EL "PROBLEMA ESPAÑOL" 

LOS NEGOCIOS REALES
9.11.03

"El asunto más espinoso de la historia de la monarquía española es el
dinero del rey. La culpa de esos comportamientos censurables del rey es
precisamente de ese tabú, esa especie de gran pacto de silencio que envuelve las
actividades de la Casa Real española".

"Siempre se ha dicho que la Casa Real es pobre... Juan Carlos llegó al
trono de España literalmente con lo puesto... pero aquel monarca pobre que en
1975 se hizo cargo de la Corona de España jurando la Constitución, es hoy un
hombre rico".

"Una de las primeras formas conocidas fue el petróleo, las comisiones del
crudo que importaba España para cubrir sus necesidades de energía. Todo parecía
normal... Nada más ocupar Juan Carlos I el trono a la muerte del dictador,
Manuel Prado se dedicó a remitir varias misivas reales a otros tantos monarcas
reinantes, especialmente del mundo árabe, para pedirles dinero en nombre del rey
de España."

"Los pagos se justificaron en Kuwait por la necesidad de que, durante la
llamada 'Tormenta del Desierto', la aviación estadunidense pudiera disponer a su
antojo de las bases aéreas españolas de Rota y Torrejón, para lo que era preciso
'untar' a los políticos."

Según el autor del libro, el expresidente Felipe González sabe mucho sobre
las finanzas del rey y "los escandalosos negocios" de Manuel Prado y Colón de
Carvajal.

"El negocio de la libertad", Jesús Cacho.
El comienzo de la fortuna personal del rey

Oficialmente, Juan Carlos llegó al trono de España literalmente con lo
puesto. Para viajar a Atenas a visitar a su novia tenía que pedirle prestado
dinero a su padre, que a su vez vivía de lo que le daban los amigos nobles
leales a la monarquía. Esos mismos nobles tuvieron que sufragar el viaje de
novios. Se cuenta, como si hubiera sido una gran tragedia, que en su escala en
Tailandia, la entonces princesa Sofía se quedó prendada de un zafiro que vio en
un escaparate de Bangkok, y que Juan Carlos se sintió abochornado por no poder
regalárselo. Por ese y otros detalles, nadie se rasgó las vestiduras cuando se
descubrieron los primeros movimientos del príncipe para comenzar a consolidar un
pequeño patrimonio propio. Su ambición era, como la de cualquier españolito
medio, ser económicamente independiente.

Desde 1962, es decir, desde su boda con Sofía, el banquero Luis Valls
Taberner comenzaría a administrar una "suscripción popular" que aportaría
liquidez económica a los recién casados, en la que colaboraban, además de otros
banqueros, muchos nobles y empresarios del franquismo. Valls Taberner fue un
fiel juanista hasta que se dio cuenta de que el futuro estaba en Juan Carlos, y
se pasó a su bando. Entonces intentó convencer también a los demás para que
hicieran lo mismo. En concreto, según cuentan algunas fuentes, se le resistió
bastante Calvo Serer, no ya en cuestiones de apoyo económico, sino político, a
través del diario Madrid que dirigía. Y, al parecer, aquella desavenencia tuvo
bastante que ver con la voladura del diario, en 1973, una decisión que Valls,
con gran influencia en el Régimen, ayudó muy activamente a tomar.

En aquellos años comenzaba a despuntar en la vida económica del Estado
español un Ruiz Mateos todavía en ciernes, que improvisaba como mejor sabía lo
que debía hacer para estar al lado del poder. Su padre había sido alcalde de
Jerez en la época de Franco, pero él de política no sabía mucho. Era perito
mercantil, y lo único que sabía hacer bien era ganar dinero. Lo que se le
ocurrió fue a ir a hablar con Luis Valls Taberner y Gregorio López Bravo para
que le asesoraran. Comentó con ellos que ya llevaba algún tiempo acudiendo a ver
a Don Juan a Estoril, como primera medida. Pero Valls y López Bravo le dijeron
que estaba perdiendo el tiempo y el dinero. "Tú lo que tienes que ser es amigo
de Juan Carlos". Y Ruiz Mateos tomó nota y entró en contacto con La Zarzuela
inmediatamente. Comenzó la relación cuando Juan Carlos todavía era príncipe y
continuó después, siendo ya rey.

