Confederación
Sindical de Comisiones Obreras
LA
CATÁSTROFE DEL “PRESTIGE”: UNA
RESPUESTA SINDICAL
Cuando han pasado ya 40 días desde el hundimiento del “Prestige” es
claro que estamos ante el mayor desastre ecológico sucedido en España,
incluida la rotura del dique de Aznalcóllar. En este momento multitud de grupos
interesados en sacar tajada de la catástrofe, pues nunca faltan los buitres,
están intentando hacer ver blanco lo negro (nunca más apropiada la frase), al
tiempo que derraman lágrimas de cocodrilo, mientras los reales afectados siguen
trabajando con todas sus fuerzas para aminorar las consecuencias del desastre.
Son estos afectados quienes tienen derecho a esperar una respuesta sindical, ya
que la mayoría inmensa de ellos son trabajadores asalariados, y nosotros
tenemos la obligación de darla. Sobre todo porque nadie, como nosotros, puede
dar la respuesta que aúne las causas de lo ocurrido, la responsabilidad última
de ello, las lecciones a extraer y las posibilidades de organizar y trabajar
para que esas lecciones se apliquen de verdad.
Lo
que ha generado la(s) marea(as) negras no ha sido la naturaleza ni la mala
suerte, sino una actuación política del gobierno del PP que, motivada por
orientaciones políticas determinadas, ha provocado que un accidente que en su
inicio era efectivamente imprevisible pero tenía control, haya derivado en una
catástrofe de consecuencias incalculables, pero que van a durar años. El
“Prestige” no se hundió como consecuencia del accidente que sufrió. El
barco se hundió, tras dejar una estela de destrucción, debido a la nefasta
gestión gubernamental de la crisis y a la inexistencia de medios. Ahora el
gobierno del PP está lanzando una campaña mediática de raíces “goebbelsianas”,
de esas que a fuerza de repetir mil veces una mentira acaban por hacerla verdad,
pero en esta ocasión no sucederá así.
Recordemos los hechos sumariamente: El barco “Prestige” de bandera de
conveniencia de Bahamas (botado en Japón como “Gladys” en 1.976), con un
propietario registrado en Liberia, con armadores griegos y que transportaba una
carga de 77.000 toneladas de fuelóleo pesado fletado por la empresa Crown
Resources (de AlfaGroup, tras el cual se esconde uno de esos siniestros
personajes rusos producto de los peores restos del naufragio de la URSS), tuvo
una grieta en su casco cuando navegaba próximo a las costas gallegas, tal y
como hace el 70% del tráfico europeo de crudo. Aunque el barco estaba
abanderado en Bahamas y su flete está catalogado como 2-B (posible cancerígeno)
por la Agencia de Investigación Internacional del Cáncer, lo cierto es que el
“Prestige” había superado sin problemas su última inspección por el
puerto del país rector, el 11-9-1.999 en Ámsterdam, según el Memorandum de
París. Además contaba con todos los certificados del American Bureau of
Shipping en regla, ya que había sido inspeccionado en su estructura y en dique
seco en abril del 2.001 y en mayo del 2.002, lo que hacía que su seguro
(imprescindible para navegar) estuviera correctamente extendido. Tampoco
figuraba el “Prestige” en ninguna lista negra de ITF (Federación
Internacional de Trabajadores del Transporte). Todo ello junto significa que
este barco no era ninguna bomba a flote y que cumplía todos los requisitos
legales vigentes para navegar. Los mismos requisitos impuestos por la Organización
Marítima Internacional y por la Unión Europea, organizaciones de las que forma
parte España. Y jamás, en nuestro sindicato, hemos tenido noticias, antes de
ahora, de que el gobierno del PP estuviera planteando otra cosa en esos
organismos.
