Secciones: Documentos militante IU/ PCE - República Española, La Tercera y Socialista - Memoria HistóricaTítulo: República, lucha, pasado, futuro, PCE. Reflexiones de Gonzalo.- Enlace 1 - Enlace 2 - Enlace 3 Texto del artículo:
La cuestión de la República ha tomado un nuevo giro en los últimos años, y pese a que lo que suele denominarse, a veces, el movimiento republicano, no ha cobrado un papel protagonista, las distintas fuerzas políticas se han ido posicionando con respecto a él. La derecha agita el espectro de la guerra civil, de un pasado oscuro que retorna. Zapatero hace alusiones al "rey republicano". Hay quien lo plantea como retomar las reivindicaciones tradicionales de la izquierda. Etc.
Este resurgir, este cambio, no va desligado, sino todo lo contrario, de un cambio en la tendencia histórica, emanada del tremendo fracaso del neoliberalismo en tanto que modelo para arreglar los problemas sociales. Situada en este contexto, es decir: en su contexto histórico concreto, la cuestión de la República va mucho más allá del retomar las reivindicaciones tradicionales de la izquierda, de la memoria histórica, etc., que de hecho se tornan cuestiones, si bien importantes cuando están bien planteadas, marginales (y por ello dañinas si nos centramos en ellas en vez de entenderlas como "punto de apoyo" a lo que es esencial).
Lo anterior tiene dos concecuencias:
- La primera, que hay que estudiar la cuestión de la república situándola en dicho contexto histórico, en el momento actual de la lucha de clases, y no como un resurgir de luchas concretas pasadas (aunque las referencias serán necesarias), ni como una alternativa abstracta en el futuro.
- La segunda, que hay que distinguir el movimiento social, el impulso popular que ha sacado la cuestión de la República a la calle, del movimiento republicano organizado. Puesto que la relación entre los dos es un tanto tortuosa, y saber distinguir una cosa de la otra es esencial para trazar la estrategia y la táctica políticas necesarias para el partido que ha de organizar a las clases populares para su emancipación.
Ya esbocé anteriormente la que en mi opinión ha sido la evolución histórica en las últimas décadas. Es un tema tan extenso y complejo, que tratarlo de manera mínimamente completa requeriría extenderse mucho más allá de las limitaciones impuestas por los objetivos del presente escrito. Por tanto, lo volveré a exponer en líneas generales, de forma muy resumida. Seré muy esquemático, y por necesidades de exposición quedrá descrito como una evolución unilineal, cuando la realidad no es así. No obstante, queda resaltado lo esencial, el proceso de acumulación capitalista coo fundamento del sistema capitalista y de su evolución.
* * *
Antes de proseguir, me parece importante señalar un punto que en mi opinión, muchas veces se entiende mal. Por diversar razones, es cierto que, objetivamente, la clase obrera es la clase revolucionaria, la clase llamada a hacer la revolución. pero eso no significa necesariamente la clase obrera sea siempre revolucionaria. Por ejemplo, la clase obrera estadounidense -aunque ahora comiencen a tomar cuerpo otras tendencias- se ha comportando en las últimas décadas como una clase reaccionaria y un apoyo fundamental de la política imperialista de la oligarquía yanqui. Sin embargo, es cierto que las otras clases carecen de la capacidad de asumir ese papel, el de clase revolucionaria. Varios hechs históricos ponen de relieve esta incapacidad. Por ejemplo, las revueltas de finales de los sesenta (el mayo francés, los acontecimientso de México, etc.), protagonizadas por jóvenes de las "clases medias". Precisamente por el protagonismo de estas capas, por el hecho de que "pusieron toda la carne en el asador" y tuvieron a su favor todo lo que histórica y socialmente cabía esperar, y porque fue algo que ocurrió de forma más o menos simultanea en muchos países, aquel movimiento demuestra la incapacidad de las capas medias, por muy revlucionarias que sean y por muy radicalizadas que estén, para llevar a cabo una revolución.
En mi opinión, esto es así por una razón muy importante de cara a la cuestión que estamos tratando. Sólo la confluencia de los intereses concretos a corto plazo, los intereses inmediatos, de las clases populares, con los intereses estratégicos a largo plazo, pueden dar lugar a una situación revolucionaria (digamos, que esto es una condición necesaria y de las más importantes, aunque no suficiente). Como más adelante expondré, esta confluencia es algo que comienza a darse en nuestros días, y también hablaré de ello cuando trate de la Transición.
