Texto del artículo:
Jon
Basil Utley
Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Nadie quiere que lo
manipulen para entrar en guerra. Entonces, ¿por qué
seguimos dejando que suceda?
26 de abril de 2018 " Information
Clearing House ". El Washington oficialista y sus
asociados han tergiversado los hechos en numerosas
ocasiones al servicio de acciones militares que de otro
modo no podrían haber tenido lugar. En el Medio Oriente
estas intervenciones han matado a cientos de miles de
civiles árabes inocentes, han creado el caos en Irak y
Libia y han llevado a la
expulsión de un millón de cristianos de las
comunidades donde han vivido desde tiempos bíblicos.
El más famoso de estos episodios, por
supuesto, fue la certeza con la que el Gobierno de los
Estados Unidos informó al mundo de que Saddam Hussein
tenía armas de destrucción masiva, que conformaron la base
de la invasión estadounidense de Irak en 2003. El Gobierno
también insistió en que Saddam tenía vínculos con
al-Qaeda, lo que reforzó el llamado a la guerra. Por
supuesto nada era cierto.
P ero incluso antes de eso hubo la
primera guerra contra Irak en 1991 justificada en parte
por la historia de los soldados iraquíes que supuestamente
se deshicieron de los bebés que estaban en las incubadoras
para morir en un hospital kuwaití. La hija de 15 años del
embajador kuwaití mintió astutamente en un comité del
Congreso preparado. El Christian
Science Monitor detalló este extraño episodio en
2002.
También estaban las mentiras
sobre que el ejército iraquí estaba a punto de
invadir Arabia Saudita. Esa fue la aparente razón por la
que Estados Unidos envió tropas a Kuwait para defender a
Arabia Saudita. En
un artículo en Los Angeles Times en
2003, Víctor Marshall, miembro del Independent Institute,
señaló que ni la CIA ni la Agencia de Inteligencia de
Defensa del Pentágono consideraron probable un ataque
iraquí a Arabia Saudita y dijo que las estimaciones de la
Administración sobre las tropas iraquíes eran
"extremadamente exageradas". De hecho, la Administración
declaró que las fotografías que probaban sus afirmaciones
nunca fueron verificadas porque, como supimos más tarde,
las fotos nunca existieron. El Christian
Science Monitor también informó sobre esto en 2002 antes
de la segunda guerra de Irak.
Estados Unidos atacó a Irak en 1991,
bombardeando y destruyendo las plantas de riego,
saneamiento y electricidad de esa nación. (Véase aquí sobre
el conocimiento y la planificación de Washington de la
horrible contaminación masiva del agua potable iraquí.)
Luego bloqueamos los suministros de reconstrucción durante
nueve años, mientras alrededor de medio millón de niños
murieron de enfermedades y hambre. Culpamos de todo a
Saddam, aunque controlamos los flujos de dinero de Irak a
través del programa de alimentos por petróleo de la ONU.
Afortunadamente tuvimos un poco frecuente reconocimiento
cuando Madeleine
Albright admitió en 60 Minuto s lo que
se había hecho.
Antes de eso estaba la guerra de Kosovo,
cuando Estados Unidos atacó a Serbia sobre la base de la
mentira de que
100.000 serbokosovares habían sido masacrados por
los serbios para reprimir su guerra civil. Esto llevó a un
bombardeo estadounidense masivo, destruyendo
brutalmente gran parte de la infraestructura civil y
fabril de esa nación, incluida la mayoría de los puentes
del país y todos –salvo uno- sobre el río Danubio. Los
estadounidenses impusieron la paz y luego expulsaron a la
mayoría de los serbios de su antigua provincia.
Posteriormente hubo la destrucción masiva de cientos de
iglesias cristianas antiguas y la creación de un enclave
europeo ahora lleno de dinero saudita que patrocina la
educación wahhabí, con su aprendizaje de memoria del Corán
y su odio a los cristianos del siglo XIII.
Más recientemente hubo un ataque
británico, francés y estadounidense contra Libia en
respuesta a las mentiras de que Muammar Gadafi planeaba
masacrar a civiles en Benghazi. Estados Unidos destruyó
sus fuerzas armadas y ayudó a derrocarlo. El saqueo
generalizado de su armamento llenó posteriormente los
mercados negros de Asia y África y contribuyó a la
capacidad de los terroristas de Boko
Haram para sembrar el caos en Nigeria y partes del
norte de África. Desde entonces masas de refugiados
africanos han estado inundando Europa occidental viajando
a través de Libia. Algunas de esas armas también cayeron
en manos del Estado Islámico, que invadió partes de Irak y
Siria.
Más recientemente tuvimos noticias por
cable que nos inundaron con historias de un nuevo ataque
con gas venenoso en Siria. Las "noticias" vinieron de
fuentes rebeldes. El The American
Conservative ha
publicado un análisis detallado del exinspector de
armas Scott Ritter cuestionando la evidencia, o la falta
de ella, de que el régimen de Assad inició el ataque. El
exembajador
británico en Siria también arrojó dudas sobre el
ataque con gas venenoso y sus fuentes de organizaciones
rebeldes.