Al ocurrir el accidente, el capitán del barco procedió, tal y como está
previsto en estos casos, a parar las máquinas, a comunicar lo acaecido a las
autoridades españolas y a ponerse a sus órdenes. Y a partir de aquí se
sucedieron los acontecimientos que transformaron todo en esta gigantesca catástrofe
social. En lugar de aplicarse lo previsto para estos casos, las autoridades políticas
del PP decidieron aplicar su propio manual: ese que dice que lo primero es
negarlo todo (no sucede nada grave), lo segundo negar la responsabilidad propia
(toda la culpa es de los demás) y lo tercero esperar que los cielos, o la
virgen del Carmen, lo arreglen todo. En este caso lo tercero era casi lo único
que se podía hacer, pues a lo largo de los últimos años el PP se ha encargado
con sus directrices políticas y presupuestarias de inutilizar la mayor parte de
los recursos materiales que tendrían que atender estos accidentes. Así los
presupuestos de SASEMAR y REMASA han visto continuas disminuciones, lo que hace
que hoy sólo cuenten con remolcadores de 4.000/4.500 caballos de fuerza
(suficientes para barcos de hasta 20.000 toneladas, pero nunca para uno que
cargaba ya 77.000). Por otra parte los directivos de dichos organismos han sido
seleccionados por su docilidad y ansias de trepar, con el fin de que no dieran
problemas y acataran las disparatadas líneas marcadas por el PP. ¡Así ha
salido todo a la hora de la verdad! Por todo esto lo único que se les ocurrió
fue enviar el barco a pasear, para regar con el fuelóleo todo el mar, y esperar
que se hundiera, confiando en hundir, con el barco, todo el problema; en lugar
de pedir ayuda a quienes sí tienen medios y experiencia. Como es propio de esta
gente creerse sus propias mentiras, pensaron que nada serio iba a ocurrir y,
mientras negaban la mayor, se fueron de cacería o a la nieve (cada quien según
sus gustos). Así hasta que la “mierda” les llegó al cuello y se
dispusieron a hacer ver que hacían algo, cuando ya era tarde y a buscar todo
tipo de coartadas para eludir su culpabilidad.
Para ese instante la marea negra invadía toda la costa gallega, se
extendía por casi todo el Cantábrico y las calles eran un clamor de exigencia
de responsabilidades y de medios materiales, pues los afectados, y miles de
voluntarios, solidarios, estaban combatiendo el fuelóleo con sus manos y pequeñas
embarcaciones, sin que nadie les informara siquiera de las características del
crudo que retiraban y aplicara un protocolo de medidas encaminadas a
salvaguardar su salud.
Junto a las tácticas de negarlo todo y de responsabilizar a otros de sus culpas, pasaron a poner en práctica otra vieja
maña del PP: Igual que del cerdo se aprovecha todo, también aquí se podía
hacer negocio (para los amigos, claro). Han aparecido así, al lado de los
voluntarios que trabajan gratis y con sus propios medios, por todas las playas
de Galicia y del Cantábrico palas, camiones y personas contratadas que se
reparten las zonas y el dinero que ya empieza a correr. A estos empresarios
ninguna Administración Pública les controla su trabajo, ni las toneladas de
material contaminado que retiran, pero todos ellos están acostumbrados a
trabajar con las administraciones del PP y saben más de como manejarse en las
moquetas gubernamentales que en las playas y acantilados. Lo mismo sucede con
las ayudas y subvenciones que ya están siendo aprobadas. También estas tienen
la particularidad de llegar más y mejor a quienes son más amigos del PP.
Ya hemos dejado claro que la mayor responsabilidad en esta catástrofe le
corresponde al PP y las responsabilidades políticas no se “asumen”, se las
cobran los ciudadanos en las urnas y a ello tenemos que contribuir nosotros. La
responsabilidad del PP es doble. La más grave ya la hemos indicado, se trata de
lo que ha hecho todos estos años para destruir las capacidades de SASEMAR y
REMASA, por ejemplo cortando los acuerdos existentes con el Centro de
Investigación Experimental de Contaminación por Accidentes de Francia (CEDRE),
el mismo Centro que tan decisivo está siendo para informar y combatir la marea
negra, junto a la ineptitud demostrada a la hora de los hechos, cuando hasta fue
incapaz de aplicar lo que se había planificado y ensayado para estos casos.