Y este punto de la confluencia, es imortante también por razones tácticas. Aunque me salga un poco de la línea argumental, quiero aprovechar para dejar constancia aquí que, uno de los problemas más importantes de cara al futuro, es el hecho de que en gran medida los grupos que forman el movimiento republicano, o bien son grupos directamente burgueses, tipo IR, ERC, ARDE, etc., y que por ello tienen un planteamiento republicano incapaz de cnectar nunca con las masas -lo de ERC no es un contraejemlo, pues tiene que ver conque ERC es más un movimiento nacionalista que republicano-, de manera que suponen -más allá de posibles colaboraciones tácticas- un callejón sin salida. O bien son grupos radicales de carácter pequeñoburgués, restos y reminiscencias de aquellos grupúsculos de finales de los sesenta, surgidos en uno u otro momento de escisiones del PCE, y que tratan de aprovechar la actual coyuntura para conectar con las masas, para crearse un apoyo de masas del que carecen. Lo de estos grupos no tiene ningún mérito, porque o bien se han unido al carro del republicanismo una vez que el pueblo puso la cuestión encima de la mesa, o bien han estado repitiendo siempre lo mismo, viniera o no a cuento, tuviera o no sentido, y "han acertado" por casualidad, no por tener una política coherente con la realidad. Y de nuevo en este caso son un callejón sin salida, ya que su manera idealista y doctrinaria de afrontar la lucha podría llevarla, caso de conseguir organizar al pueblo a su alrededor, a un callejón sin salida, si bien es cierto que lo más prbable es que estos grupos, por sus características pequeñoburguesas radicales de doctrinarismo y cerrazón mental -de aislamiento de la realidad-, simplemente permanezcan aislados de las masas. (No se piense que esto no es un peligro, porque significa que la cuestión de la república se irá marginalizando en lo subjetivo en tanto que alternativa política popular). Por ello, es de vital importancia que el partido que representa los intereses populares, el PCE, asuma de forma correcta la cuestión de la república y haga frente a estos problemas y estos obstáculos. Es al PCE y no a otras fuerzas a quien corresponde tomar este asunto en sus manos. No adelantemos acontecimientos, más adelante trataré de nuevo este punto.
Empiezo ya a recordar el esbozo de la evolución histórica del capitalismo en las últimas décadas.
* * *
No olvidemos que el proceso fundamental que da vida al capitalismo, sea cual sea su forma histórica, es la acumulación de capital.
La crisis de los años treinta no desembocó en un proceso revolucionario. Desembocó en la Segunda Guerra Mundial y en una alianza, en aquel momento, entre las fuerzas de la revolución y uno de los bloques imperialistas (que fuera un error o fuera impuesto por la ncesidad, es cuestión que no viene a cuento tratar aquí). Por lo que se refiere a los países capitalistas, las enormes ddestrucciones causadas en Europa y japón, las inversiones necesarias para la reconstrución hacían que estas fueran enormemente rentables, relanzando con ello el proceso de acumulación capitalista y un crecimiento coyuntural de la tasa de ganancia. Además, el proceso de descolonización y el neocolonialismo -hechos posibles debido a la acción anterior de los imperialismos inglés y francés, que sentaron las bases materiales y sociales en el "Tercer Mundo"-, permitieron una forma de explotación imperialista de las "colonias" mucho más eficiente, mucho más rentable, ampliando inmensamente el mercado capitalista.
Estos acontecimientos hicieron posible lo que iba a acontecer: el llamado "estado del bienestar". Y no olvidemos que el proceso de acumulación tambiñen necesitaba de la expansión del meercado interno, y en cierta medida era a la vez consecuencia y causa de dicho "estado del bienestar".
Esta coyuntura significaba que los intereses inmediatos de la clase obrera -y de otras clases populares, pe., los pequeños comerciantes, o los agricultores que pasaban a convertirse en capitalistas-, estaban básicamente en consonancia con los de la oligarquía financiera, si bien esta nunca ha dado nada sin lucha. Son los años de la relativa paz social, del triunfo de la socialdemocracia como modelo político, años en que una revolución parecía cosa de un lejanísimo futuro, o de los países de la periferia, pero algo imposible en Europa.