Ruiz Mateos contó -en diversas ocasiones y a más de uno- que, al estilo de
cómo se hacían las cosas en aquella época, le llevaba grandes cantidades de
dinero en maletas de Loewe, directamente a palacio, donde los guardias de
seguridad no ponían mucho empeño en revisar lo que pasaba o dejaba de pasar por
el control de la entrada. Ponía la maleta sobre la mesa del despacho de Juan
Carlos, éste la tiraba debajo de un rincón y caía exacto siempre en el mismo
sitio. "¡Cuánto ha tenido que practicar!", decía Ruiz Mateos. No había ninguna
cantidad estipulada ni cosa parecida, y tampoco Juan Carlos le pedía nada, como
cualquiera puede suponer. Sencillamente, le llamaba por teléfono y se lamentaba
como quien no quiere la cosa de los apuros económicos que estaba pasando: "¡Es
que no tengo ni para pagarle al servicio!"; o bien: "Esto no puede ser,
Constantino me cuesta mucho dinero... son unos inútiles, no ganan dinero... No
puedo más". Y Ruiz Mateos rápidamente le tranquilizaba: "No se preocupe usted de
nada, Alteza. Usted dedíquese a los problemas del España, que para lo demás ya
estamos nosotros, estoy yo". A veces, Juan Carlos también recurría al empresario
del Opus para que "echara una mano" a alguna amiga. En una ocasión le llamó para
decirle que le iba a ir a ver una "señora" de su parte: "Se trata de una persona
que se dedica a la beneficencia, que no tiene sede...". Y Ruiz Mateos, aunque la
señora en cuestión no tenía aspecto de pertenecer al club de la madre Teresa de
Calcuta, pues le compró un piso.

También, alguna que otra vez, el empresario jerezano había hecho
transferencias importantes desde Nueva York. De esas operaciones sí conserva los
papeles. Y eso sí preocupó a la Casa Real cuando, tras la expropiación de
Rumasa, Ruiz Mateos, prófugo de la justicia, huido en Londres, quiso utilizarlos
para presionar y que el monarca no le dejase tirado. La intervención del Banco
de España supuso un batacazo que no acababa de creerse. Pero el monarca, en
plena euforia socialista, no le hizo caso. Ruiz Mateos acusó entonces al rey de
haber recibido mil millones de pesetas, con lo que había supuesto José María que
tendría las espaldas bien cubiertas frente a cualquier acción del Gobierno. Se
entrevistó con el entonces secretario general de UGT de Banca, Justo Fernández,
y le pasó toda la documentación al respecto. Pero cuando Justo Fernández volaba
de vuelta a Madrid, ya estaban en el aeropuerto esperándole personas nunca
identificadas para explicarle cómo eran las cosas. Y algo bastante fuerte
debieron de decirle, porque se olvidó del asunto para siempre. Ruiz Mateos
todavía siguió insistiendo por su cuenta un tiempo y el Fiscal General del
Estado le acabó acusando de un delito de injurias al Jefe del Estado. Pronto
comprendieron, sin embargo, que aquello iba a ser un callejón sin salida. Ese
juicio podría haberse convertido en un verdadero circo y Ruiz Mateos se libró no
se sabe bien cómo. El Estado prefirió olvidar el tema y archivó la causa
basándose en tecnicismos.

Otro empresario muy conectado al monarca desde sus tiempos como sucesor de
Franco fue Camilo Mira, el introductor de la cultura de la hamburguesa en España
como pionero de la instalación de los restaurantes McDonald´s. El granadino
Camilo Mira había conocido a Armada a través del general Juan Castañón de Mena,
ministro del Ejército con Franco. Además de presidente de La Unión y el Fénix,
Camilo Mira era entonces socio, en una empresa inmobiliaria, de Florentino
Martínez, cuya hija, Maita, estaba casada con Juan Castañón hijo. En 1969,
aprovechando sus conexiones en Zarzuela, consiguió que el príncipe acudiera a
inaugurar el selecto Club Las Lomas, una urbanización de lujo. El difícilmente
explicable apoyo del príncipe garantizó el éxito de la promoción de la
urbanización. Además de don Juan Carlos, asistieron los ministros más
influyentes del momento, como eran López Rodó y Silva Muñoz. Mira se convirtió
en un visitante frecuente de La Zarzuela a partir de entonces y congenió
especialmente bien con Armada, que hizo varios intentos de meterlo en el staff
de la casa que no cuajaron. Se dedicó de lleno a los negocios, pero siguiendo
todos los avatares políticos de cerca.

