El Imperio, Cuba y Comisiones Obreras EditorialCádiz
Reblde Vivimos
tiempos nuevos. Terroríficos y claros. Un nuevo nazismo ha iniciado guerras e
invasiones en su afán de dominar el mundo. Irak es ahora, como Checoslovaquia
en 1938, un ensayo y una etapa en el camino. Una matanza para aprender a hacer
matanzas, “un gigantesco laboratorio” como ha señalado, con menos rigor
verbal, Donald Rumsfeld. Una vez completada la ocupación del país, un Bush
triunfante y estimulado ha oteado -como Hitler hace sesenta y cinco años-
objetivos nuevos. Los planes para las distintas fases de la conquista del
planeta fueron desarrollados, por orden y bajo dirección de Rumsfeld,
inmediatamente después del 11 de Septiembre. El lema elegido por el
Secretario de Defensa para que los estrategas tradujesen todas las ambiciones
económicas y de poder en posibilidades militares, fue “pensar lo
impensable”. El pensamiento “convencional” que pudiese incluir alguna
limitación a la apropiación de lo ajeno o al uso de la fuerza, en función
de tratados internacionales, derechos humanos o para evitar crímenes contra
la humanidad, fue expresamente excluido por este nazi del nuevo siglo.
A
diferencia del siglo XX, la resistencia no viene ahora de países que se
sienten amenazados –la
desproporción de poder militar es tan gigantesca que esa resistencia no
parece posible- sino de enormes masas de seres humanos en gran parte al margen
de los aparatos estatales, y políticamente desorganizadas. El
proceso que ha conducido a la destrucción-matanza-ocupación de Irak
representó una escandalosa ruptura del orden internacional. La crisis fue
fabricada con un descaro y ostentación de poder similar a las que tuvieron
lugar durante el III Reich. El ataque contra Irak fue lanzado previa
legitimación unilateral de la guerra preventiva cuando ésta sea ejecutada
por los Estados Unidos. Con esa declaración, el Imperio -que amenaza con
atacar a cualquiera sin previo aviso ni motivo verificable alguno- se
convierte en una amenaza constante y terrorífica dirigida contra todos. La
“crisis” ha venido acompañada por una campaña de propaganda para la
preparación de la opinión pública que, pese a su carácter verdaderamente
obsceno, ha tenido un éxito espectacular en los Estados Unidos y en menor
grado en otros países del mundo. A
vista de todos, los Estados Unidos han lanzado sus cartas sobre la mesa:
ambición económica ilimitada, poder militar irresistible, soberanía mundial
sin sujeción a norma alguna, castigo ejemplar e ilimitado a los que no
acepten la esclavitud o el vasallaje. * * * Una
de las pocas excepciones a esa falta de resistencia de los estados frente a la
política agresiva y dominadora de los EEUU es Cuba. Cuba,
en nombre de la dignidad humana y de la solidaridad entre los pueblos, ha
denunciado la guerra universal antiterrorista y la guerra preventiva.
También ha acusado a los Estados Unidos por su ejecución de una guerra
brutal contra un contrincante indefenso que había sido desarmado por la ONU,
precisamente bajo la coacción irresistible de Washington. Cuba,
un país resistente, representa por lo tanto un reto para los Estados Unidos.
Pero Cuba, por su proyecto socialista, es un reto total para el gigante del
norte desde hace más de cuarenta y tres años. Los
EEUU han realizado una guerra constante contra Cuba, utilizando todos los
instrumentos posibles, desde la invasión armada de mercenarios hasta la
realización continuada de actos terroristas. Hace
algunos años que Estados Unidos ha codificado la interpretación del pasado y
del presente, y la determinación del futuro de Cuba. También ha codificado
su guerra de agresión en distintos frentes: bloqueo económico ilegal,
chantaje a los países que no se plieguen a la política de Washington, operaciones
de inteligencia es decir, sabotajes económicos, atentados terroristas,
organización y financiamiento de grupos de “disidencia interna”,
determinación de plataformas políticas para estos grupos disidentes,
agresiones radiales. Lo
ha hecho en una ley aprobada por el Congreso de los Estados Unidos, la Helms-Burton,
que además de definir los instrumentos económicos y diplomáticos de agresión
a Cuba, organiza la “otra Cuba” a partir del exilio y la “disidencia”,
y llega a la insolencia de establecer los principios de organización económica
y política de la isla. La
Ley Helms-Burton, en cuyo marco se organiza, financia y coordina la
“disidencia” cubana, reinstaura la filosofía de la relación EEUU-Cuba
que constituía la esencia de la Enmienda Platt, símbolo del imperialismo
impuesto por las cañoneras y “constitución histórica” de una colonia
sin camuflaje alguno. Hace
unas semanas que un grupo de “disidentes” cubanos que trabajaban en ese
doble marco “patriótico” determinado por la amenaza neofascista de EEUU,
y por la ley Helms-Burton, han sido condenados
a fuertes penas por el obvio delito de traición a Cuba en tiempo de
guerra. * * * Dicen
los dirigentes de Comisiones Obreras –José María Fidalgo al frente- que
las personas condenadas en Cuba a “elevadísimas penas” lo han sido por actividades “que, en cualquier país democrático, forman
parte de los derechos básicos a la libertad de expresión, reunión y
asociación”. En carta a la embajadora de Cuba, Isabel Allende, Fidalgo requiere la
liberación de los detenidos e invoca nada menos que la Declaración Universal
de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Aceptar
la organización, financiación, y dirección de los Estados Unidos, incorporándose
plenamente al escenario de amenaza de ataque masivo a Cuba, y asumiendo las
determinaciones de esa nueva “constitución bastarda” que es la ley Helms-Burton
-que afirma e impone de todas las
maneras posibles que la soberanía de Cuba reside en el
Congreso y el Presidente de los EEUU-, es, según dice Fidalgo en nombre de
Comisiones Obreras, una “opción legítima en cualquier país democrático”.
Decir
que actuar como pieza de la estrategia de Washington, en un marco de amenazas
y violencia previsibles similar al que acaba de concretarse de manera apocalíptica
en los ataques a las ciudades iraquíes, es una actividad “pacífica”, es
mucho más que una absoluta estupidez, es una afirmación criminal. ¿En
que mundo viven Fidalgo y Cía? ¿En dónde se informan? ¿Qué saben de los
objetivos y los métodos de la agresión de EEUU contra Cuba? ¿Creen Fidalgo
y Cía que la historia negra de la intervención norteamericana en la isla es
fantasía cubana para mantener la épica y poética de la revolución? ¿Conocen
realmente cuál es la relación entre las actividades de los “disidentes”
y los proyectos y planes de actuación del gobierno de Estados Unidos contra
Cuba”?. La
carta de Fidalgo a Cuba no es una expresión coyuntural de protesta por unas
condenas judiciales. En realidad, la dirección de CCOO establece claramente
el contraste entre la legitimidad de la “disidencia” y la falta de
legitimidad del gobierno de Cuba. * * * Más sobre este tema aquí Antiglobalización
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