En nuesto país, ocurre lo mismo, aunque con un cierto retraso y de mnera bastante distorsionada a causa de la dictadura. Son los años de la industrialización y del desarrollismo, de la inmigración masiva del campo a las ciudades, de una relativa expansión del "paternalismo" fascista -seguridad social y todo eso-. En la mente del pueblo, se entiende que las cosas pueden ir mejorando poco a poco, que en el futuro cabe que las cosas vayan a mejor. la lucha política y sindical, en realidad se expanden como consecuencia de esta situación, pero pierden perspectiva revolucionaria. Son los años del "revisionismo", del eurocomunismo, cuya base objetiva es esta. No pretendo exonerar aquí a nadie de sus "pecados", puesto que una cosa es entender la situación y trazar la política correcta desde el punto de vista revolucionario, para no enunciar a nada pero no perder contacto con la realidad, y otra muy diferente es plegarse a los acontecimientos e ir a la zaga de ellos, y con ello de la burguesía, que marcaba el ritmo y el sentido de dichos acontecimientos.
Pero desde mediados de los años sesenta el proceso de acumulación capitalista sobre estas bases dio de nuevo signos de agotamiento. la oligarquía veía que ya no disponía de medios para mantener la alianza de clases. Había que acabar con los beneficios sociales, había que acabar con toda parte de la plusvalía que no fuera destinada al capital, y no meramente la plusvalía, sino incluso que había que disminuir la parte del producto que correspondía a reproducir la fuerza de trabajo, lo que equivale a decir que había que disminuir el nivel de vida de la clase obrera. La tendencia histórica vuelve a cambiar. Es la etapa neoliberal.
Si bien alguns de los primeros experimentos neoliberales tienen lugar bajo el signo de brutales dictaduras (por ejemplo, el Chile de Pinochet), en la situación concreta de España resultaba imposible. La dictadura se había estabilizado gracias al progreso económico y a la relativa mejoría material y de condiciones de vida de amplias capas populares. Un retroceso en estas condiciones de vida, era imposible sin oner en peligro el sistema de dominación política de la oligarquía, y con ello al propio sistema. El mero conflicto social que podría desencadenarse, aunque no supusiera un triunfo popular, significaría un grave daño para el capital español, así como para los intereses imperialistas en España.
En general en toda Europa, la única táctica posible para la oligarquía era aprovechar la alianza de clases para traicionarla. Aprovechar las espectativas populares en el capitalismo de la época dorada, para robar al pueblo esos sueños. Un ataque frontal hubiera supuesto graves disturbios sociales, y la apertura sinmá de la expectativa revolucionaria, en esencia al nivel que estaba antes de la Gerra Mundial. Hubiera sido absurdo, además de que la política de apoyarse en la alianza de clases era la más natural y la más ácil, y la falta de visión de los dirigentes sindicales y políticos del pueblo la hacía francamente posible sin ningún obstáculo.
En España se daba la misma situación, solo que muy distorisonada por la dictadura. Suponía una contradicción para la oligarquía. Necesitaba abrirse, dar espacio a las fuerzas populares para la colaboración, antes de lanzarse a la reforma neoliberal. Pero si los más feroces años de la dictadura, aunque habían contenido y machacado la organización y la respuesta populares, había fracasado a la hora de extinguirla hasta el punto de que no representara n peligro... la apertura no significaría más que dar facilidades a la organización popular. De hecho, aunque de manera limitada, puesto que limitada fue la apertura, fue lo que ocurrió. En una situación de crisis como la que finalmente se desencadenó, eso podría llegar a supner, si las cosas de iban de las manos, el paso a una situación revolucionaria, y en todo caso una situación de graves disturbios sociales que causarían grave daño a lso capitalistas españoles, y a los imperialistas en España. Era necesario el cambio a unas formas políticas nuevas, abiertas a la colaboración de clases, que plasmaran instutucionalmente la alianza de clases. Así pues, a causa del retraso en el desarrollo español debido a la propia dictadura, y a que la crisis sin embargo no se retrasa, la necesidad para el franquismo del cambio a nuevas formas de dominaci´n política de clase es doble:
- El desarrollo capitalista del que surge, aunque en neustro caso sea de forma muy tibia, el estado del bienestar, que exige unas formas polítcias acordes, que hagan posible y que a lo vez permitan a la oligarquía aprovechar la alianza de clases,
- El paso a la siguiente etapa, preparar el terreno, las condiciones necesarias para traicionar la alianza de clases y pasar a la etapa neliberal sin por ello dar lugar a un estallido social, llegara o no a ser revolucionario.
