Movimiento Obrero - Mundo del Trabajo
Acerca de Stalin.
Este año se cumple el 50 aniversario del fallecimiento de Iosif
Vesarionovich Djugashvili,
conocido como Stalin. En nuestro caso, rememorar la figura de este personaje
histórico sólo es un motivo
para recordar el grandioso acontecimiento del que fue, sin duda, uno de los
actores centrales: la
Revolución de Octubre y su obra.. En particular, nos sirve de motivo para
insistir en la necesidad de
comprender que el estudio y análisis de esa experiencia es condición
imprescindible para todo futuro
proyecto revolucionario verdadero. La integración de los desarrollos
ideológicos que están contenidos en
la praxis revolucionaria del proletariado soviético y, con el influjo de
aquella revolución, del proletariado
internacional, durante todo el periodo histórico que abarca la ola
revolucionaria de Octubre (1917-1991),
resulta del todo determinante para que la teoría de vanguardia pueda situarse a
la altura de las exigencias
y de las necesidades de la revolución socialista en el mundo de hoy, un mundo
marcado por una época de
transición entre dos ciclos revolucionarios: uno agotado y otro que debe ser
preparado. Y, en esta
preparación, el rearme ideológico de la vanguardia revolucionaria 'Se presenta
como tarea inexcusable.
Recordar a los protagonistas de nuestra historia es, también, un acto de
reafirmación de la voluntad de
asumir los deberes que impone esa historia y de cumplir con las tareas que
exige. Una de 'estas tareas es la
de comprender Octubre. Y, sin Stalin, Octubre no puede ser entendido: ni en su
orto portentoso, ni en su
ocaso. Sin Stalin, no pueden comprenderse las contradicciones que marcaron el
desarrollo de la
revolución proletaria en la URSS y en el plano internacional; aquellas que,
superadas, permitieron
protagonizar a la clase obrera hazañas inauditas y elevar a la humanidad hasta
cotas de civilización nunca
alcanzadas; y aquellas que, incomprendidas o erróneamente tratadas, crearon las
condiciones para la
derrota final de la revolución. Para los dos casos, para entender ambas
vertientes de los acontecimientos
históricos es preciso contar con el papel jugado en ellos por Stalin.
A Stalin le odia la burguesía, con razón, pues encarnó, en un momento dado,
el entusiasmo y la
firme determinación del proletariado soviético por ir más allá, por
continuar avanzando en la construcción
de la nueva sociedad; y, sobre todo, le odia porque Stalin fue quien lideró una
experiencia social inédita
en la historia: por primera vez, los expropiadores fueron expropiados. Nunca
antes se había cumplido la
amenaza, durante tantos siglos blandida por los oprimidos, de liquidar la
propiedad de los poderosos;
nunca antes una sociedad empezaba a organizarse sin propiedad privada sobre los
medios de producción.
Es natural que el terror de los capitalistas se transformara en odio, y que
esparcieran su veneno por todo
lo ancho para desprestigiar esa obra que demostraba que las masas pueden vivir
sin necesidad de
mantener parásitos ni privilegiados. Pero también dentro de la clase obrera
hay odio contra Stalin. y
puede que no falten motivos. Si Stalin representó las grandiosas posibilidades
de la revolución, también
encarnó la impotencia ante las contradicciones que acabaron con ella ya la
sociedad aletargada y
moribunda en que fue transfortmándose su estancamiento, mientras se purgaba a
sí misma a través de sus
mejores hijos.
Dicen que el gran legado de Stalin fue sacar a Rusia del arado romano y llevarla
hasta el espacio.
No es cierto. Así piensan quienes le ven como estadista, como jefe de Estado,
no como jefe
revolucionario. Ya nosotros nos interesa el jefe revolucionario. Pero
reconocemos que fue una
personalidad tan controvertida y compleja que también jugó a repartirse el
mundo con los imperialistas en
Postdam. Sin embargo, si podemos aprender algo es del revolucionario. Donde
termina éste y comienza el
patriota gran ruso, a partir de ahí, se precisa la crítica más contumaz.
De la obra del revolucionario destacan dos aspectos. Por una parte, Stalin es el
teórico del
"socialismo.en un solo país"; por 1a otra, es el gran defensor
y-divulgador del Leninismo, de la teoría
revolucionaria moderna.
