SOBRE EL SUBSIDIO JORNALERO
¿Por qué el parado industrial está prejubilado y el jornalero subsidiado?
Ayúdennos a no tener que 'levantar' las perdices a Carolina de Mónaco
JUAN CARLOS Rodríguez Ibarra
Presidente de la Junta de EXTREMADURA
Alguien sabrá responder a estas preguntas? ¿Por qué en Andalucía y
Extremadura hay jornaleros con subsidios y en otras regiones hay prejubilados
con prestaciones por reconversión industrial? ¿Qué pasa por la cabeza de
millones de españoles cuando leen que Carolina de Mónaco cazó diariamente
1.200 perdices en un latifundio de 2.000 hectáreas ante la atenta mirada de los
vagos extremeños? ¿Por qué Aznar dice, rodeado de militares, que sólo
protegerá con un subsidio a aquellos jornaleros que quieran trabajar?
¿Cuántos jornaleros cree el presidente que rechazarían una oferta en firme
para vivir de un salario?
¿Por qué el Gobierno catalán pide mano dura al ministro de Trabajo con los
sindicatos en este asunto y se muestra tan comprensivo con esos sindicatos
cuando Seat pretendía llevarse parte de la producción automovilística a un
país del Este por el bajo rendimiento de los trabajadores catalanes? ¿No
parece sensato que lo mejor que podría hacer CiU es mantener un respetuoso
silencio para que así no tengamos que acordarnos de Banca Catalana o de la
generosidad que se ha tenido con algunas reconversiones industriales?
ALGUNOS, con tal de apuntarse a la moda, son capaces de hablar de cualquier cosa
con tal de ganar algunos votos. Y ya sabemos que hoy la moda es llamar vagos a
los que están los lunes al sol, es decir, emocionarse con un parado-ficción
como el genial Javier Bardem e insultar a un parado-real como es el jornalero
del campo andaluz y extremeño cuando ese campo no da
jornales todo el año. Es hipócrita llorar ante la interpretación
extraordinaria y la atractiva figura de Bardem y escupir ante el parado de manos
duras e hinchadas y fea estética, culpándole de su desgraciada situación.
Sólo los que tienen una mentalidad perversa son capaces de semejante
perversión: culpar a la víctima de su desgracia, siguiendo el proceso del
maltratador que culpa a la mujer apalizada. Por si fuera poco, esos jornaleros
que a veces se ven obligados a hacer de perros en las monterías de Rainiero de
Mónaco, pero no sólo de él, pretenden trabajar en las fincas que la UE
subvenciona para disminuir producción, una inversión segura para los
cazaprimas, que han elevado artificial y escandalosamente el precio de la
tierra, haciendo prohibitiva la vieja aspiración de muchos jornaleros de ser
propietarios de una pequeña explotación familiar.
Los jornaleros de hoy son los nietos de los de ayer. Ni ayer ni hoy, un campo
injustamente dividido ha sido capaz de aportar trabajo para todos los que, por
vivir donde viven, no tienen otra posibilidad que la emigración o los escasos
30 o 40 días de trabajo al año y los seis meses de subsidio para aquellos cuya
renta anual no supere el 75% del salario mínimo interprofesional. En
Extremadura y Andalucía ya hemos vivido sin subsidio.
¿Resultado? Cientos de miles de jornaleros con destino a Madrid, Catalunya,
País Vasco, Valencia, Francia, Alemania, Suiza... Una hemorragia por la que se
desangraron nuestras regiones. Cuando la crisis de los años 70 impidió a
Europa y a España acoger a emigrantes, el Gobierno inventó en 1976 el empleo
comunitario: dinero del Estado a disposición de los gobernadores civiles para
evitar revueltas campesinas que nunca terminaron bien. El plan de empleo rural (PER)
después y el AEPSA, más tarde, regularon el mantenimiento de esos temporeros
en sus pueblos, permitiendo a Carolina de Mónaco, pero no sólo a ella, seguir
cazando perdices rojas, sin que ningún jornalero tuviera el deseo de imitar al
difunto Paco Rabal por haber matado su esperanza de que la democracia nos haría
a todos más iguales.
NO ME toquen las narices dudando de la laboriosidad de esta gente que jamás ha
tenido la oportunidad de demostrar su tesón y su capacidad de sacrificio en su
beneficio y en el de nuestra regiones. No me hagan más trampas comparando
nuestro nivel de desempleo con el de las regiones más desarrolladas. A los
excedentes laborales industriales se les mandó a casa, no figuran como parados
y disponen de una prejubilación mensual superior, en muchos casos, al subsidio
anual de cualquier jornalero, mientras que los excedentes laborales de la
agricultura extremeña y andaluza siguen en activo, engrosan las listas de paro
y sólo un porcentaje pequeño de ellos cobra un miserable subsidio de 1.881
euros (313.000 pesetas) ¡al año! ¿Por qué son tan crueles con nosotros?
¿Por qué no nos ayudan a acabar con ese lamentable espectáculo de los
Grimaldis, pero no sólo ellos, donde unos
se montan en sus jeeps a la busca del puesto y otros se apiñan en el remolque
del tractor en busca de la perdiz roja para completar en unos cuantos fines de
semana lo que el jornal y el subsidio se gasta en un esfuerzo encomiable para
que sus hijos estudien en la universidad y no entren en la miseria del PER, para
no tener que levantar la perdiz a los Grimaldis, pero no sólo a ellos?
Noticia publicada en la página 5 de la edición de Domingo, 12 de enero de 2003
de El Periódico de Cataluña-