Así, comienzan las maniobras aperturistas, y finalmente tiene lugar la transición.
En la mente populr, que lógicamente va con retraso cn respecto a los acontecimientos, la transición se ve cn esperanza, como un cntinuación y una consecuencia del desarrollo, como una consecuencia lógica del proceso de mejora continua que se había iniciado con la industrialización, y que daría más margen a las clases populares y con ello permitiría superar las dificultades de la crisis. El PCE se plegó a esas expectativas, por una parte de forma lógica, pero por ota, debido a que no lo hacía cn la conciencia clara de lo que estaba ocurriendo, sino siguiendo a la zaga de la percepción popular, en realidad lo que se hizo fue plegrse a la maniobra de la oligarquía y servirla como instrmento. La dirección del PCE pensaba en representar el papel, en España, que en los países más avanzados de Europa representaban lospartidos socialdemócratas. Sin embargo, los planes de la oligarquía eran otros, sus medios y apoyos infinitos, y en realidad la falta de visión de la direción del PCE les puso la jugada en bandeja: se construyó el nuevo PSOE.
Por un lado las amenazas de la vuelta atrás en lo político y de la crisis en lo material, y por otro el señuelo de ser europeos, de ser como los suecos o los alemanes, de alcanzar un gran nivel de vida -puesto que aún el pueblo no había comprendido la trampa neliberal en ciernes-, la hábil política del PSOE de encarnar ese señelo mientras que se disponía a hacer en la práctica lo contrario, el papel desmovilizador del PSOE y del PCE, un de manera manifiestmente cnsciente, el otro porque se preparaa para institucionalizar la representación ppular en el nuevo marco, que finalmente no conseguiría, hicieron todo el trabajo para la burguesía. Con la transición ya consolidada, llega el PSOE al gobierno para, por un lado, y de manera similar a como hace ahora Zapatero, llevar políticas muy vistosas desde el punto de vista social, algunas importantes dado el atraso de España, pero en general sin mucha trascendencia en los esencial, y por el otro poner en marcha la refrma neoliberal. Algunas tendencias son contrarias, loque les favorece, pero en realdiad están ligadas no a una política "scialdemócrata" sino a las transformaciones sociales que por entonces ocurren de forma acelerada en nuestro país, como la transformación de los agricultores en empresarios del campo, la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral, etc. Son los años de la desindustrialización, de la enrada al Mercado Común, de los inicios de la privatización de las empresas públicas... El PSOE cumplió su papel histórico. La transición estabba cerrada sin costes para la oligarquía. Se había creado el contexto social preciso para la reforma neoliberal y esta se había iniciado sin traumas y con un relativo apoyo social gracias a campañas ideológicas coo las de desprestigio de la empresa pública o de todo lo público en general, el inicio del mito de la "nueva economía", etc. A la vez que se iniciaba la polarización social, la gente comienza percibir que, pese a que el neoliberalismo ha "mejorado la economía" y alguns sectores parece que tienen expectativas a mejor (los mitos de lo mucho que se gana trabajando como informático, o de los hombres del pueblo que se hacen ricos de la noche a la mañana -los "emprendedores") y el resto sueña con formar parte de esos sectores, las cosas no van bien, que algo tiene que cambiar. Se percibe como si hubiera una buena oportunidad histórica, debido al pequeño relanzamiento de la acumualción de capital permitido por el neoliberlismo, que no se estuviera aprovechando y se estuviera dejando pasar. El pueblo aún no percibe que el relanzamiento de la acumulación, el crecimiento económico, es posible por el empeoramiento de su nivel de vida, y por tanto no es un proceso que vaya a permitir su mejoría, puesto que se hace a su costa, pero ya percibe que algo no va bien. Coincide con la debacle de los países del Este y el triunfo ideológico de la burguesía. La derecha acosa al PSOE a la vez que promete rdicalizar el proceso neoliberalizador. La derecha, muy hábil pese a sus formas toscas, convierte el inicio de su fracaso en un triunfo del momento. Llega al gobierno y en una primera etapa da una imagen de "buen talante", de diálgo y apertura hacia los sinndicatos, hacia los nacionalistas... y así logra el apoyo social necesario, con el que en una segunda etapa, la de la mayoría absoluta, y ya coincidiendo con el inicio de la nueva crisis dentro de la crisis y el fracaso del neoliberalismo, pasa al extremismo descarado.
