la realidad - no elegidos por los pueblos: el FMI, el BM o la OMC se rigen por el principio de que quien más tiene más puede, unas instituciones, además, al servicio de las grandes multinacionales.
La guerra y la agresión militar al servicio de un proyecto unipolar. EEUU es hoy el gendarme mundial, por encima de las Naciones Unidas, vaciadas ya de todo contenido.
Y un mundo donde podemos identificar las principales amenazas ecológicas: el deterioro de la capa de ozono, la contaminación del aire, la pérdida de suelos cultivables, el derroche del agua, la deforestación o la extinción de especies animales y vegetales.
Estas cuatro características son propias de nuestro modelo económico y se entrelazan. Un ejemplo: EEUU quiere atacar Iraq (en el Sur) aún con la oposición de una gran parte de la sociedad (menor democracia) para, entre otras cosas, disponer de bases militares allí (al servicio de su proyecto unipolar) y controlar los recursos energéticos (poder contaminar más sin agotar sus propias reservas).
Desde la ecología consecuente –podríamos decir, política-, pues, se han propuesto unos límites a este desarrollo:
Los límites impuestos por la propia Naturaleza: no podemos sustentar nuestro orden civilizatorio en unas fuentes que no son renovables, es decir, que dicho modelo de civilización tiene un plazo límite y no podemos provocar un colapso ecológico de consecuencias impredecibles.
Los límites impuestos por el propio hombre: no podemos continuar con un modelo que margina al 80% de la humanidad y precarice al 20% restante.
Proponemos, pues, una economía "atenta a las restricciones físicas y geológicas del medio natural y preocupada por cuestiones ético – sociales tales como la equidad distributiva intra e intergeneracional" (Juan Manuel Martínez).
Las características, que sólo enunciamos, de ese modelo económico y social serían:
La introducción de algún tipo de planificación democrática al mismo tiempo mundial y descentralizada. Una propuesta es la Tasa Tobin, pero hay que ir más allá.
Una redistribución global de la riqueza a favor de los pobres de esta Tierra.
Una economía y productividad sustentable y basada en criterios ecológicos: no se propone una sociedad preindustrial, sino una sociedad industrial alternativa, una reconstrucción ecológica de la sociedad industrial. También significa una sociedad no capitalista: José Antonio Viera – Gallo, ministro con Salvador Allende, postulaba lúcidamente que el socialismo puede llegar solo en bicicleta. No se trata de conducir un coche privado con gasolina sin plomo, sino poner en entredicho un sistema de transporte basado en la primacía del automóvil privado (Riechmann).
La democracia de base con instituciones locales, regionales y mundiales a escala humana.
Y una sociedad que asuma el saber de los límites. El consumo ilimitado no es sostenible. Los ecologistas anunciaron un eslogan: menos pero mejor. Como dice Jorge Riechmann aquí tocamos "la espinosísima cuestión de la renuncia voluntaria al privilegio, esa autolimitación voluntaria frente a la cultura de la desmesura".
PONER LAS BASES DE UN DESARROLLO SOSTENIBLE
EN EXTREMADURA:
Habiendo dicho que es necesario superar radicalmente las lógicas de crecimiento, valor y beneficio del sistema económico imperante, mientras tanto, deberían ponerse en marcha unas medidas inmediatas. Pero debemos dejar claro un principio: sin lo primero, lo segundo no aborda de manera integral los problemas. Es sólo un parche.
En este apartado integraré, al mismo tiempo, los problemas actuales y las propuestas de solución:
Solidaridad y cooperación al desarrollo:
Hay que ser crítico con una cooperación al desarrollo que, en demasiadas ocasiones, se ha concebido como ayuda interesada o ayuda boomerang (Carola Reintjes). Una prueba de esta ayuda interesada se puede ver en los usos que da el gobierno a los créditos FAD: éstos se han constituidos en la mejor cuña para introducir las empresas en el sur y lograr apropiarse de los recursos.
La verdadera cooperación al desarrollo no puede ignorar el problema de fondo: que en Ayuda Oficial al Desarrollo enviamos 55.000 millones de dólares al año al Sur, pero que el Sur, las pérdidas anuales por los desequilibrios económicos fomentados por el Norte ascienden anualmente a 500.000 millones de dólares.
Y por el contrario, en estos últimos años está creciendo el movimiento social a favor de la abolición de la deuda externa, o los colectivos que impulsan en el Sur proyectos de desarrollo ecológico y económico (así, por ejemplo, SODEPAZ impulsó varios proyectos de electrificación solar en América Latina) o la extensión del comercio justo. Estas deberían ser las prioridades, junto a la extensión de las empresas de economía alternativa y solidaria (REAS): estas empresas no huyen al Sur para el lavado de conciencia, sino que intentan consolidar pequeños núcleos socioeconómicos, microempresas que asumen la búsqueda de la eficiencia ecológica y el pleno empleo de calidad en el Sur del Sur y en el Sur del Norte y que cuestionan en su marco teórico y práctico la lógica misma del sistema económico reinante.
Medias energéticas:
Extremadura es excedentaria en energía eléctrica incluso sin contar con la producción de la Central Nuclear de Almaraz. Sin embargo, la Junta de Extremadura no parece proclive a impulsar proyectos de ahorro y uso eficiencia de la energía en Extremadura o fomento de las energías renovables.
