CONSPIRACIÓN.
Ignacio Ramonet Tenemos
que insistir en el tema del golpe de Estado del 11 de abril, en Venezuela,
contra el Presidente Hugo Chávez (1). El Presidente fue restablecido en sus
funciones muy rápidamente, pero aún estamos lejos de haber sacado todas
las lecciones de ese singular putsch que es un verdadero caso de
estudio. Tales lecciones parecen indispensables para intentar evitar el
nuevo levantamiento militar que se ha anunciado en Caracas... Lo que, en primer lugar,
resulta de mayor estupor es la ausencia casi total de reacción
internacional positiva frente al crimen abominable cometido contra un
gobierno que conduce, con el mayor respeto a las libertades, un programa
moderado de transformaciones sociales y que encarna la única experiencia de
socialismo democrático en América Latina. Resulta por lo tanto de gran
aflicción poder constatar que los partidos socialdemócratas europeos,
entre ellos el Partido Socialista francés, hayan permanecido en silencio
durante el breve aplastamiento de las libertades en Venezuela. Del mismo
modo ciertos dirigentes históricos, como Felipe González, tuvieron incluso
la indecencia de justificar el putsch (2), sin dudar un instante en
asociarse a la euforia que manifestaron el Fondo Monetario Internacional, el
Presidente de los Estados Unidos y el Primer Ministro español, José María
Aznar, Presidente en ejercicio de la Unión Europea... El último derrocamiento por
parte de las Fuerzas Armadas de un presidente elegido en América Latina se
remonta a septiembre de 1991, cuando en Haití Jean Bertrand Aristide fue
depuesto. Habiéndose terminado la
guerra fría, se creía que Washington habría puesto fin al espíritu de la
"Operación Cóndor" (3) que, durante los años setenta y ochenta,
y en nombre del anticomunismo, favoreció la instalación de dictaduras en
la América del sur. Se pensaba que toda conspiración contra regímenes que
resultaran de elecciones libres sería condenada. Desde el 11 de septiembre de
2001 el espíritu guerrero que sopla sobre Washington parece haber barrido
estos escrúpulos (4). Desde entonces, como lo ha dicho el Presidente George
W. Bush, "quien no está con nosotros está con los
terroristas". Y resulta que el Presidente Chávez ha sido
decididamente demasiado independiente. ¿Acaso no reactivó la OPEP; ese
cartel de exportadores de petróleo, bestia negra de Washington? ¿No se
encontró alguna vez con Saddam Hussein? ¿No visitó, además, Irán y
Libia? ¿No estableció relaciones completamente normales con Cuba? ¿No
rechazó sostener el Plan Colombia contra las guerrillas? Chávez había
llegado a ser el hombre que tenía que ser abatido. Pero Washington no podía
hacerlo a la manera sangrienta de antes; aquella manera empleada, por
ejemplo, en 1954 en Guatemala, en 1965 en Santo Domingo o en 1973 en Chile.
Ha sido ahora encargado de este asunto Otto Reich, Sub-secretario de Estado
para Asuntos Latinoamericanos, quien ha observado que en el curso del último
decenio, aunque no haya habido golpe de Estado, seis presidentes
latinoamericanos democráticamente elegidos han sido derrocados —el último
entre ellos fue M. De la Rua en Argentina— no por las Fuerzas Armadas sino
por el pueblo. Tal será entonces el modelo
adoptado para derrocar a Chávez. En primer lugar, formar una coalición de
los privilegiados —reuniendo a la Iglesia Católica (representada
especialmente por el Opus Dei), la oligarquía financiera, el empresariado,
la burguesía blanca y una corrupta central sindical— rebautizada con el
nombre de "sociedad civil". En segundo lugar, los propietarios de
los grandes medios de comunicación establecen entre ellos un pacto mafioso,
comprometiéndose a sostener las campañas que cada uno lanzará contra el
Presidente Chávez en nombre de la defensa de la "sociedad
civil"... Sin retroceder frente a cualquier mentira, los medios van a
inflamar la opinión pública dirigiendo siempre sus golpes a un blanco
fijo: Dejándose llevar por la
inclinación natural que da la propaganda, los medios de comunicación han
confundido el pueblo virtual, en nombre del cual se cometió el golpe de
Estado del 11 de abril, con el pueblo real, el que retornó, en menos de
cuarenta y ocho horas, a Hugo Chávez al poder. Su arrepentimiento ha durado
muy poco. Con redoblada ferocidad, y sacando provecho de una insólita
impunidad, los medios de comunicación venezolanos prosiguen en este
momento, a golpe de mentiras e intoxicación, la mayor operación de
desestabilización jamás realizada contra un gobierno democrático. En
medio de la indiferencia general, esta vez se proponen tener éxito en el
crimen perfecto... (2) El País, 12 de
abril de 2002. (3) Cf. Pierre Abramovici, "Opération
Condor, cauchemar de l'Amérique latine", Le Monde diplomatique,
mayo 2001. (4) Cf. Guerres du XXIe siècle,
Galilée, Paris, 2002. (5) Nota del traductor: antes
del golpe de Estado sí había un único prisionero político, a saber, la
Sra. Lina Ron, militante del "chavismo", quien fue a la cárcel ¡por
defender a ultranza al gobierno de Chávez! (6) Cf., por ejemplo, el
editorial de la revista mensual Exceso, Caracas, abril 2002. (7) La asociación Reporteros
Sin Fronteras, cerrando sus ojos ante una de las campañas mediáticas más
odiosas jamás realizada contra un gobierno democrático, se ha dejado
manipular y ha publicado varios reportajes contra el gobierno de Chávez; un
gobierno que ¡jamás ha atentado contra la libertad de expresión, jamás
ha prohibido ningún medio de comunicación ni jamás ha arrestado un
periodista!
Editorial de Le Monde Diplomatique, junio de 2002
"Chávez es un dictador"; algunos sin dudar en afirmar,
cuando efectivamente no hay ni un solo prisionero por opinar políticamente
(5), Chávez es Hitler" (6). Los medios martillaban siempre la
misma palabra dirigida a la acción: "Hay que derrocarlo".
Al mismo tiempo que los propietarios de los medios conspiran para abatir un
presidente demócrata, esos mismos medios se emborrachan gritando términos
como "pueblo", "democracia", "libertad",
etc., organizan manifestaciones callejeras, transforman la menor crítica
gubernamental que les concierne en "atentado grave contra la
libertad de expresión" que incluso denuncian ante organismos
internacionales (7), reinventan la huelga insurreccional y animan
abiertamente el asalto contra el palacio presidencial y el golpe de
Estado...
(1) Cf. Maurice Lemoine, "Hugo Chavez
sauvé par le people", Le Monde diplomatique, mayo 2002.
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