Y con ello entramos en una nueva etapa. Es la etapa del desencanto final, en que la gente toma ya conciencia clara de que el estado del bienestar, la alianza de clases, es cosa del pasado. Que no cabe esperar mejoras y que las cosas tienden a ir a peor, y de alguna manera, sin que la mayoría de la población sep precisar cómo (algo que puede ser muy peligroso, ya que abre las puertas a los aventureros políticos a menos que se aporte claridad), es necesario un cambio. La desorganización de la clase obrera y del pueblo en general, y el predominio ideológico burgués, herencia todo ello del estado del bienestar y de la primera etapa del neoliberalismo, hacen que no haya una respuesta popular. Las reaccions son dispersas e individualistas, y por ello sin salirse del régimen burgués. Unos culpan a los inmigrantes, contribuyendo con ello al poder de la oligarquía y a la impotencia de la clase obrera. Muchísimos, aún no conscientes plenamente del cambio de la situación, se endeudan hasta las cejas para alcanzar un nivel de vida que ya no pueden conseguir de otro modo con su nivel salarial actual. En fin, las formas de respuesta populares son muy variadas. Pero casi siempre coinciden en que están dentro de los deseos de la oligarquía.
Además, aparece otro tipo de respuesta, con manifestaciones también variadas y dispersas. Protagonizadas por un sector del que en cierto modo puede decirse que es más consciente, pero que más exactamente se caracteriza por estar más nfluido por las tradiciones y la ideología de izquierdas. Como respuesta ante la necesidad de que algo tenía que cambiar, entendió que lo pertinente era la movilización, contra el gobierno Aznar básicamente, pero también más allá, sin que en general ese más allá quedara muy bien definido. Frente a las protestas antiglobalización de la época anterior, que como preveían los militantes experimentados, iban a acabar en nada, surgía aún en germen un nuevo tipo de movilización, que empezó a manifestarse con la huelga general del 20J, y cuajó con las movilizaciones contra la guerra.
En ese entorno, fue en el que miles de ciudadanos comenzaron a sacar de forma espontánea la bandera republicana a la calle. 2003 fue el año en el que el recientemente fallecido Haro Teglen pudo decir aquello de que la República volvía a estar en la calle, en que desde el ABC y la razón se lamentaban de que las manifestaciones contra la guerra estaban llenas de tricolores y nadie portaba la "bandera nacional". En que Aznar y el resto de la derecha amenazda al ciudadano de bien con el espectro de los inadaptados que sacaban la tricolor para volvernos a traer un 1936. En que los botantes del PSOE recibían a Zapatero y Bono en los mítines electorales, para nerviosismo de estos, con la tricolor y el coreo de cosignas republicanas.
Fue en ese año cuand las organizaciones republicanas, fundamentalmente Ciudadanos por la República y UCR, comenzaron a crecer de manera explosiva y organizaciones extremistas como Corriente Roja, muerto ya el caballo de batalla de la antiglobalización, se subían al nuevo carro del republicanismo. En aquella primavera de 2003, comenzaron a tener lugar por todo el país, las primeras movilizaciones en la calle con asistencia de numeroso público, con motivo del 14 de abril, que continuaron en diciembre de aquel mismo año con la primera manifstación cntra la constitución monárquica.
Lo fundamental aquí es:
- que todo el proceso de la evolución política ha estado regido por la evolución como sistema del capitalismo. Las fuerzas populares se han plegado a dicha evolución en vez de haber combatido al sistema. La transición y el actual sistema "democrático" son la consecuencia y evolución lógica del franquismo, y no una ruptura con él.
- que si el neoliberalismo ha dado un cierto respiro al agotamiento del proceso de acumulaci´n capitalista, y si bien la burguesía ya carece de alternativas y se limita a tratar de sortear el temporal y aguantar todo el tiempo que pueda agarrándose con uñas y dientes, la reforma neliberal ya ha agotado prácticamente lo que cabía esperar de ella, y se reinicia la crisis del capitalismo en todos sus aspectos.
- que si la monarquía fue la forma del poder político de la oligarquía para imponer la reforma neoliberal, y una vez que esta está agotada, para mantener el poder de la oligarquía frente a viento y mareas, la propia crisis del sistema provoca la erosión, y abre la perspectiva de su crisis, de dicha forma de poder político. Como vemos que sucede en nuestros días.