La teoría del socialismo en un solo país fue la respuesta de continuidad que
la revolución halló en
un momento de impasse, en el que la esperada revolución internacional quedaba
cada vez más claro que
no iba a acudir en ayuda del proletariado soviético, y en el que las dudas y
vacilaciones comenzaban a
embargar a algunos sectores de la dirección del partido bolchevique. En sus
primeras formulaciones,
aunque pueda parecer paradójico por la forma del enunciado de la teoría, se trata de una interpretación de
los mecanismos de desarrollo de la Revolución Proletaria Mundial que se mantiene fiel al
internacionalismo. Es errónea la idea de que el planteamiento del socialismo en un solo país conduce, ya
por principio, hacia la degeneración nacionalista. En lo fundamental, esta teoría es correcta, y debe ser
tenida en cuenta desde el punto de vista de las formas de desarrollo de la revolución en el futuro. Sin
embargo, es cierto que en formulaciones posteriores, cuando el sistema soviético se estabilizó, en la
segunda mitad de los años 20, se introducen elementos que la distorsionaron y la desviaron muchas veces
hacia el nacionalismo ramplón. Básicamente, estas adulteraciones derivar()n en el paso de la visión que se
tenía de la Unión Soviética, de ser una base de apoyo de la revolución mundial, a ser el foco de esta
revolución. Lo cual terminó desembocando en un socialchovinismo de cortas miras y en el relegamiento
del internacionalismo proletario a favor de una política exterior regida por la razón de Estado. Pero entre
las causas de esta deriva no se encuentran los elementos esenciales que constituyen la teoría. Antes al
contrario, se trata de la influencia negativa de errores relacionados con otros aspectos de la política
bolchevique lo que terminará por desviarla de su concepción correcta. El principal de ellos fue la
insensibilidad para valorar el peso del capitalismo de Estado en la formación social soviética. En la URSS
de los años 20 se identificaba lo que en realidad era capitalismo de Estado con el socialismo. Se pensaba
que bastaba con que el Estado, nominalmente proletario, poseyese los medios de producción para
considerar que nos encontrábamos ante formas socialistas de economía. Esto impidió detectar el papel y
el peso que estaban adquiriendo los aparatos de administración y de gestión económica del Estado como
generadores de una nueva burguesía. Se pensaba que el peligro de restauración procedía sólo del kulak y
del nepman, pero quien estuvo en condiciones de restaurar el capitalismo en la URSS fue esta burguesía
burocrática, que puso manos a la obra enseguida. A esta burguesía no le interesaba un Estado obrero
clasista en permanente apoyo de la revolución internacional, sino un Estado-nación como marco para la
acumulación capitalista. En la misma medida que esta burguesía ocupa más espacios de poder, la teoría
del socialismo en un solo país va pasando progresivamente de ser una tesis política al servicio del
proletariado internacional, a ser un instrumento al servicio de los intereses de Estado de una clase
poseedora.
El otro gran aporte de Stalin fue la definición, defensa y propaganda del Leninismo como forma
superior del desarrollo de la ideología proletaria. Stalin dedicó su vida a esta tarea, pero cuando plasmó de
manera más sistemática y ordenada su visión de la obra de Lenin fue en su trabajo
"Fundamentos del
Leninismo", elaborado poco después de la muerte del jefe bolchevique.
A los "Fundamentos ..." les ocurre como al Manifiesto Comunista
de Marx y Engels, que han envejecido pero, que ya no pueden ser retocados porque
constituyen un documento hitórico. Su importancia como documento reside en que
recoge el punto de partida ideológico de toda una época revolucionaria. Innumerables generaciones de comunistas
se educaron en él, y en él aprendieron la ideología proletaria. Naturalmente, desde la perspectiva actual,
desde la perspectiva posrevolucionaria, resaltan ahora más que nunca sus insuficiencias y limitaciones. La
rectificación y superación de estas limitaciones son una de esas tareas inexcusables que es preciso
acometer para poner al día el armamento teórico para la próxima ofensiva de la revolución proletaria.
Aunque sólo sea por esto, es un documento que es preciso conocer y estudiar. Una de esas limitaciones es
que ofrece una imagen del Leninismo desvertebrada. Stalin organiza el pensamiento de Lenin según un
sistema formal que carece de unidad orgánica. Pero, como suma de tesis políticas, conserva, en la
mayoría de los casos, plena vigencia. En otras, sin embargo, como las referidas al partido de nuevo tipo
proletario, la interpretación estaliniana resulta pobre. A pesar de todo, los
"Fundamentos del Leninismo" de
Stalin conservan aún un valor iniciático que debe ser aprovechado por todos aquellos que deseen
introducirse en el conocimiento de la teoría revolucionaria del proletariado.
MOVIMIENTO ANTI-IMPERIALISTA
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Septiembre de 2003.
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