CUBA FRENTE AL IMPERIO |
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La otra guerra de Cuba
Irene Amador y Carlo Frabetti
Rebelión
Tal como corresponde a uno de
los mayores hallazgos médicos de los últimos tiempos, las principales agencias
de noticias internacionales --entre otras, Reuters y ATPN-- han informado
ampliamente sobre la presentación, en el congreso internacional
"Biotecnología Habana 2003", celebrado a finales de noviembre en el
Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) de La Habana, de la
primera vacuna sintética contra la bacteria Haemophilus influenzae tipo
B (HIB), causante de meningitis y neumonías en los niños. Pero los grandes
medios de comunicación del reino están demasiado ocupados con los cacareos de
Bush, mimetizado con el simbólico pavo asado que sostiene en las manos en su
visita relámpago a Bagdad, o con los proyectos matrimoniales de una
presentadora de televisión. De Cuba, cuando los medios los controlan los
neofascistas y los estafadores, solo se habla para atacar a la revolución que
acabará con ellos.
Según la UNICEF, la HIB es la causa directa de casi la mitad de las infecciones
que padecen los niños menores de cinco años en el mundo entero, y ocasiona la
muerte de medio millón de niños al año, principalmente en los países en vías
de desarrollo. Pero el hecho de que un equipo de investigadores cubanos,
dirigido por el doctor Vicente Vérez Bencomo, haya puesto a punto una vacuna
sintética contra la HIB, fácil de producir y de muy bajo costo, al parecer no
es noticia. La posibilidad de que, en los países pobres, se salven millones de
niños cuyas familias no pueden pagar el elevado tributo exigido por las
multinacionales farmacéuticas que comercializan otro tipo de vacunas contra la
meningitis B (la vacuna convencional tiene un costo prohibitivo: unos 3 dólares
la dosis), no merece ni un pequeño titular en los periódicos oficiales del
reino.
Sin embargo, prestigiosos científicos de todo el mundo, entre otros los premios
Nobel Robert Huber y Slanley Cohen, han aclamado con entusiasmo la aparición de
la primera vacuna humana con un antígeno sintético, un hallazgo destinado a
revolucionar la medicina y la epidemiología.
Según los datos presentados por el doctor Vélez, la vacuna, en su fase
experimental, fue probada en más de 4.000 personas en Cuba, primero en
voluntarios adultos, luego en 1.200 niños de cuatro años y finalmente en un
millar de bebés. En las pruebas se obtuvo un éxito del 99,7% en la protección
contra la HIB. La tecnología de la nueva vacuna sintética fue patentada en
1999. En estos momentos el CIGB de La Habana está produciendo un millón de
dosis para acometer, a partir de enero de 2004, su aplicación clínica masiva;
y según Vélez, "en dos o tres años vamos a estar produciendo cincuenta
millones de dosis". La vacuna se aplicará en cuatro dosis: a los dos,
cuatro, seis y dieciocho meses de edad, con lo que los niños quedarán
inmunizados para toda la vida.
El 8 de agosto de 1999, el diario El País publicó un artículo titulado
"EE UU permite la venta de una vacuna cubana para la meningitis B", en
el que a continuación se decía: "La autorización marca un hito en la política
de embargo sobre la isla", al hablar del permiso concedido a la
multinacional farmacéutica Glaxo Smithkline para la futura comercialización de
la vacuna, con la posibilidad de exportarla a más de treinta países. Eran
otros tiempos. Ahora que la vacuna es un hecho, un acontecimiento médico de
primer orden aclamado por los más prestigiosos científicos del mundo, el eje
Madrid-Miami calla ignominiosamente.
El hecho de que Cuba sea, como señala Heinz Dieterich (1), una potencia mundial
biomédica de primera magnitud, no interesa a los neofascistas ni a los
neoliberales ni a los socialdemócratas. Ni, por supuesto, a esos nidos de víboras
que son las multinacionales farmacéuticas. Solo interesa a los pueblos del
mundo, a los desposeídos, a los pobres. Solo se habla de la capacidad médica y
bioquímica cubana para difundir rumores sobre la presunta fabricación de armas
biológicas en la isla. Pero la comunidad científica internacional lo
desmiente. Incluso el ex presidente estadounidense James Carter tuvo ocasión de
visitar las instalaciones cubanas, y vio que "la única batalla para la que
se prepara Cuba, es la guerra por la vida".
(1) Heinz Dieterich, Cuba: potencia mundial biomédica, Rebelión, 22 11 03
Tomado de http://www.rebelion.org/cuba/031130amador.htm
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