* * *
La descripción de la situación es a la vez la descripción de la estrategia y la táctica políticas, o al menos de sus elementos, que debería adoptar el pueblo para defender sus intereses, y por tanto sus organizaciones de todo tipo y en particular las políticas, en concreto el PCE.
Si durante las décadas del estado del bienestar, el luchar por reformas era a la vez algo que había que hacer -puesto que no es posibl eel no tratar d que nuestra clase viva lo mejor posible- y sembrar speranzas en el capitalismo, afianzando la alianza de clases, en nuestro día es todo lo contrario. El capitalismo se ha visto obligado a desmontar el estado del bienestar para sobrevivir. Por tanto, oponerse de forma efectiva a que termine de desmantelar los restos que aún perduran, e incluso el hacer avanzar las reformas, es evitar la supervivencia del capitalismo. Es confrontar las necesidades de la población a las del capitalismo, en vez de tratar de ocultar o embellecer esa contradicción. El capitalismo, para sobrevivir, no es capaz de satisfacer ya ni las necesidades ni las expectativas de la población. En cierto modo, para sobrevivir, el capitalismo está devorando la sociedad (luego viene un huracán y no hay medios para hacerle frente, y una ciudad resulta arrasada con miles de muertos. Por ejemplo.)
De manera que, por primera vez en muchas décadas, los intereses más inmediatos de la clase obrera y de las clases populares en general comienzan a confluir cn los intereses estratégicos, con la meta de la transformación social.
Por tanto lo esencial es avanzar en la lucha organizada en defensa, y por el avance, de los intereses inmediatos de las clases populares.
Esa lucha, si prgresa, antes o después tiene que enfrentarse al poder político de la oligarquía -de hecho lo hace todos los días-. Este poder político impide el éxito de esa lucha. Y lo impedirá con más ferocidad cnforme esta lucha tome cuerpo.
Por tanto, la lucha es imposible si no tiene como perspectiva, no en un lejano futuro ni como objetivo estratégico indefinido, ni como retomar las tradiciones, sino de forma cada vez más concreta, el paso del poder político a las clases populares. No se trata, aún, de hacer la revolución socialista, sino simplemente de esto, del paso del poder político a las clases populares para que estas puedan defender sus intereses. Un proceso que, por lo que antes comentaba, no puede dejar de socavar al capitalismo, y exigir el paso hacia el socialismo precisamente como único medio de hacer prevalecer los intereses populares y -algo característico de esta nuestra época- con ellos los generales de la sociedad. pero en sí mismo no se trata, aún, de la revolución socialista, y no es posible decir ahora las formas en que esta tendrá lugar.
En Alemania o en Francia, por ejemplo, ésta es una cuestión difícil de plantear, de llevar a la práctica. En España, dada nuestra evoluci´n histórica reciente, es, sin embargo, mucho más sencillo. Precisamente gracias a la cuestión de la República.
La evolución, el auge republicano de los útimos años, prueba que, en cuanto el pueblo busca su alternativa, se gira hacia la República. Fue un gran error de la oligarquía -seguramente en aquellso momentos les parecería la mejor solución- el establecer la monarquía, ya que de haber implantado una república al estilo de la Francesa o de la alemana, con todas las limitaciones adicionales que se quisiera, hoy esta salida estaría cerrada. La tradición, la historia, el hecho de que la II república fuera el único momento en que el pueblo en España comenzara a tomar los asuntos en sus manos, y que la guerra y la dictadura tuvieran como fin el "devolver las aguas a su cauce" y que la monarquía sea la consumación de ese proceso -y todo esto es algo que todo el mundo tiene más o menos claro- hacen que cuando el pueblo vea que esto no puede seguir así, que las clases dirigentes ya no son capaces de llevar al conjunto de la sociedad hcia delante, y que por tanto los asuntos del pueblo deben de pasar al puebl mismo -esto todavía es un pensamiento difuso y sin forma entre la gente-el puebl se vuelque hacia la República.
En la lucha por la República confluyen todos los elementos: goza, cada vez más, del apoyo popular. Y es así porque las necesidades inmediatas del pueblo son cada vez más graves, cada vez más extendidas, y el régimen actual está consagrado a mantener ese proceso, de desangrar al pueblo para garantizar la supervivencia del capitalismo todo lo que se pueda. El régimen, por decirlo de algún modo, ha declarado la guerra al pueblo en esta etapa neoliberal. Por fin, la cuestión de la república pone la cuestión de qué clase tiene el poder sbre el tapete, y no como una cuestión en un lejano e indefinido futuro, más teórico que otra cosa.
