México 
México: Ocho aproximaciones a unas elecciones olvidables
Luis Hernández Navarro
La Jornada
1) No hay nada que celebrar en las elecciones del seis de julio. El gran ganador fue la abstención. Casi el 60 por ciento de los integrantes del padrón electoral desairaron las urnas. Otros anularon sus votos.

Partidos políticos y funcionarios públicos, la clase política en su conjunto, recibieron una severa advertencia de millones de personas desencantadas con la política institucional. Quienes se embarcaron en enérgicas campañas para convencer a los electores de asistir a las casillas no fueron escuchados. La fosa que separa a los políticos profesionales de los ciudadanos de a pie es cada día más grande.

2) Este aumento del abstencionismo no es ajeno a cuatro hechos que han modificado la fisonomía del país y que los partidos políticos no parecen haber comprendido cabalmente en sus modalidades de intervención política.

El primero es el éxodo que ha arrancado a millones de personas de sus lugares de nacimiento y trabajo y ha hecho de la migración (tanto interna como hacia Estados Unidos) y la deslocalización territorial un fenómeno central del México contemporáneo.

El segundo es la "changarrización" de la base productiva y la precarización laboral que han disuelto identidades y lealtades tradicionales asociadas al mundo del trabajo y a clientelas electorales.

La tercera es la emergencia de las nuevas redes informáticas que han generado, sobre todo entre los jóvenes urbanos, nuevas sensibilidades y distintas formas de relación.

Finalmente, destaca el creciente número de conflictos sociales en todo el país que se desarrollan al margen de los partidos políticos o de los intermediarios sociales tradicionales.

3) A pesar de la derrota en las elecciones presidenciales de hace tres años, el PRI fue el partido más votado en los comicios del seis de julio. Su recuperación es notable. No obstante su crisis y pleitos internos, los escándalos de corrupción en los que se ha visto envuelto y el descrédito de sus principales dirigentes nadie llenó el vacío nacional que su descalabro presidencial dejó. Más aún, pareciera ser que nadie puede llenarlo por lo pronto. Su voto duro se conserva contra viento y marea.

Enfrentado a la disyuntiva de emprender una ofensiva a fondo en contra del tricolor o negociar con él para mantener la gobernabilidad, el gobierno de Vicente Fox apostó por la negociación con su adversario. En lugar de hacer justicia y juzgar los crímenes del pasado se ofreció a los priístas una amnistía de facto. Incluso, se mantuvo a muchos de sus dirigentes en puestos claves de la administración pública. El Ejecutivo les dio así el tiempo y los recursos necesarios para su recomposición.

Las elecciones muestran que el PRI no es sólo un partido sino parte de una cultura política profundamente arraigada tanto en la población como en otras formaciones partidarias. El clientelismo y las redes de intercambios de favores por votos se mantienen prácticamente intactos en sectores populares. Los comicios evidenciaron además, que una parte de los señores del dinero sigue viendo en ese partido el mejor instrumentos para salvaguardar sus intereses.

4) El declive del PAN es notable. Es el gran perdedor de la jornada electoral. Los electores lo penalizaron. El efecto Fox a nivel electoral se convirtió en el "defecto Fox". Las expectativas que levantó se han transformado en desilusión. Su gestión ha sido decepcionante, sus resultados escasos. El gobierno del cambio ha hecho pocos cambios en las políticas públicas. Durante los últimos tres años la economía no creció, no se combatió la corrupción del pasado y hubo un retroceso en la separación entre la iglesia católica y el Estado. Aliados claves del gobierno de Fox al inicio de su administración como los empresarios y Washington se volvieron, al paso del tiempo, en sus críticos.

5) El éxito del Partido Verde es incuestionable. Prácticamente duplicó su votación con respecto a la obtenida en el 2000. ¿Cómo explicar su éxito? Los Verdes capitalizaron una causa bondadosa con la que se identifican muchos votantes. Y es que, aunque no defiendan consecuentemente el medio ambiente, se presentan ante la opinión pública como si lo hicieran. Su misión, además, es incuestionable. Su propuesta electoral durante la campaña giró en torno a dos hechos distintivos: la antipolítica (o de la "cara bonita" de ésta) y la juventud. Desarrollaron una costosa y fina campaña televisiva en horario estelar, contratando la mayor cantidad de spots, que sintonizó exitosamente con una sensibilidad clasemediera estilo Big Brother. Pusieron su partido al servicio del proyecto de Elba Esther Gordillo. Su penetración en diversas universidades privadas y la complicidad forjada con un buen número de juniors en francachelas memorables le han dado entrada con las elites económicas de varios estados. El Verde se ha convertido en el partido de la "gente bonita", en el partido más "light" de todos los existentes.

6) El PRD se recuperó parcialmente del descalabro sufrido en las elecciones presidenciales de 2000. Lo más notable es su triunfo en la ciudad de México, producto de la popularidad de López Obrador. Quedó, sin embargo, muy lejos del 26.5 por ciento que obtuvo en los comicios de 1997. Su estrategia de hacer alianza con desprendimientos del PRI en contra de candidatos surgidos de sus filas puesta en práctica en San Luis Potosí, Campeche y Colima resultó un fracaso. La segregación de los dirigentes campesinos del sur de Sonora en la campaña para gobernador y en las candidaturas a diputado debilitó su votación. En Nuevo León prácticamente desapareció. El PRD es en el norte de México una fuerza marginal.

7) México Posible perdió su registro. Resulta ahora evidente que no existe en nuestro país una corriente electoral amplia y estable de la comunidad homosexual o feminista, sino, tan sólo, grupos organizados que trabajan sobre sus demandas. Las causas aisladas no hacen a un partido.

El llamado que un grupo de intelectuales y ecologistas hicieron para votar a su favor resultó insuficiente para atrae los sufragios necesarios. La capacidad de convocatoria que "los abajo firmantes" tienen hoy en día ha cambiado significativamente en comparación a la que disfrutaban hace veinte años, cuando eran reconocidos como elementos clave en la formación de la opinión pública a favor de la democracia y los derechos humanos. Si hace unos años eran considerados una pieza clave en la transición a la democracia hoy son, tan sólo, una voz entre muchas otras. Además, no es lo mismo abogar por una causa de utilidad pública que hacerlo - al margen de una gran movilización social- por una iniciativa partidaria, como lo hicieron en esta ocasión.

Una parte de la plataforma de México Posible, la que más atención tuvo por parte de los medios de comunicación, será, necesariamente, parte de la agenda política nacional. Ya lo era. En otras campañas en el pasado fue parte central de las demandas enarboladas por el PRT. Sin registro y sin recursos, México Posible tendrá un futuro muy difícil. Allí está como ejemplo lo sucedido con el partido de la rosa.

8) Mantuvieron su registro el PT y Convergencia, ambos con enclaves regionales muy fuertes y experiencia previa en la participación electoral.

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