Los gastos de La Zarzuela

En La Zarzuela tienen 25 perros y cerca de una docena de gatos, atendidos
por un cuidador especializado e instalados en modernas perreras con todos los
adelantos. No es excesivo, teniendo en cuenta que una vez, hace algunos años,
tuvieron además un guepardo. Estaban los reyes de viaje particular en Etiopía
cuando el entonces secretario de la casa, Alfonso Armada, recibió un télex
anunciándole: "Vamos con un guepardo, prepara alojamiento". No era una broma y
Armada tuvo que llamar al zoológico de Madrid para pedir ayuda a la hora de
recibirlo. Se informó bien sobre el tipo de comida que necesitaba y, en fin,
todo lo que interesaba saber para cuidar bien al animal más veloz de la fauna
terrestre. El guepardo vivió en palacio varios años, paseándose por los salones
y los pasillos como si tal cosa, hasta que murió de viejo. No fue antes de que
Sabino Fernández Campo sustituyera a Armada en el puesto de secretario. El
primer día que acudió a trabajar a la Zarzuela, no estaba sobre aviso y el
guepardo le dio un susto de muerte cuando entró en su despacho con total
naturalidad. Lo que más le preocupó no fue que pudiera atacarle, sino que
pudiera estar sufriendo alucinaciones.

Los que han mantenido, durante los 13 años como príncipes y 25 años como
reyes, el lujo africano de Juan Carlos y Sofía en la Zarzuela, han sido los
contribuyentes de a pie con sus impuestos, a través de una partida especial de
los Presupuestos Generales del Estado. Esa partida para los gastos de la Casa
del Rey no está sometida por ley al control del Tribunal de Cuentas. La
Constitución de 1978 permite al monarca disponer de él sin dar más explicaciones
sobre en qué se lo gasta, ya sea en guepardos, o en motocicletas o en lo que le
dé la gana. El primer año se fijó una cantidad (antes el Rey cobraba un sueldo
de Capitán General, y los gastos los llevaban desde el ministerio
correspondiente), en 1980, el gobierno le asignó 200 millones de pesetas. El
incremento anual se suponía que tenía que ser el del índice de precios de
consumo (IPC), pero no se sabe bien cómo, a lo largo de los años el presupuesto
ha ido aumentando hasta 1.122 millones en el año 2000. Por otra parte, existe un
acuerdo con la Organización Nacional de Loterías según el cual el Rey juega en
todos los sorteos al número 00000, pero todavía no le ha tocado nunca, más que
unos cuantos reintegros.

Del presupuesto oficial de la Casa del Rey salen los sueldos del rey, de
la reina, del príncipe y de las infantas, el mantenimiento de la Casa, los
coches, las comidas, los regalos, todo tipo de material y el pago de los
empleados. Juan Carlos cuenta con dos ayudas de cámara para vestirle por las
mañanas, y la Reina, con dos doncellas. En total, incluyendo a los guardias,
choferes y hasta al cuidador de los perritos, unas 160 personas trabajan en la
Zarzuela. Pero la mayor parte es personal funcionario y sus sueldos corren a
cargo del ministerio de Administraciones Públicas. Los gastos de los viajes,
recepciones y actos oficiales también se pagan aparte, fuera del presupuesto de
la Casa. Otras menudencias, como el mantenimiento del yate Fortuna o del Palacio
Real, corren a cuenta de Patrimonio Nacional, organismo autónomo dependiente del
ministerio de la Presidencia del Gobierno.

A partir del establecimiento de un presupuesto anual para la Casa, después
de la Constitución, también se pensó en la necesidad de que el rey hiciera la
declaración de la renta para que fuera un ciudadano más. Se consultó con el
ministerio de Hacienda para que aconsejara sobre lo que había que hacer, y
entendieron que lo mejor era que el rey se asignara a sí mismo una cantidad como
sueldo, que serían sus ingresos para calcular los impuestos a pagar. El sueldo
del rey, que no se suele hacer público, se rige por un convenio especial entre
la Casa y el Ministerio de Hacienda y se materializa en una nómina donde figuran
los correspondientes ingresos, los rendimientos del patrimonio personal y las
retenciones del IRPF. Lo que no se suele contabilizar son los regalos que
recibe, a veces millonarios... en cualquier caso totalmente fuera de control.
Algunos especialmente significativos, como el último yate Fortuna, obsequio de
un grupo de empresarios de Mallorca, cuyo precio estimado ronda los 14.000
millones de pesetas, se ha puesto legalmente a nombre del Patrimonio Nacional, a
fin de que este organismo corra con los gastos de mantenimiento.