No tiene sentido que Assad usara gas
venenoso justo cuando Trump decía que quería retirar las
tropas estadounidenses de Siria. Tiene sentido que los
rebeldes hayan montado una trampa para que Estados Unidos
se quede y ataque a Assad. Esto sucedió antes en el verano
de 2014, cuando el presidente Obama estuvo a punto de
entrar en guerra por acusaciones similares. Solo después
de pedir al Congreso que votara sobre el asunto, decidió
no hacerlo porque el Congreso no estaba interesado. En el
correo de algunos congresistas los mensajes eran de 100
frente a uno en contra de los bombardeos. Un recordatorio
bienvenido de por qué Washington no requiere de votos
reales para comenzar las guerras.
Los periodistas de investigación Seymour
Hersh y Robert Parry investigaron a fondo con
pericia la veracidad de ese ataque de 2013. Otros informes
sugieren que las bombas sirias liberaron el gas venenoso
que los rebeldes habían estado almacenando en áreas
civiles. El New York Times finalmente
publicó en diciembre de 2013 un informe detallado que
expresaba dudas sobre su conclusión anterior de
que la emisión de gases en la "línea roja" de 2013 fuese
llevada a cabo definitivamente por el ejército sirio. Las
operaciones de bandera
falsa para incitar a Estados Unidos a la guerra,
al parecer, pueden ser exitosas.
Después de los cientos de miles de
inocentes asesinados en el extranjero por Estados Unidos y
la miseria humana causada por hábiles manipulaciones
estadounidenses y extranjeras, uno pensaría que podríamos
detenernos antes de atacar a Siria y correr el riesgo de
matar a los rusos que asesoran a los sirios. Eso podría
encender un tipo completamente nuevo de guerra con una
Rusia con armas nucleares, todo sin la aprobación del
Congreso.
Obama, cuyas políticas se basaban en la
opinión de que Assad debía irse, parecía pensar que los
sirios vivirían felices después en una democracia que
brotaba mágicamente, ignorando los ejemplos anteriores de
Irak y Libia. Tampoco estos defensores del partido de la
guerra parecen en lo más mínimo preocupados por el 10 por
ciento cristiano de la población de Siria, muchos de los
cuales seguramente serían masacrados después de cualquier
derrocamiento de Assad.
Además, el llamado Ejército
Sirio Libre es una mezcolanza de grupos rebeldes
que incluye a muchos radicales islamistas. Con
financiamiento de los fundamentalistas saudíes y Turquía,
tomaron el relevo de las fuerzas más liberales desde el
principio. Vale la pena señalar también que Turquía
proporcionó el mercado negro para que ISIS venda el
petróleo capturado de Siria.
Retrocediendo cien años atrás, las
ingeniosas mentiras británicas ayudaron a engatusar a
Estados Unidos para que se uniera a los Aliados en la
Primera Guerra Mundial. Inglaterra controlaba los cables
transatlánticos y la mayoría de nuestras "noticias" sobre
la guerra. Esa intervención resultó en el Tratado de
Versalles en lugar de una paz de compromiso entre Alemania
e Inglaterra/Francia que habría evitado la destrucción de
Europa, que permitió el surgimiento del comunismo y el
nazismo.
Para un análisis de los riesgos de una
guerra nuclear accidental, consulte mi Informe
del editor de enero de 2017, en el que una vez
escribí sobre cómo el objetivo final de Osama bin Laden
era lograr que Rusia y Estados Unidos se destruyan
mutuamente. Todavía podría suceder, desencadenado por
falsas historias de atrocidades, la televisión por cable
promocionando 24 de horas todas y cada una de las amenazas
y la propensión de Washington a creer mentiras, y en
ocasiones perpetrarlas, para promover guerras.
Jon
Basil Utley es editor de The American Conservative
. Este artículo fue publicado
originalmente por The American Conservative.
Esta traducción se
puede reproducir libremente a condición de respetar su
integridad y mencionar al autor, a la traductora y
Rebelión como fuente de la traducción.
Artículo de www.profesionalespcm.org insertado por: El administrador web - Fecha: 07/05/2018 - Modificar
Comparte el artículo en las REDES SOCIALES: Delicious | Meneame | Facebook | TWITTER | Technorati | BarrapuntoSitio Web del Núcleo de Profesionales y Técnicos del Partido Comunista de Madrid PCM/PCE- http://www.profesionalespcm.org
Actualizado a 24/03/24
Los comentarios y colaboraciones son bienvenidos (comunistas_ARROBA_profesionalespcm_PUNTO_org):
Envíanos
tu colaboración, o comentarios vía formulario.
¡¡AFÍLIATE
EL PARTIDO COMUNISTA DE MADRID - PCE!
BÚSQUEDAS
en este sitio web
Agregador RSS de noticias y contenidos - Aquí OTRA VERSIÓN DEL AGREGADOR RSS XML