Así, sería deseable:
El cierre de la CNA
Un programa de subvenciones para la instalación de paneles solares en las viviendas y su uso obligatorio en los edificios públicos.
La elaboración de un mapa de lugares donde instalar aerogeneradores.
Agricultura y ecología:
El principal problema al que se ven enfrentados hoy los campesinos extremeños es a la eliminación del PER. La reforma laboral del Gobierno Central va a generar un nuevo éxodo del campo sino se remedia.
El otro gran problema es la extensión de los cultivos transgénicos que, como ya ocurriera con la llamada Revolución Verde de los años 70, lejos de aumentar el rendimiento, supondrá encadenar al agricultor a una multinacional de la que dependerá a partir de ahora: el uso de semillas transgénicas implica que únicamente podrán utilizar los fertilizantes y productos de esa marca o que en la segunda cosecha las semillas se degradarán y tendrán que comprar más. Y algo más inquietante: no conocemos los efectos reales de dichas semillas liberadas en el medio ambiente.
Por tanto, sería necesario eliminar una reforma laboral que incide, aún más, en la precariedad laboral, y fomentar el cultivo ecológico y bioenergético.
Residuos sólidos urbanos:
Hay que extender la recogida selectiva de los residuos sólidos urbanos, primando la reducción de residuos y el reciclaje. Además, debemos abandonar el uso del PVC en las construcciones subvencionadas con dinero público.
Transporte público:
Tanto el gobierno central como el regional están engañando a los extremeños: el AVE no significa desarrollo ni vertebración racional del espacio. Antes bien, significará la eliminación de vías de trenes regionales y despidos en Renfe. El AVE, por sus características, no puede hacer muchas paradas "técnicas" en Extremadura. Para empezar, su recorrido será Lisboa – Cáceres – Madrid o Lisboa – Badajoz – Madrid, pero nunca podrá parar en Cáceres, Mérida, Badajoz, Plasencia, Navalmoral, Zafra, Villafranca, etc.
Frente al modelo de Tren de Alta Velocidad (TAV), otros países apuestan por reforzar y mejorar los Talgos, por impulsar los trenes de velocidad alta (TVA), los cuales si pueden vertebrar nuestra región.
Por tanto, una propuesta ecológica para el transporte en Extremadura debe implicar lo siguiente:
Crear una Red de Transporte Público en Extremadura basado en las cabeceras de zona y en las cabeceras comarcales y que evite el aislamiento rural.
Integrar en dicho modelo el transporte por carretera y el ferrocarril, innovando las líneas extremeñas y, de ese modo, alcanzar velocidades que puedan competir con otros medios de transporte.
Limitar el uso del transporte público en las ciudades, especialmente en los cascos antiguos y crear una red urbana de carriles – bici y aparcamientos gratuitos para coches, favoreciendo el acceso peatonal al centro de las ciudades. Así, especialmente en las ciudades nórdicas, existe toda una red de aparcamientos y facilidades peatonales que permiten el disfrute, a pie o en bicicleta, del entorno urbano: una ciudad para los ciudadanos.
Otras medidas:
Extender las zonas verdes en los núcleos urbanos, aspecto en el que si hemos mejorado en los últimos años.
Rehabilitar las vías pecuarias.
Crear parques naturales periurbanos (por ejemplo, en el Embalse del Salor)
Impedir que espacios como la Sierra de la Mosca sigan degradándose por desidia del gobierno local.
No volver a aceptar megaproyectos inútiles como la Presa de Alqueva.
Y en lo económico, favorecer la extensión de espacios públicos, es decir, crear una red de empresas públicas - ¿nos atreveremos algún día a poner "autogestionadas" por los propios trabajadores y trabajadoras, y no por el Estado? -, frente a una práctica fácil de la subvención a empresarios que, además, en demasiadas ocasiones emplean el dinero para el enriquecimiento personal y no para generar empleo (caso de Gallardo). Es curioso como los grandes adalides de los privado, del mercado, son los primeros en intervenir en la economía para favorecer a un empresario sin solvencia. El Estado privatiza los beneficios y se hace solidario con las pérdidas. El caso paradigmático lo tenemos en EE.UU: una empresa que se viene abajo, un gobierno que intervino, la saneó ¡y se la devolvió, saneada y con beneficios, a la misma familia que había provocado su hundimiento!
***
Quedan demasiadas cosas en el tintero, demasiadas propuestas frente al hambre en el Sur, a favor de la inmigración, contra la precariedad creciente, por la extensión de la democracia participativa, contra las prácticas laborales de las multinacionales, por la universalización de unos derechos sociales para todos, contra la mercantilización de la cultural, de los valores, de la vida… Todas esas causas que han motivado el nacimiento de un movimiento antiglobalización, de un pueblo de Seattle, internacionalista y solidario, de todos los pueblos y para todos los pueblos. Hace mucho tiempo que no se oía que otro mundo es posible.
La última propuesta era enunciada por Eduardo Galeano en sus palabras andantes:
Ella está en el horizonte… Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.
¿Para que sirve la UTOPÍA? Para eso sirve: para caminar.
* Víctor Manuel Casco Ruiz es licenciado en Historia por la UEX. Miembro de los colectivos ecologistas "Sierra de la Mosca" y "Ecologistas en Acción". Actualmente es coordinador de IU en Cáceres
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