El proyecto de Israel como estado-nación puede ser tan válido como que los árabes reivindique a la Península Ibérica la gestación de una nación árabe por mérito de haber ocupado siglos esta tierra, pero también por cualquier otra razón, habida cuenta que la formación del Estado de Israel nace de un pacto y se apela a justificaciones o razones religiosas y a un origen étnico y territorial ancestral común a los árabes.
La historia de Israel desde su formación temprana, es otra realidad, alejada de las justificaciones que se dieron para otorgar patria a una población extranjera dentro del territorio árabe palestino. El fortísimo apoyo financiero recibido de toda la rica y poderosa comunidad judía y el trato preferencial comercial y militar otorgado a este país por EE. UU. y Europa para transformarlo en gran potencia mundial, no sólo regional o de Oriente Medio, deja al descubierto que Israel se proyectó en los planes de Occidente como el gendarme del mismo, frente a la comunidad árabe en su totalidad, por estar asentada sobre una inmensa reserva de recursos de petróleo. Hasta hace poco, podíamos ver en las noticias diarias, el efecto llamada de Israel a toda la población júdía existente en el globo, la promesa de viviendas y tierras... y la felicidad y satisfacción de estos futuros colonos a su llegada a Israel, procedentes de Argentina, o de otro punto del planeta. Mientras, nunca hemos podido conocer cómo se lleva a cabo el sueño judío, el robo sistemático del territorio palestino, de sus recursos básicos como el agua o tierras fértiles, ni comprobar el contraste de paisajes, economía y riqueza que provoca tal barbaridad. La represión y violencia de judíos contra los árabes para robarles su propio territorio y matar impunemente a sus líderes o milicianos cuando no a niños, madres, padres, o mujeres pariendo en medio de la calle, apenas ocupan lugar en las crónicas diarias, y el plan actual de limpieza étnica se nos oculta envolviendolo en una acción preventiva o una incursion circunstancial de los soldados judíos sobre el mismo corazón de Palestina. El inmenso arsenal de armas químicas y nucleares que Israel dispone, jamás es mencionado como peligro para la humanidad. Pero conocemos muy bien con que desesperación los más jóvenes adolescentes se inmolan por su patria y se transforman en terribles bombas humanas. No causa espanto esta desesperación, sino el que siege vidas judías. Tremendo dilema, espantosa crueldad la que crea la firme voluntad sionista de ocupar Palestina.
Decir que Israel es víctima y no verdugo, es una inmundicia. Decir que son perseguidos como fueron por los nazis, es otra inmundicia. La II Guerra Mundial causó medio centenar de millones de muertos, pero sobre éstos nada se ha dicho nunca jamás. Entre ellos estaban los judios, sin embargo muchos judíos no fueron condenados. Entonces, muy razonablemente, aquellos judíos que se persiguieron, lo fueron por las mismas razones que el resto de los europeos: por ser antifascistas, como todas víctimas del holocausto nazi. El sionismo es un imperialismo y colonialismo despiado, que se escuda tras un fanatismo religioso, y no es sino la prolongación de la sombra de Hitler sobre una nación pobre, orgullosa y digna que se resiste a morir en manos de sus verdugos. El silencio de Europa la hace cómplice del verdugo, con la misma responsabilidad que tiene Estados Unidos tiene por mantener y fortalecer al perro guardián de sus intereses en Oriente Medio.
Lo mínimo que debe hacer la ciudadanía no cómplice, es pedir a sus gobernantes en la calle, como cuando se pidió la paz y el fín de la guerra, la suspensión inmediata de los acuerdos comerciales preferenciales con Israel, la ruptura de relaciones diplómaticas, la devolución íntegra de todo territorio ocupado desde la guerra de los seis días, el desmantelamiento militar y nuclear de Israel por su peligro para la paz mundial y regional, el pago de todos los daños causados al pueblo palestino y el enjuiciamiento criminal de Sharon por crímines contra la Humanidad. No podemos permanecer pasivos ante esta barbarie humana.
Si se consienten los crímines israelíes contra los palestinos, habrá que consentir el resto de los demás crímenes. Si Israel continúa liquidando gente impunemente y arrebatando territorio a otro país ¿quien salvará a la humanidad de los asesinos y de las guerras imperialistas?
Mad Barahona, 27.5.04
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