México 
IU apoya la propuesta zapatista de diálogo para resolver el conflicto vasco.

Carta de Gaspar Llamazares aparecida en el Diario La Jornada de Mexiko  http://www.jornada.unam.mx/ el 27 de diciembre.

Estimado subcomandante Marcos:

Déjeme, en primer lugar, darle las gracias por acordarse de nuestro país, especialmente en un momento en el que, al calor de todas las demencias guerreras que atraviesan el planeta, arrecian los problemas para el zapatismo y los pueblos indígenas. Tenemos que agradecerles el esfuerzo de preocuparse por algunas cosas nuestras, de manera especial ahora, cuando ven ustedes muchas esperanzas propias frustradas y su silencio no ha sido oído por quienes debían haber estado atentos a su estruendo.

Desde el 11 de septiembre de 2001 la democracia está especialmente amenazada en todo el mundo, pero no sólo por la violencia asesina del integrismo islámico o de otros tipos de terrorismo, sino también por el integrismo neoliberal que tanto daño ha hecho a México y que, ahora mismo, ha devastado con su lógica criminal las costas de Galicia, de Asturias, de Cantabria y del País Vasco.

Un integrismo que representa de manera ejemplar la administración Bush con las medidas puestas en marcha recientemente: escudo antimisiles, autorización del asesinato de opositores, creación de organismos de intoxicación informativa, desestabilización de la democracia en Venezuela, sostenimiento de la represión en Palestina, imperialismo comercial o preparación de la guerra contra Irak para hacerse con el control de las reservas de crudo de la zona.

Y no se nos escapa que también tiene recetas para el resto de América Latina. El Plan Puebla-Panamá no es sino una forma indirecta para disciplinar al continente y mantener su hegemonía. Ya hemos visto los efectos de esa política en Argentina, pero no parece que se saquen las lecciones que corresponden.

España también tiene su parte de responsabilidad en esta generalización del neoliberalismo en el subcontinente latinoamericano, ejemplificado de manera clara en la falta de compromiso del actual gobierno y de los anteriores con causas tan eminentemente justas como los derechos y la identidad de los pueblos indígenas.

Esa responsabilidad también puede medirse en el seguidismo que el gobierno Aznar hace del gobierno Bush. Como bien saben ustedes, los gobiernos nacionales no siempre cuidan de sus propios ciudadanos. De esa ración deben comer buena parte de los pueblos de la tierra. Es ahí donde aparecen ustedes. La dignidad del zapatismo siempre ha sido un obstáculo para los planes de los poderosos y de los responsables del mal gobierno. Como está ocurriendo ahora mismo en Montes Azules, cualquier excusa es buena para que los que no creen en los derechos que ustedes representan intenten dar marcha atrás en los logros alcanzados.

Sepan que desde Izquierda Unida condenamos, ahora igual que antes, cualquier agresión a las comunidades indígenas, así como la mercantilización de bienes y tierras que son propiedad de la humanidad a través de los pueblos que han habitado siempre en esas tierras. Estar en contra de los que pretenden hacer de la vida una mercancía no es sino estar en contra de la injusticia. La lógica guerrera que atraviesa el mundo (y que usted menciona en la carta que ha mandado a los responsables políticos de España) quiere simplificar la realidad en dos grandes bandos: los que están con ese impulso de dominación y los que son catalogados como sospechosos por el simple hecho de no querer plegarse a esos dictados.

Estamos acostumbrados en nuestro país a que todas y todos aquellos que recuerdan que la verdad anida en los matices sean puestos bajo sospecha y acusados de complacencia con el terrorismo, esa lacra que tanto daña a todos los españoles y que usted ha criticado con tanta contundencia. Y nos acusan los mismos que no dudan después en hacer electoralismo con este problema.

Le agradecemos por ello que no haya mostrado en su carta la mínima complacencia con el terrorismo etarra. Y nos estremece que, siendo una vez más coherente, como nos tiene acostumbrados el zapatismo, lleve hasta las últimas consecuencias su oposición a la banda terrorista llegando al punto de ofrecerse usted mismo como víctima del comportamiento irracional y asesino de la banda. Después de su carta a ETA, quien quiera presentarle a usted o al EZLN como cómplices del terrorismo etarra, necesariamente quedará como un mentiroso.

Pero no se dé por satisfecho, porque si es verdad que ya nadie podrá vincularle con la banda terrorista, tarde o temprano le sacarán algún parentesco con Bin Laden (o con el Mulá Omar, ese que se fugó de Afganistán en una vieja mobylette) para intentar desprestigiar la lucha por la dignidad que ustedes representan.