La Zarzuela, que era en origen un pequeño chalet para las cacerías de los
últimos Borbones, elegido por Franco para residencia de los príncipes por su
proximidad a El Pardo, ha sido rehabilitado varias veces desde que lo ocuparon
por primera vez, en 1962. La primera, poco después de que Juan Carlos fuera
proclamado rey, fue una pequeña ampliación; y la segunda, más ambiciosa, se
realizó entre 1987 y 1988. Aprovechando el desnivel en el que está ubicado el
palacio se construyeron nuevas plantas para despachos, salones de reuniones,
oficinas, archivos, salas de visitas y un salón de audiencias... La nueva
superficie construida ocupa 2.660 metros cuadrados en la planta principal y
1.540 en la planta semisótano. En total, 4.200 metros.

La parte antigua y la moderna se comunican a través de dos largos túneles
que discurren por debajo del jardín y la piscina de la familia real. La
construcción es noble, de granito y mármol fundamentalmente. Los muebles y la
decoración son una combinación entre lo clásico y lo funcional, con piezas
procedentes del Patrimonio.

En aquella última remodelación también se construyó un refugio antinuclear
y se instaló un moderno sistema informático y de comunicaciones, que cuenta
incluso con un pequeño estudio de televisión desde el cual el rey puede
dirigirse al país cuando quiera.

Irene, la hermana de la reina, tiene su propio apartamento en La Zarzuela.
Y es que los reyes, aparte de con la suya propia, corren con los gastos de la
familia real griega, porque, al parecer, no tienen cómo ganarse la vida. Irene,
en concreto, se dedica a hacer buenas obras, a través de una ONG suya dedicada a
repoblar la India de vacas lecheras, que cuenta con un despachito en la calle
Barquillo cedido por Banco Central Hispano. El ex rey Constantino vive en el
exilio en Londres desde hace unos treinta años, al parecer también con el apoyo
de Juan Carlos. Su hijo Pablo fue a estudiar a Estados Unidos con el príncipe
Felipe a comienzos de los 90 en un prestigioso y carísimo college, pero
rentabilizó los gastos al emparejarse allí con la rica heredera americana Marie
Chantal Miller (hija del fundador y propietario de la cadena de tiendas libres
de impuestos de los aeropuertos, las duty free, más importante del mundo), con
la que se casó poco después.

El rey Juan Carlos también se ocupó, hasta su muerte, de su padre y de su
madre. Y, cuando fue necesario, de sus hermanas Margarita y Pilar. Ésta última,
la hermana mayor del rey, tuvo que hacerse cargo al fallecimiento de su marido,
Luis Gómez-Acebo, de una deuda que había dejado como herencia en el Banesto.
Para solucionarlo de un modo discreto, el rey llamó a Mario Conde y a Conde se
le ocurrió que, como lo de perdonarle la deuda sin más ni más iba a quedar
bastante mal, y lo de pagar era algo descartado, lo mejor era darle un cargo en
la Fundación Banesto, para que fuese abonando lo que debía con su sueldecito. Y
se le dio a Pilar un despacho, sin nada que hacer, claro.

Rodeado de buenos amigos

Se suele decir que la corte española es "una corte sin cortesanos", y es
cierto que los reyes no han sido nunca demasiado amigos de aliarse con la
aristocracia. En su lugar, han preferido a empresarios, banqueros y nuevos ricos
en general. Las amistades de la reina, aparte de su querido Rostropovich y
Alfonso Armada, son poco conocidas. Salía mucho con la esposa del constructor
Mario Caprile. Las del rey han dado mucho más que hablar. Aparte de Manolo Prado
y Mario Conde (que son dos casos muy especiales), de todos los "tutores"
(Torcuato Fernández Miranda, Mondéjar, Armada, Sabino Fernández Campo...), y de
sus colaboradores políticos (Puig de la Bellacasa, Nicolás Franco, etc), con
quien el rey se toma las copas y habla de cosas de hombres es con dos grupos o
clanes de amigos, que tienen en común el dedicarse a "sus negocios" de una forma
que no en pocas ocasiones los ha llevado ante los tribunales.

En primer lugar, destaca el conocido como "clan de Las Cuatro Estaciones",
nombre del restaurante de Miguel Arias, situado en la calle General Ibáñez del
Ibero 5, donde Arias tiene, además, un apartamento que también frecuenta el rey.
En este grupo de amigos estaban, entre otros, Miguel Arias, Joaquín Vázquez
Alonso y Cardenal Pombo. Aparte de reunirse para comer, hacían negocios juntos,
sobre todo en el sector inmobiliario, con no pocos asuntos turbios. Algunos
también aparecieron implicados en la trama Ibercorp. Están tan mezclados los
asuntos de unos con los de los otros, que resulta realmente complicado explicar
el historial de cada uno de ellos por separado. Para centrar un poco a los
personajes, que luego irán apareciendo cuando tratemos, a lo largo del capítulo,
algunos episodios concretos, basten por el momento unos breves apuntes.