Otro tipo de responsabilidad, este compartido con otros gobiernos, incluidos los
anteriores en España, se refiere a lo no hecho durante tantos años para reforzar las medidas de
seguridad en la navegación marítima que impidan la repetición periódica de
estos desastres. Todo lo que ahora se dice en este sentido ya se dijo antes, por
ejemplo cuando el accidente del “Aegean Sea”, y nada se hizo, así que
tenemos derecho a preguntarnos ¿por qué ahora será diferente? España apenas
realiza inspecciones por el puerto del país rector (MOU), ya que el organismo
encargado de las mismas carece de medios económicos, como ya hemos dicho.
Tampoco parece inquieto el gobierno del PP por el hecho de que según los datos
de la última sesión del MOU, celebrada este mismo año en Halifax (Canadá),
los barcos abanderados en los países que pronto se han de incorporar a la UE
(singularmente los países bálticos), tengan unas condiciones pésimas. Y todo
ello aunque, repetimos, el 70% del tráfico europeo de crudo pasa frente a las
costas gallegas.
Por lo que respecta a las medidas dirigidas a la recuperación
medioambiental de las zonas afectadas y a la recuperación económica de los
sectores perjudicados por la marea negra, el PP ha adoptado dos líneas de
conducta: Ayudar a los amigos y conseguir los medios económicos de los de
abajo. Claro que con ello no hace más que ser fiel a sí mismo. Lo de los
amigos ya lo hemos comentado, por lo que se refiere a lo segundo hay que
recordar que Aznar no ha logrado de la UE más que la autorización para dedicar
a la catástrofe el dinero que estaba presupuestado para otros temas, pero ni un
euro nuevo. Así que lo pagaremos nosotros solos. Y no nos quejamos de ello,
pues todos los españoles debemos ser solidarios, pero, una vez más, algunos
vamos a ser más solidarios que otros. Además de la genial idea, tan cara a la
derecha rancia y tradicional española, de hacer un sorteo de Lotería, vamos a
ver como suben una serie de impuestos indirectos para no perjudicar, por mor del
“Prestige”, a la vaca sagrada gubernamental del déficit cero. Lo que no
parece que vayamos a ver es una aportación a los fondos del Estado vía
impuestos directos y progresivos. Más bien todo lo contrario, pues el gobierno
no está dispuesto a frenar su nueva contrarreforma fiscal a favor de los más
ricos, pese a todo lo ocurrido y a lo que aún queda por ocurrir, mientras haya
fuelóleo en las bodegas del “Prestige”.
Estas son las razones que nos hacían decir que sólo nosotros, como trabajadores y sindicalistas, podemos aunar a los trabajadores en la organización y el trabajo para que realmente nunca más suceda otra catástrofe parecida. Lo del “Prestige” es una consecuencia directa de la globalización, pues no hay nada más desregulado, como ya hemos visto, que los tráficos marítimos, ni nada en lo que los gobiernos intervengan menos y peor. Por eso, la consigna de nunca más es una consigna propia dela lucha antiglobalización. Una lucha a desarrollar en las calles, también ahora en las playas, y también en la pelea sindical de todos los días para mejorar las condiciones de trabajo de los marinos, para acabar con las banderas de conveniencia y los fletadores ocultos, para regular los tráficos marítimos y proteger, así, las vidas de las gentes de la mar, pero también sus propias fuentes de riqueza; por último, se trata de una lucha a desarrollar, también, con las papeletas de voto para que, de verdad, los responsables políticos últimos de la catástrofe asuman y paguen sus culpas.
Ver también la sección ECOLOGÍA
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