Domingo, 25 de agosto de 2002 |
TEATRO
| EDUARDO HARO TECGLEN
¿Cómo sería?
De
Miguel Hernández se sabe mucho y muy confuso. Hay unas líneas
generales: pastor de cabras -de las cabras de su padre-, lector,
autodidacto, ayudado por su amigo Sijé -falangista-, enamorado
hasta el final de su vecina Josefina Manresa a la que dedicó sus últimos
poemas (y a su hijo: La nana de la cebolla); militante
comunista, comisario político con el Ejército de la República;
quiso huir en la desbandada a Portugal, cuyo régimen fascista le
entregó en seguida; pasó cuatro meses en la cárcel, regresó a su
pueblo -Orihuela- donde fue encarcelado otra vez, condenado a
muerte, indultado; y en la prisión de Alicante murió tuberculoso.
Cuento así esto porque el que vea la obra esquemática en breves
cuadros de Julio Salvatierra, a pesar de sus méritos personales, no
se va a enterar de nada. Muchos libros se publicaron cuando, pasado
lo más cruel y brutal de la posguerra, se pudo hablar algo de él y
entraron clandestinamente algunos de los publicados en el
extranjero.
Miguel Hernández fue siempre republicano y revolucionario: pasó una etapa católica al estilo de Bergamín y luego profundizó cada vez más en el pueblo como personaje de una pasión que se estaba celebrando y que acabó con la muerte de la revolución. Julio Salvatierra, con la Compañía del Teatro Mediterráneo, en la Sala Cuarta Pared, de Madrid, presenta la obra en breves cuadros: agonizante en la cárcel, pasan ante el los fantasmas de su vida, las conversaciones son vagas, algunos términos políticos desaparecen o quedan en segundo plano y otros se exageran: supongo por la desigualdad de las biografías publicadas a lo largo de los años. La limitación de personajes -Josefina, Neruda, Ramón Sijé- limita la enorme riqueza de la época y las creaciones y discusiones de la nueva poesía y de la política que luchaba a muerte. Supongo que en el esfuerzo para hacer más comprensible lo difícil, por culpa de un público al que se supone sin preparación suficiente, hizo que los actores gritaran lo que quizá hubiera sido más doloroso dicho en tono humano. Y supongo también que para las personas que vivimos al mismo tiempo que él, que sus compañeros y su guerra y que recibimos como un duelo la noticia de su muerte en la cárcel, hay una serie de perturbaciones personales que nos reclaman más claridad y más opción de las que hay en el drama. Pero este buen teatro de la compañía de Salvatierra gustó, o gustó el personaje del mártir laico, y los aplausos reiterados nos sonaron a todos con agrado. |
Crónica
Obra Teatro Miguel Hernández,
por la amiga
Paloma
Se representa hasta finales de este mes de agosto de 2002 en la Sala Cuarta Pared (y también lo hizo en otras salas de la Comunidad de Madrid) por parte de la compañía de teatro “Meridional”, la obra titulada “Miguel Hernández”; con texto de Julio Salvatierra y bajo la Dirección de Marina Szerezevsky y Álvaro Lavín.
Quienes hemos tenido oportunidad de ver dicha
representación solo podemos tener buenas palabras de elogio hacia el afable
montaje y la realización técnica puesta en marcha; tal vez con la intención,
por parte de sus responsables, de querer transmitir la sencillez de espíritu
con la que vivió el personaje de la obra; efecto logrado sin tecnicismos o
extravagancias denodadas o barroquismos de vestuario, diseño gráfico o de
iluminación.
Todo en esta obra es humildad, como el de Miguel Hernández,
una humildad no regañada con la grandiosidad
de lo que nos legó, de lo que dejó escrito y nos ha llegado hasta
nosotros ahora por medio de excelentes actores como Alvaro Lavín; Esteban
Pico; Oscar Sánchez; Paloma Vidal y Susana Hernaiz.
La obra es un breve pero detallado recorrido por la
vida de Miguel Hernández nombrando en el transcurso de la misma a sus
principales obras, para ello la compañía teatral configura una original
puesta en escena:
En sus últimos días con vida; Miguel en la cárcel
piensa en cuatro personas que dejaron impronta en su vida, estos personajes
aparecen bajo forma de fantasmas y son quienes hablando al público describen
como fue, pensó y actuó Miguel Hernández; los personajes son: Ramón Sijé,
amigo de la infancia; Josefina Manresa, su mujer, Pablo Neruda, poeta y amigo
y una mujer amiga y compañera de Madrid con la que mantiene una misteriosa
relación. Todos ellos aportaron al poeta valores distintos que se dejaron
reflejar en la propia obra, desde la añoranza de sus primeros escritos hasta
el compromiso decidido de sus años de estancia en Madrid cuando conoce a
intelectuales y escritores y comienza a despegarse de las ideas oriolanas.
Es un recorrido magistral de un hombre que dejó
huella crecida en la mente de quienes defendemos y amamos por lo que Miguel
Hernández murió; un canto; un poema teatral a la obra pero, un aplauso final al hombre.
Acta Moderna - Antiglobalización - Bienvenida -
Congresos - Contactos -
Convocatorias - Cuba -
Documentos - Documentos del militante
- Enlaces - Organigrama -
PALESTINA - Plan de Trabajo - Prensa -
Profesionales y Comunistas - Resoluciones -
Rincón de la fotografía - VENEZUELA