De cualquier forma, y volviendo a lo que mejor conocemos, quisiéramos decirle que, a veces, los matices no se incorporan con claridad desde la distancia que marca un océano y en el breve espacio que comprende una carta. Hay temas que llevan tanto tiempo enredando que, de no tenerse bien situados sus hilos, puede terminar enmarañando a uno en la madeja. En sus cartas hemos echado en falta algunas cuestiones que forman parte de la posición de Izquierda Unida respecto del comportamiento de ETA, banda a la que no dudamos en calificar de asesina. Es la condena sin fisuras de su comportamiento criminal lo que nos hace identificar como nuestro el dolor de las víctimas, así como postergar cualquier discusión con los que extorsionan, amenazan y asesinan hasta que el cese total de la violencia sea un hecho. Algo que, como ya ha podido comprobar usted mismo, no parece formar parte de sus planes.

Desde nuestro punto de vista, el terrorismo es genéticamente contrario a la izquierda transformadora. Y conviene que no se confundan las formas de resistencia que, por ejemplo los zapatistas, han desarrollado frente a siglos de opresión y miseria, con la actividad terrorista de una organización que ni representa ni puede arrogarse bajo ningún concepto la representación de la voluntad del pueblo vasco. Los esencialismos, que tan pronto empiezan a adjetivar a los que discrepan de traidores y malos patriotas, son ajenos a nuestra tradición y a la buena inteligencia.

La sociedad vasca es tan plural políticamente como muestran los diferentes proyectos que defienden los ciudadanos de aquel país. No hay, como algunos pretenden, vascos buenos y vascos malos. Por eso, cualquier solución que aspire a considerarse democrática debe guiarse por un principio de integración, que consiga mayores grados de consenso que el que en su día alcanzó el Estatuto de Guernika.

Sin embargo, hemos insistido siempre en la necesidad de un diálogo político que debe iniciarse por el entendimiento de todos los partidos democráticos. Es por eso que, ante lo que hemos entendido como un cierre de salidas, nos hemos opuesto a un pacto antiterrorista que nos parecía excluyente. Y de igual manera hemos votado contra una Ley de Partidos que lesiona a la democracia y no soluciona ningún problema. Y por lo mismo nos hemos posicionado de manera entusiasta en favor de la iniciativa de diálogo puesta en marcha por Elkarri. Siempre, como hacen ellos, desde la condena tajante de cualquier asesinato: sea de un civil, un concejal, un militar o un policía: no hay asesinatos justificables. Ni creemos de partida en la violencia ni el escenario español justifica en modo alguno el uso de las armas. Esta actitud, conforme con lo que pensamos, nos da además toda la legitimidad para reprochar al gobierno la mala gestión de un problema que no ha hecho sino empeorar políticamente desde que el gobierno del Partido Popular obtuvo la mayoría absoluta en 2000.

Salvados estos matices, tenemos que agradecerle su interés por comprometerse en una solución dialogada y pacífica a un problema político que lastra el vuelo de la rebeldía en España, que consume demasiado tiempo a ciudadanos y partidos, que oscurece otros problemas y que tanto dificulta la normalidad democrática, especialmente a los que creemos que sólo una democracia radical puede solventar el mal gobierno del mundo. El interés que usted muestra es también el nuestro. En un mundo crecientemente global, nunca fue tan cierto que "nada de lo humano me es ajeno".

Le agradecemos también su humildad al disculparse ante todas aquellas personas que fueron provocadas en alguna de sus cartas. Es otra señal de la grandeza del zapatismo. La sociedad española, que ahora mismo está dando la respuesta popular que el gobierno es incapaz de dar ante la catástrofe ecológica más terrible en Europa de los últimos años, será, como usted recoge, la que exija el diálogo como solución al conflicto en el País Vasco. En esas vías de diálogo siempre se encontrará Izquierda Unida.

Pero no crea que se nos olvida lo más relevante. En Izquierda Unida estamos muy atentos a la evolución (o involución) del reconocimiento de la identidad y los derechos de los pueblos indígenas. Creemos que la ley indígena no ha solucionado el problema, al no seguir los acuerdos anteriores que habían negociado con ustedes. Por eso, es de justicia que la voz zapatista se oiga de nuevo en cada rincón del planeta. Sepan que, como tercera fuerza política española, tienen todo nuestro apoyo y solidaridad.

Con la misma comprensión que ustedes han mostrado ante nuestros problemas, les envío un fuerte abrazo, en el firme deseo de que el año que empieza traiga escenarios de paz y justicia para nuestros pueblos. Será un placer, llegado el caso, saludarle por estas tierras, donde tiene usted tantos y tan buenos amigos. Y, como bien sabemos que gusta usted de despedirse a la usanza del buen caballero Don Quijote, permítame decirle hasta pronto con un muy afectuoso Vale.



Madrid, 25 de diciembre de 2003.

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