Es evidente que lograr la república, es decir: que el poder político pase a manos del pueblo, de las clases populares, no es más que un instrumento, pero es el pas fundamental, el primer paso, sin el que nada cabe esperar. Precisamente porque estamos en pleno neoliberalismo, porque el Estado del bienestar a muerto, ya no cabe esperar nada del actual estado de cosas.
Y es evidente de que no esty hablando aquí de una república en general, en abstracto, una república cualquiera, como la francesa, por ejemplo, porque para ese viaje no hacen falta alforjas. Sino de eso: de cambiar la forma como medio indispensable -aunque no lo garantice como no se hagan las cosas bien- para cambiar el contenido del poder.
El propio agotamiento del capitalismo como sistema económico y social, una vez dado este paso, hará que esta tal república, o avanza hacia el socialismo, o traiciona sus objetivos.
Y tambiñen significa todo esto que la lucha republicana implica un desarrollo táctico, fundamentado sobre la resolución de las necesidades inmediatas del pueblo. Así, se cnstruirá la base popular de esa república, en la lucha del propio pueblo por sus propios intereses, de manera que surja cada día con más evidencia que la república -el poder político del pueblo- no es otra cosa que el instrumento necesario para hacer realidad la satisfacción de esas necesidades. la lucha republicana n se puede fundamentar sobre añoranzas de tiempos pasados, sino sobre la realidad de carne y hueso de nuestro pueblo.
Y en esta lucha, aún manteniéndose la situaci´n actual, la república constituirá un elemento esencial que de fuerza y posibilite victorias, y con ello aliviará la situación de nuestro pueblo. Porque una lucha sin perspectivas no va a ninguna parte. Uno hace una huelga general, una campaña por lo que sea... y al día siguiente de las manifestaciones la fuerza del pueblo se desvanece. Pero si esas luchas no son aisladas sino que forman parte de un proceso concreto más general, si la oligarquía siente la amenaza de que el pueblo comience a actuar por sí mismo, si nota el peligro de lanzar un proceso que acabe por finiquitar su permanencia en el poder, entonces ya se lo pensará más detenidamente, y será posible obtener victorias, frenar en cierta medida la reforma neoliberl, e incluso avanzar en sentido inverso. Por supuesto, eso a su vez reforzará la alternativa reublicana, y en este sentido el que el pueblo plantee esta lucha es un callejón sin salida para la oligarquía.
Yo no creo, al estilo de los anarquistas, que "cuanto peor, mejor". No ceo que el fracaso, el debilitameiento del pueblo, vaya a darle la fuerza para hacerlo la revolución. Pruebas: cualquier país que se esté muriendo de hambre en estos momentos. Creo que no es esa la cuestión. Sino la de plantear la lucha correctamente, y pienso que, si de hecho se hace así, a la vez que se avanza hacia la revolución, es posible al menos frenar el deterioro en las condiciones de vida y de trabajo del pueblo.
Por tanto, creo que la lucha por la república, por esta repúblcia de la que hablo, ha de ser el hilo conductor que unifique todas las luchas, que las de perspectivas, y que a la vez sirva para construir, por parte del propio pueblo, los instrumentos de lucha, de los que surgiran en el proceso los instrumentso del futuro poder republicano. Creo que la tarea más importante del Partido Comunista debería ser poner esto en marcha, darle la organización y la orientación política precisas. Estoy de acuerdo en que muchas cosas tienen que cambiar en el seno del PCE, pero estamos en lso inicios de un proceso histórico, en el que muchas cosas tienen que ir cambaindo en el seno del propio pueblo. El problema es que, si no lo hce el PCE, ¿quién lo va a hacer? ¿quién tiene la capacidad para hacerlo? Determinadas organizaciones, pretenden una repúblcia de carácter burgués, y esas ni atraen ni van a atraer al pueblo, no le sirven. Otras, ahogadas en su doctrinarismo pequeño-burgués, han topado ya con sus límites, y tampoco son capaces de afrontar la tarea. Sólo el PCE podría hacerlo.
Gonzalo, Agrupación de Profesionales y Técnicos del Partido Comunista de Madrid.
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