Miguel Arias es el propietario de la estación de esquí de Navacerrada, y
tiene además varios restaurantes en Madrid y en Mallorca. Pero también participa
en negocios inmobiliarios y le gusta jugar en la bolsa sobre seguro.

Jaime Cardenal Pombo es socio de Arias en el restaurante Las Cuatro
Estaciones y fue, además, socio de Borja Prado (hijo de Manuel Prado, el
amiguísimo del rey), en el sector armamentístico.

Joaquín Vázquez Alonso fue el constructor que remodeló en su día el
Palacio de la Zarzuela, y socio de Cardenal Pombo y de Miguel Arias Molino en
varios negocios inmobiliarios.

Próximo a este grupo de amigos, estaba Francisco Sitges, ex presidente de
Asturiana de Zinc, y ex propietario de los astilleros Mefasa. Gracias a su
amistad con el rey, Mefasa recibió la adjudicación del Patrimonio del Estado
para la construcción del segundo yate Fortuna. Pero Sitges estaba tan bien
relacionado que en Mefasa también se construyeron el Blue Legend, de Javier de
la Rosa, y el Alejandra, de Mario Conde. Mefasa acabó siendo mayoritariamente
del Banesto de Conde, que lo arrastró en su caída, lo llevó a la quiebra y al
banquillo de los acusados.

Otro sector completamente distinto de amigos del rey es el clan de
Mallorca, mucho más aristocrático. Una de las figuras clave en este grupo es el
príncipe Zourab Tchokotua, "Zu" para los amigos, un aristócrata georgiano que
Juan Carlos conoció en el internado de Friburgo. A este personaje le debe el rey
importantes favores.

Fue Tchokotua el que, en 1973, medió para que la Diputación Provincial de
Mallorca le cediera a Juan Carlos el palacio de Marivent, gratis total,
siguiendo el modelo de las cesiones que hicieron en su día distintas poblaciones
a Alfonso XIII. El edificio pertenecía, por donación del coleccionista de arte
griego Juan de Saridakis, a la Diputación. Pedro Salas, un acaudalado prohombre
del franquismo, que había sido presidente de la Diputación, y el suegro de
Tchokotua, casado con Marieta Salas, convenció al organismo oficial de que se lo
cediera al futuro rey para que lo disfrutase en vacaciones.

Aparte de estas gestiones, Tchokotua es conocido desde que en 1978 un
juzgado mallorquín ordenó su procesamiento e ingreso en prisión en relación con
una presunta estafa inmobiliaria. En septiembre de 1992 se sentó de nuevo en el
banquillo con una acusación similar junto a su socio Oliver Mateu, otro amigo de
Juan Carlos del clan de Mallorca. Pero estas menudencias no han logrado quebrar
su amistad con el monarca.

"Zu" fue para Juan Carlos un relaciones públicas excelente. En su casa se
organizaban cenas a las que asistían, junto al rey, Manuel Prado, Javier de la
Rosa, Jaime Enseñat, el multimillonario argentino Carlos Perdomo, Rodolfo Bay
(presidente de la compañía Spantax, ya muerto en accidente de tráfico),
Bartholomew Tummy Beslard (cónsul de EE.UU. en Palma), Giovanni Agnelli (el rey
de la Fiat) o Raul Gardini, ex presidente de Montedison, la más importante
empresa química de Europa, a la que Juan Abelló vendió su laboratorio
Antibióticos con la ayuda de Mario Conde. El rey fue fotografiado con él y con
Agnelli el 7 de agosto de 1990 en Puerto Portals, pocos años antes de que se
suicidara, en 1994, al ser implicado por los jueces italianos en temas de
corrupción.

En el mismo círculo de amigos están un grupo selecto de empresarios
hosteleros: José Escaño (dueño del restaurante San Marino), Alejandro Arroyo
(cuñado de Mario Conde, y propietario del restaurante El Capricho, en Puerto
Portals), y José Oliver Rodríguez (propietario de varias discotecas). Y también
en ese entorno fue en el que Juan Carlos entraría en contacto con Marta Gayá,
una decoradora catalana muy amiga de Marieta Salas, la mujer de "Zu", con la que
vivió una larga aventura, y mentora de José Luis de Vilallonga cuando éste
escribió su biografía autorizada del rey.

"Un rey golpe a golpe",


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