Texto del artículo:
Se llama Mónica Gómez, pero eso no es relevante porque todos la llaman Momo.
Hay diversas personas que han influido en su manera de ver el aprendizaje –Krishnamurti, Humberto Maturana, Carl Rogers, Arno Stern, Neil… – pero no se casa con ninguna pedagogía. Y lo que desde luego tiene claras son las imperfecciones del modelo que ofrece el sistema: “los alumnos divididos por edades, el currículo obligatorio, los exámenes, los libros. Son cuestiones económicas que obedecen a un interés de que no te salgas de lo establecido”.
El jardín de Momo es un espacio que gestionan entre ella y las 5 familias que hacen uso de él. “Esto conlleva una implicación de los padres a todos los niveles. Tenemos distintas comisiones organizativas, economía, legalidad, comunicación interna y externa, y talleres”. El enfoque pedagógico lo da ella, “gracias a la confianza plena que las familias han depositado en mí”. Tal vez esa confianza venga de que su objetivo primordial es “que los niños sean felices”. En la etapa de crecimiento y en el futuro.
Sólo hay una norma inamovible: no agredir ni física ni verbalmente ni al prójimo ni a uno mismo. Se aprende “a través del juego libre y espontáneo, todo el tiempo, y el método no es en absoluto directivo. Todos los conflictos se resuelven hablando y todas las decisiones son tomadas por consenso. El resto de las reglas van surgiendo y se van implantando en función de las necesidades específicas que aparezcan.”
Planteo a Momo una pregunta tras otra, ella se atusa los rizos y responde paciente. Llego a una conclusión: los niños aprenden sin necesidad de que les enseñemos. “Uno aprende lo que necesita saber. Si hay algo que aún no haya aprendido, es que aún no lo ha necesitado”.
Yo no me habría interesado jamás por la física -le digo-. “Diste clases de física en el colegio. ¿Te interesa ahora? ¿Recuerdas algo? Pues eso.”
Nos reímos.
“Necesitan un entorno rico, si le pones a ver la televisión, obviamente no se va a interesar por nada. Si pones a su alcance un huerto, agua, pelotas, rampas… Descubren la física porque está ahí, a nuestro alrededor. Y repartir un pastel es matemáticas. Y aprenden a leer porque tienen curiosidad y preguntan lo que pone en los cuentos”. Y así aprenden también a escribir, preguntando. “Con confianza, voluntad y necesidad”.
Momo insiste en la inmensa capacidad de aprendizaje de los niños, y se lamenta de que en la escuela, en general, se mata la curiosidad y la creatividad de los niños. “Con 20 alumnos es imposible”. La institución educativa -como la entendemos hoy en día- no le parece necesaria. Y la expresión ‘escuela libre’ le parece un oximorón. “Deberían ser espacios en los que se intercambiara el conocimiento, pero sin ejercer la adultocracia”.
Defiende un modelo en el que todo el mundo pueda acceder al aprendizaje, pero en su opinión, “ahora mismo la escuela pública sirve al sistema”. El debate sobre la escuela pública o privada al que asistimos “es un debate económico. Deberíamos empezar a abrir el debate sobre la calidad de la educación”.
Hacer negocio de la educación, dice, es una aberración. “No puede ser que los que tengan capacidad económica tengan acceso a la escuela y los que no la tengan se queden fuera, que es lo que está ocurriendo ahora mismo”.
La pájara pinta
Artículo de www.profesionalespcm.org insertado por: El administrador web - Fecha: 15/05/2013 - Modificar
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Actualizado a 24/03/24
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